México D.F. Lunes 10 de mayo de 2004
El quinto festival convoca a 60 mil jóvenes;
es la versión más controlada y tranquila
Julieta, Ely y El Haragán se llevan la primera
parte del Vive Latino
En los tres escenarios el ánimo de los asistentes
no decayó, pese a la constante llovizna
JUAN JOSE OLIVARES Y PATRICIA PEÑALOZA
Más de 60 mil jóvenes hicieron del Foro
Sol su nicho catártico en lo que fue el quinto festival Iberoamericano
Vive Latino -sin duda, la versión más controlada y tanquila-,
que ya se llena sin importar el cartel, con o sin estrellas, y que reúne
en un sólo plano a muchachos de Aragón, Polanco, Agrícola
Oriental, Lindavista, Cuajimalpa o Satélite alrededor de dos lenguajes:
la música y el idioma. La oportunidad de convivir en masa, de sentir
alegría, pese a la constante llovizna selló la primera mitad
de este encuentro.
En punto de las 9:30 horas de la mañana del domingo
abrieron las puertas del foro y comenzaron a llegar cientos de párvulos
amantes del rock en sus más variados subgéneros. A los chavos
no les importaron las constantes amenazas de lluvia o de sol; sólo
vinieron a escuchar a sus grupos preferidos.
Fueron
tres escenarios: rojo, azul y verde. A los tres islotes acústicos
llegaban una y otra vez hordas, que tuvieron la oportunidad de elegir a
quién aplaudían y a quién no.
En el escenario rojo, se colocó una gran pantalla,
en la que se proyectaban videos y opiniones de los asistentes: "Que viva
el rock" y "que chingue a su madre Bush", fueron el preámbulo para
que apareciera la banda Dildo, que comenzó la batalla sonora, al
tiempo que seguían entrando jóvenes al lugar y las taquillas
anunciaban que los boletos se habían agotado. El grupo Zoé
secundó el escándalo con su pop groovie bien elaborado, apoyados
por el gran audio de la producción.
El ambiente se prendió con los argentinos Auténticos
Decadentes, grupo añejo de ska macizo y romántico que penetró
en los oídos como si se tratara de una agrupación de moda
entre los adolescentes. Sus rolas fueron bien recibidas y causaron brincos
generalizados, que hicieron temblar el piso del foro.
Siguió Control Machete con su rap con toques de
vallenato regiocolombiano. Aunque se extrañó la voz de grueso
calibre de su ex vocalista Fermín IV, los machetes hicieron esfuerzos
por agradar, y lo lograron: cautivaron a sus miles de seguidores.
Continuó Julieta Venegas, quien siempre suena bien
con su música pop. La también acordeonista ha demostrado
que puede tocar en el escenario del más pequeño antro hasta
en el más grande estadio. Su pop suave y melodioso agradó
hasta al más neopunk de los asistentes.
Después se presentó Babasónicos,
una de las mejores bandas argentinas en la actualidad. Sus integrantes
son propositivos, atrevidos y suenan excelente; pasan modas en el suelo
argentino y siguen con sus influencias new wave y sus propuestas
novedosas.
La Cuca, que sólo se reunió para este festival
y cuatro funciones más en otros espacios, sonó verdaderamente
potente. Fue impresionante escuchar a chavitas de 15 años cantar
a la perfección todas sus letras, no obstante que fueron escritas
hace más de 10 años. José Fors, el vocalista, sigue
siendo líder en el escenario.
Corbatas punk y aretes retro
Entre corbatas punk, coloridos aretes retro ochenteros,
pantos a media pantorrilla y pelos en punta, en el escenario dos, la banda
recordó con entusiasmo a Azul Violeta con su funk cumplidor a secas,
aunque les robó público del escenario tres a los mayiamenses
de Volumen Cero, que con un chileno a la cabeza, cantó rock sencillo
en español. Por su parte, y sorpresivamente, los Amantes de Lola,
antiguos y aburridos, juntaron en el escenario tres a unos cuatro mil asistentes
y dejaron desamparados a Liquits en el dos, a pesar de que invitaron a
Meme y Joselo de Café Tacvba a palomear.
Hip hop desangelado con Cártel de Santa, que tuvo
una audiencia curiosa más que fanática, que prefirió
apoyar a la entregada y honesta Ely Guerra, quien con un cuarteto de músicos
de primera, evadió leves fallas técnicas para, femenina,
robarse a unos cuatro mil, sobre todo con su versión de Júrame,
de María Greever.
La lluvia fue intermitente y antes de las seis nunca cayó
de lleno. A eso de las tres de la tarde los ex Zurdok, ahora Vaquero con
atronador sonido, se quedaron con unos 800 asistentes, pues la mayoría
se volcó a ver a Julieta Venegas.
Caso curioso fue el del escenario Caravana Sol, que mantuvo
congregados hasta a dos mil personas sólo por ver a las bellas edecanes.
Más allá los grafiteros hicieron brotar arte callejero de
sus latas. Mientras la tarde caía y la Cuca se preparaba, las gradas
se llenaron, los pedazos de tela arrancados del piso hicieron volar cuerpos
enfundados con camisetas estampadas con leyendas tipo "Vengo solo", "Hago
el ruido y el smog", "Perra/Perro del mal" y "En vías de
desarrollo", arrancaron sonrisas valedoras.
El único grupo de reggae, Antidoping, convocó
a unos cuatro mil también, en medio de alegres arengas pacifistas,
que tuvieron gran eco. En el mismo escenario, el tres, El Haragán
y Cía., fue un exitazo con cerca de seis mil cabezas que corearon
las letras del rolero urbano, sobre todo su éxito Muñequita
de hule.
El momento argentino del folclor rudo de Catupecu Machu
fue opacado por lo posmo-cool de Babasónicos en el principal.
Seguirían por los proscenios bandas como Maldita
Vecindad, los forzosamente reunidos Fobia y las dos cartas fuertes del
festival: The Mars Volta e Ill Niño.
La mega producción contó con instalaciones
de artistas plásticos, el Tianguis del Chopo y módulos en
los que se vendía agua, chelas y comida.
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