TOROS

Gastón Ramírez Cuevas

Faltó entrega, pero Matías Tejela cortó una oreja

Ganadería. Torrestrella. Cómodos, bien presentados. Un quinto toro extraordinario. Toreros. Eduardo Dávila Miura: Media estocada, aplausos y al tercio en el primero. Al cuarto lo mató de otra media oyendo algunas protestas. Matías Tejela: Dos pinchazos, media estocada y cuatro golpes de descabello con un aviso en el segundo. Estocada entera pero caída para cortar una oreja en el quinto. José María Manzanares (hijo): Estocada entera en el tercero y entera tendida en el sexto.

SEVILLA, ESPAÑA, 28 DE ABRIL. La corrida de toros fue de esas que algunos toreros con hambre están esperando siempre. Ahora, puede haber hambre, pero hay que tener las ideas claras y ganas de alzarse con un triunfo grande.

DE DAVILA MIURA hay que decir que es un torero muy honrado, muy simpático y muy del gusto del público sevillano. Le gusta hacer lucir a los toros y sabe pegar unos pases de pecho inconmensurables. Lo malo es que sólo tiene una faena hecha, una única cuerda en su arco. Hoy ha estado voluntarioso, inclusive brindó al público en el cuarto toro, pero nunca entendió la embestida ni demostró oficio. Así es difícil dar el paso adelante y pelear por los primeros sitios en esta fiesta tan compleja.

LUEGO SALIO UN torero de esperanza, Matías Tejela, quien el año pasado emocionó al respetable por sus buenas maneras y su intención de agradar. Hoy estuvo bien, pero habría podido armar la faena de antología. A su primero no le encontró la distancia y pareció estar por debajo de un toro que se entregó sin tirar una sola cornada. Por cierto, en el tendido se comentaba que ya no hay percances, que este año todo mundo ha salido ileso de los compromisos en La Maestranza.

EN EL TORO que salió en quinto lugar, del que se dice que nunca es malo, Matías se tardó mucho en entender que el animal quería lucir en tandas largas y ceñidas con la mano izquierda. Quizá le costó recuperarse del desconcierto que produce brindar a todo el público y ser pitado por parte de los asistentes. No obstante, cortó una orejita de poco peso, pues la afición se percató de que ahí hubo un toro que, en otras manos, hubiera sido para el recuerdo.

EL NIÑO DE José Mari Manzanares pareció extrañar los consejos que acostumbraba darle su padre desde el callejón. No supo darle la distancia adecuada a ninguno de sus dos enemigos y para ser figura en esto se necesita pensar, llevar muy clara la faena en la mente y quizá tener el deseo de triunfar pase lo que pase. La cosa es que en las dos tardes que ha tenido para ser juzgado por el benevolente -pero conocedor- público sevillano, apenas pudo lucir algo de clase y elegancia. La verdad, muy poco para lo que se esperaba de quien lleva un apellido tan importante.

DON ALFONSO ORDOÑEZ -maestro por su sapiencia y su buen decir-, el hermano menor del gran maestro Antonio (quizá el mejor torero de los últimos 50 años), dijo que la corrida de toros le había gustado, pues los toros embistieron. Dijo también que es el toro el que ayuda a los toreros a desarrollar lo que éstos llevan dentro. Cabe, entonces, preguntarse si muchos toreros actuales están un poquito huecos.