México D.F. Lunes 26 de abril de 2004
Trasnacional busca controlar el café orgánico
Escudada en grupo ecologista, Starbucks impone condiciones a la venta del grano en Chiapas
ANGELES MARISCAL CORRESPONSAL
Jaltenango, Chis. Escudada en la organización ecologista Conservación Internacional (CI), la trasnacional Starbucks Coffee Company pretende imponer la política de comercialización del café orgánico en Chiapas. Esta situación ha dividido a las organizaciones campesinas.
A partir de los contratos firmados con la trasnacional del café, CI intenta cooptar al mayor número de productores cafetaleros, ofreciendo duplicarles el precio de compra del grano de la actual cosecha, a cambio de que dejen el proceso de comercialización a intermediarios, en este caso Agroindustrias de México S. A. (AMSA), la cual vendería el producto a través de la marca de CI, Green Conservation Coffe.
Conservación Internacional se apropió además de información estratégica y del padrón de caficultores orgánicos de la zona, durante los años en que proporcionó asesoría técnica y facilitó el proceso de comercialización del café.
Los productores afectados, miembros de cuatro cooperativas agrupadas en la Coordinadora El Triunfo, denunciaron que estas acciones de CI, que provocaron divisiones en sus organizaciones e incertidumbre sobre la venta de al menos 30 por ciento de la cosecha de este año, forman parte de una estrategia "neocolonizadora", que intenta crearles dependencia de compañías trasnacionales y acabar con sus capacidades organizativas y autogestivas.
En la Sierra Madre de Chiapas, en terrenos que comprenden la zona de amortiguamiento de la reserva ecológica El Triunfo, los representantes de la Coordinadora El Triunfo -compuesta por Campesinos Ecológicos de la Sierra Madre de Chiapas (Cesmach), Triunfo Verde, Organizaciones de Productores de Café de Angel Albino Corzo (OPAAC) y Organización Regional de productores Agroecológicos (ORPAE)-, denunciaron los hechos a La Jornada.
Estos campesinos representan a mil 28 familias dedicadas desde hace 10 años a la producción de café orgánico. Su producto actualmente cuenta con la certificación de OCIA Internacional y de la Certificadora Mexicana de Productos Orgánicos (Certimex). Como organización lograron también la membresía denominada Comercio Justo, que da plusvalía a su café, en recompensa por la equidad con que manejan sus intercambios comerciales.
Estos dos logros, explica Sixto Cruz, coordinador de Cesmach, permitieron a los productores hacer frente a la crisis del café que afecta al país desde 1989, al obtener su producto un valor agregado.
Entrevistados en las instalaciones que tienen en el municipio de Jaltenango -que incluye una bodega, un solar para el secado del café, y maquinaria para la preparación y empaque del grano-, los productores señalan que emprendieron su proceso de organización en 1991.
"Entendíamos que el café por el café no era una garantía, por eso buscamos nuevas alternativas que nos permitiera el desarrollo. Pero nosotros empezamos teniendo claro que todo era con sentido social, aunque tuviéramos que estar acordes con un mercado", explica Adalberto Velásquez, presidente del grupo Finca Triunfo Verde.
La llegada de CI
Según relata Roberto Escalante, director de la Reserva Ecológica El Triunfo -dependiente de la Comisión Nacional de Areas Naturales Protegidas (CONANP)-, la pro- ducción de café orgánico la comenzaron los productores de Cesmach a través del proyecto
Café Amigable de la Conservación, pero cinco años después llegó CI a la zona, organismo que empezó a gestionar recursos para iniciar un proyecto similar que llamó Café de Conservación.
Santiago Argüello, representante de CI en la zona, afirma que la llegada de su organización a la sierra de Chiapas "forma parte de una estrategia que abarca toda Mesoamérica y plantea facilitar el mercado a aquellos productores que implementen mejores prácticas de café de conservación".
