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México D.F. Lunes 17 de mayo de 2004
José Cueli
šQué cateto, qué paleto, qué cerril es!
El genial Lope de Vega se declaraba, a pesar de su origen montañés, -como en el reparto de cualquier sainete de circunstancias- madrileño y además, el Isidro número uno. Isidro por el regusto y la morosidad con que se mira y admira. Isidro por no creer ya ni en lo mejor ni en lo de afuera. Isidro por la campechanía y compadrería de sentirse situado en definitiva. Isidro por el afán de guardarse los aspectos madrileños para hacerlos términos de comparación y aprecio šqué cateto, qué paleto, qué cerril es! Lope y Madrid y la feria de San Isidro, notas tomadas del prólogo a las obras competas de Sainz de Robles).
Claro que Madrid tiene un cielo alto, ligero y azul; ese cielo que le infunde su ligereza, serenidad y tonalidades azulosas, al comenzar la feria de San Isidro, la más importante del mundillo de los toros, šgran entusiasmo! La aristocracia de sangre y pergamino, incluidos el príncipe Felipe y su novia, los famosos, los cabales en el tendido 7, el mujerío, la raza y los jubilados en las gradas y azoteas, reunidos en la monumental plaza de Las Ventas, en la castiza calle de Alcalá. Ese coso insigne donde los cuernos -šqué cuernos!- hace gala de su inmenso poderío y, desde hace años. falta de casta de sus portadores, ese mal endémico de la ganadería brava.
Toros de Hernández Pla, La Quinta, Puerto de San Lorenzo, Los Rodríguez que al aparecer por la puerta de toriles, provocaban murmullos de admiración, respeto y pánico: buenos mozos, húmedo el belfo, cornamentas de arboladura impresionante, miradas asesinas, testis arando el suelo y que a cada paso, cada ensimismamiento, cada mirada sin ver, eran golpes de horror en las cuadrillas, pese a la debilidad, blandura, mansedumbre y que algunos de ellos, llegaban con recorrido el tercio final -al estilo mexicano- y otros ša correr! bravucones y con sentido. Con estos descastados toros, solo Pablo Hermoso de Mendoza gracias a su maestría, experiencia y dominio de los públicos, ha podido salir a hombros por la puerta grande en señal de triunfo.
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