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México D.F. Lunes 10 de mayo de 2004
Laberinto, de Germán
Romero, y Chromatophore, de Rafael Miranda Huereca, entre ellos
Cuatro estrenos a cargo de la OSN en el Foro Internacional
de Música Nueva
MERRY MAC MASTERS
La Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) participó
en el recién comenzado 26 Foro Internacional de Música Nueva,
Manuel Enríquez, al ofrecer ayer cuatro estrenos mundiales.
Bajo la batuta del director huésped, Eduardo García
Barrios, fueron interpretados Música para cuerdas, del polaco
Emil Bernard Wojtacki; Cretan Dragonfly, para flauta, vibráfono
y orquesta de cuerdas, del británico Andrew R. Glover; Laberinto,
para orquesta, de Germán Romero, y Chromatophore, también
para orquesta, de Rafael Miranda Huereca.
Una
vez más se demostró que la música contemporánea
de corte "seria" tiene su público, mismo que llenó en casi
su totalidad la planta baja del Teatro del Palacio de Bellas Artes. No
obstante que Cretan Dragonfly contó con dos solistas, la
flautista Julieta Cedillo Blanco y el percusionista Julián Romero
Pacheco, se puede decir que las obras de los compositores mexicanos llamaron
más la atención de los presentes.
Al término del concierto, Germán Romero
(Mérida, Yucatán, 1966), maestro de composición del
Conservatorio de las Rosas, en Morelia, Michoacán, expresó
a La Jornada que su pieza se basa en un cuento de Michael Ende,
que habla de Icaro -sin mencionarlo-, que está en una ciudad-laberinto
con una particularidad: siempre está en movimiento, de tal manera
que nunca es posible establecer referencias.
Explica: "Me llamó mucho la atención eso
al empatarse con mi trabajo previo en el sentido de que quería hacer
una música en la que no había muchas referencias. Hacer un
discurso quebrado, un antidiscurso sonoro. Es decir, hago eventos que no
están conectados directamente, de manera que el oyente se pierda
en el discurso sonoro y no sepa qué vaya a seguir. De tal modo que
su audición se concentra más bien en el evento, sin esperar
un desarrollo discursivo tradicional en la música".
-¿Le gusta retar al espectador?
-Mi música es así. Me parece que el oyente
es muy pasivo y espera que la música lo lleve, lo guíe. Pero,
a mí me gusta que las personas se involucren en el evento sonoro
que están oyendo.
-¿Busca efectos?
-El efecto instrumental es por sí mismo. Me interesa
crear una expectativa auditiva diferente. Ese es el objetivo primordial
que tengo.
-¿Establece ambientes?
-Me gusta mucho oír música aunque suene
paradójico. Es decir, me gusta mucho oír el sonido mismo.
Hay una parte larguísima en donde se escucha el fagot. Para mí
es una invitación a involucrarse en la sonoridad misma del fagot,
en todas las riquezas que pueden haber con un solo sonido. Por eso, hay
siempre acordes muy largos.
También presente en el concierto, Rafael Miranda
(Toluca, estado de México, 1973) señala que Chromatophore
recoge su visión del mundo actual: "Busco que las personas tomen
conciencia por medio de la música de lo que es el movimiento de
la pululación de la vida y el de para qué estamos vivos.
Es una preocupación más bien filosófica, profunda".
Sus ideas, agrega Miranda, provienen de sus vivencias,
sobre todo, de su relación con personas, "que están en una
organización o una empresa, y que veo son pequeños elementos
que se mueven dentro de ella pero son parte de un resultado final, global".
Miranda tuvo sus comienzos en la música electrónica,
el rock y lo popular. De allí, su idea era traer muchos de sus elementos,
por ejemplo, "el gran sonido de las bandas que tocan en vivo", a la orquesta.
En la actualidad el compositor prepara un proyecto multimedia en donde
junta las artes escénicas, el video, la música electrónica
y un grupo de cámara, así como otro de bandas marchantes.
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