Ambos proyectos, el que trabajaba Cesmach y el que traía CI, planteaban como bases mínimas de conservación no utilizar agroquímicos, no tirar árboles de especies originales, mantener 10 especies diferentes de árboles en cada cafetal y no propiciar la deforestación.
En 1999 los productores de café orgánico aceptaron trabajar en colaboración con CI. "La traba que teníamos los productores era en el proceso de comercialización, y con esa propuesta llegaron. Venían con un esquema ya más de negocios", explica el campesino Reynaldo López, presidente de Cesmach.
Durante los tres años siguientes, con la colaboración de CI, los campesinos agroecológicos lograron vender a un precio 78 por ciento arriba del que se paga a nivel local e incrementar la exportación de 385 a 822.5 toneladas de café orgánico.
"El problema fue que mientras ganaba nuestra confianza, CI hacía un trabajo de eliminación de las organizaciones internas. Empezó a prescindir de nuestra anuencia en los proyectos, nuestros tiempos; intentaba incluso cambiar técnicas de cultivo, en una actitud de 'o lo tomas o lo dejas, porque yo tengo el mercado y te tienes que alinear o te vas'", recuerda Reynaldo López.
La colonización verde
"Y cuando creyeron que ya éramos dependientes de ellos, a mediados de 2003, intentaron hacernos a un lado en la comercialización. Nos dijeron que nosotros ya no teníamos que meternos en la selección del grano, en el control de calidad, en la exportación, sólo entregar a AMSA nuestro producto en bruto", relatan los representantes de las cuatro organizaciones cafetaleras.
Añaden que en ese mismo periodo CI informó a los cafetaleros que deberían duplicar su producción porque había hecho nuevos contratos de venta con Starbucks.
"Sin consultarnos nuevamente, sin avisarnos, tomándonos como meros trabajadores. Respondimos que sí queríamos hacer un convenio con esa empresa, pero sin esa nueva política de comercio."
Cuando aún se estaban discutiendo los planteamientos de CI en las organizaciones, el grupo ambientalista les notificó que a partir de agosto de 2003 los productores deberían entregar "donaciones" en su favor, por concepto de "gastos de operación".
Estas tarifas iban de 5 a 15 dólares por quintal exportado, dependiendo del grado de certificación que tiene cada campesino (si su café ya es considerado ciento por ciento orgánico, si está en proceso de transición o si cuenta con la membresía de Comercio Justo). Es decir, los cafetaleros debían pagar en conjunto de uno a 3 millones de pesos.
CI les impuso también un pago por el programa de monitoreo de cultivo que realizaba el grupo de técnicos a su servicio, más una aportación de 16 por ciento de las ganancias obtenidas para fortalecer el llamado Fondo Verde (Verde Ventures), administrado por el grupo conservacionista.
El coordinador regional del programa de café de CI, Santiago Argüello, justificó la nueva política comercial con el argumento de que las organizaciones cafetaleras habían incumplido parcialmente los compromisos adquiridos con Starbucks al no entregar en tiempo y forma la cosecha comprometida, lo que "demostraba una falta de capacidad en el proceso de maquila y exportación".
Añadió que por este motivo Starbucks determinó que a partir de la última cosecha de 2003 los productores deberían entenderse con AMSA, que llevaría a cabo los procesos de maquila y comercialización.
"AMSA iba a fungir como coyote, como intermediario. Cuatro de las seis cooperativas que estábamos en el proyecto nos opusimos y rompimos las relaciones comerciales", explica Sixto Cruz.
Añade que Starbucks ya había invertido miles de dólares en el proceso de mercadotecnia para introducir en su mercado el café que pretendía adquirir, para comercializarlo bajo la marca Shade Grown.
Según consta en los empaques de café, la trasnacional promociona el origen del grano únicamente señalando que es un producto de la Sierra Madre de Chiapas, e incluye el logotipo de CI, para indicar que el grano es producto del trabajo de conservación de ese organismo.
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