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México D.F. Martes 11 de mayo de 2004
Teresa del Conde
Cattelan: límites
No era mi intención escribir sobre este tema, pero la página que abrió La Jornada de enmedio del viernes 7 cambió mi propósito. Es la fotografía de la intervención realizada por el artista paduano en la Plaza 25 de abril en Milán, reproduciendo en simulacro a tres niños ahorcados cuyos cuerpos penden de un árbol hermoso. Hubo quienes creyeron de primer envite que no se trataba de réplicas de cadáveres, porque los muñecos son naturalistas.
Las aspiraciones éticas supuestamente son conquista de la historia humana, pero en la esfera del arte paradójicamente también se infringen. Se diría que hay artistas empeñados en matar el arte, como si todo perjuicio referido a sus respectivos, omnipotentes y despóticos ''yoes" se convirtieran en crímenes de lesa majestad.
Cattelan suele ser ''chistoso" y en broma puede decirse todo, šhasta la verdad!, salvo que en lo que recientemente perpetró no hay ni un miligramo de humor, sino la moción extrema de suscitar escándalo a toda costa, acompañado de horror a la humanidad, representada en este caso por sus espectadores voluntarios e involuntarios, pues el lugar de la intervención es muy concurrido, si mal no recuerdo es un sitio cercano al Museo Brera, que contiene en sus colecciones algunas de las obras más trascendentes (como el Cristo muerto, de Mantegna, o el Emaus, de Caravaggio) creadas por quienes pusieron el arte por encima del dinero, la promoción, sus propias y fortísimas debilidades, del éxito o hasta de sus vidas.
Cattelan debe estar saturado de odio por sí mismo, porque en el fondo puede, retrospectivamente, verse encarnado en uno de sus tres simulacros de cadáver infantil. No lo objetaba, ni siquiera cuando vi sus esqueletos genealógicos de animales o sus animales estofados, uno sobre otro en 1997 en Münster, pero lo hecho ahora no tiene perdón de Dios ni debiera tener el de sus colegas ''contemporáneos e internacionales", como pueden serlo Damien Hirst, Andrés Serrano o nuestra coterránea Teresa Margolles, quien comparada con Cattelan resulta parangonarse a la madre Teresa de Calcuta.
Ya causó un mal físico que pudo ser irreversible: un abuelo, cuarentón, cuyo nieto quedó aterrorizado, intentó quitar las esculturas, pero cayó desde varios metros de altura y se fracturó el cráneo. Fabricio di Benedetto no fue el único en indignarse. Los bomberos ya quitaron las piezas, pero Cattelan no es el único culpable.
Para montar su intervención las autoridades milanesas tuvieron necesariamente que permitir la instalación, como sucede siempre que las intervenciones son públicas, cosa que el artista Christo, empaquetador de no pocos edificios públicos, puede atestiguar con creces. Aquí quiso empaquetar el Palacio de Bellas Artes hace algunos años, pero (desafortunadamente, quizá) no se lo autorizaron.
Lo que hace el médico austriaco Von Hagen, autor de Mundos corporales, con la plastinación de cadáveres humanos provoca repugnancia y consternación, pero él no se denomina ''artista", sino ''anatomista", aunque su actividad, al ser expuesta al público en museos, venga a calificarse como artística de acuerdo con los parámetros de hoy, donde todo puede ser arte.
Eso no está a discusión, Ƒo debería estarlo antes de que Cattelan o algún otro opte por ofrecer el espectáculo de ahorcarse en público en el vernissage?
Repito, no está a discusión si esa acción fue o no artística, en lo que hay que reparar es en el daño síquico, moral y físico que puede provocar, y que provocó.
La subversión está a la orden del día pero los promotores, curadores, alcaldes, etcétera, debieran fijar ciertos límites. Que Cattelan se involucre con el tema de la mafia, que meta a un burro vivo en una galería (aunque no deja uno de pensar en el bienestar del burro) o que explote parasitariamente los medios del art bussines, exhibiendo perfumes y anuncios de los mismos en sus instalaciones, es lo de menos. Lo que no se admite es que la intención artística subversiva provoque abominación susceptible de atacar los límites del ser. ƑCuántos niños se vieron duplicados en esas esculturas?, Ƒcuantos adultos y ancianos italianos no recordaron Saló?
Cattelan tuvo sitio en el Pabellón Internacional de la versión 45 Bienal de Venecia, en el MoMA de Nueva York, en el Museo de la Ville de París, etcétera. ƑSerá que está reaccionado por encima de sus recursos imaginarios y conceptuales?, Ƒque no puede ya sino involucionar?
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