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México D.F. Viernes 7 de mayo de 2004
Comenzó con dos horas de retraso; gritos de apoyo a la isla
Acalorada conferencia donde antes se anunciaban las devaluaciones
ROSA ELVIRA VARGAS Y GEORGINA SALDIERNA
El mismo salón Panamericano de Palacio Nacional, donde hace un cuarto de siglo las autoridades de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público daban a conocer solemnemente las devaluaciones del peso, siempre con perfecto apego retórico al nacionalismo, fue el escenario donde los secretarios de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez Bautista, y de Gobernación, Santiago Creel Miranda, hicieron lo propio con la política y discurrieron por los vericuetos del patriotismo y la que consideran nuestra soberanía mancillada.
Se desconoce si estaban enterados de lo que ese salón representó por mucho tiempo, o si fue una elección guiada por el marco escenográfico tan nice que ofrecían las banderas del continente desplegadas a sus espaldas, y ellos dos flanqueados por los bustos en bronce de Manuel Payno y Miguel Lerdo de Tejada. Queda, pues, la duda.
šAire!
Pero lo que nadie ayer se tomó la molestia de prever fue el espacio que se destinaría a aquellos que estarían ahí para imprimir las imágenes y recoger las expresiones de tan circunspectos funcionarios federales. Y de pronto, cual vagón del Metro en hora pico, el salón Panamericano se volvió irrespirable para los cerca de 250 periodistas que acudieron al llamado: reporteros de las fuentes de Gobernación y de la cancillería, cronistas, corresponsales extranjeros, fotógrafos, camarógrafos, funcionarios de las oficinas de prensa de ambas dependencias, asesores, ayudantes... etcétera. Un conglomerado tal que, sin embargo, sólo dispuso de 25 sillas y nada más.
''šCuba, Cuba!''
Y si además se considera que la conferencia de prensa empezó más de dos horas después de la hora en la que se citó, cuando llegaron los secretarios el aire ya se cortaba con cuchillo. ''šCuba, Cuba, Cuba!'' fue el coro incómodo que recibió a los funcionarios a su llegada al recinto de Palacio Nacional, pero hubo también gritos perfectamente audibles de franco enojo y reclamo, ahí, en su propia cara: ''šPero qué falta de respeto!'' ''šQué impuntualidad!'', señalaban los más recatados. Porque otros de plano soltaron: ''šAhora sí se la jalaron!''
Creel Miranda apenas esbozó una cortés disculpa. Derbez Bautista, ni eso. Y empezaron.
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