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México D.F. Domingo 25 de abril de 2004
Gala, la mujer más enigmática
del siglo XX
Circula biografía de la musa de Salvador Dalí
El texto de Dominique Bona entremezcla la vida del personaje
con el entorno político y social que le tocó vivir
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
Musa, bruja, mujer liberal o sumisa, atenta a sus necesidades
o a las de otros. Estos aspectos se develan en Gala, la mujer más
enigmática del siglo XX, biografía escrita por Dominique
Bona que este lunes comienza a circular bajo el sello de Tusquets Editores
en su serie Tiempo de Memoria.
El
libro se divide en siete partes y comienza con la llegada de Gala al sanatorio
de Clavadel, en las montañas suizas. Venía de Moscú,
tenía 18 años y estaba enferma de tuberculosis. Poco se sabe
de la vida que llevó en su lugar de origen.
''Físicamente posee el tipo eslavo. Anchos pómulos,
barbilla pronunciada, frente inmensa, boca amplia y tez mate. Con todo,
no es hermosa. Ni mucho menos guapa. Carece de gracilidad debido a un asomo
de dureza, a cierta rudeza en los contornos del rostro y en el porte. De
no ser por su frondosa melena, que espontáneamente se ondula en
rizos de un negro intenso; por sus manos, que son largas y vigorosas, por
su talle esbelto, casi se diría que es fea. Flaca, con los huesos
del cuello y hombros salientes, tiene bastante buen tipo. Su cuerpo es
de proporciones armoniosas, tiene las piernas bonitas y el tobillo fino.
Pero cuando se le ve por primera vez, la impresión general no juega
a su favor. De entrada, no resulta atractiva. Sus aires altivos mantienen
a la gente a distancia.
''De mediana estatura, va tan tiesa y yergue la cabeza
con tal empaque que parece casi alta. Su aspecto impone. Pero lo que a
fin de cuentas la distingue, la hace destacar de la medianía, no
son tan sólo su juventud y su orgulloso porte, sino su mirada. Sus
ojos son negros, febriles y negros, brillantes y oscuros a la par. Como
el azabache -la imagen se ajusta a la realidad.''
Así era Elena Dimitrievna Diakonova. Ella es Gala,
la que conquistó al poeta Eugène-Emil-Paul Grindel -quien,
con el paso de los años, sería mejor conocido como Paul Eluard-,
la que entró de lleno al movimiento surrealista con amigos como
André Bretón, Phillippe Soupault y Louis Aragón. La
que conquistó a Max Ernst.
Es Gala, la musa de Salvador Dalí. "Pequeño,
nunca más nos separaremos", le dijo ella. Hechizados los dos desde
que Dalí se inició como pintor. "En los años 30 el
matrimonio Dalí está unido cual hidra de dos cabezas. Dondequiera
que vaya el pintor le acompaña su esposa silenciosa y discreta.
En tanto que él atrae la luz sobre su pintura y sobre su persona,
ella se mantiene a la sombra. Es indisociable de él. Una inspiradora,
en la medida en que él extrae de ella la fuerza para vivir, es mucho
más que una musa. Dalí la llama su 'Angel del equilibrio'.
Guía sus pasos, su ser y sus ideas".
Sin embargo, la biografía escrita por Dominique
Bona va más allá de la figura misteriosa de Gala: entremezcla
sus andanzas con el entorno político y social que le tocó
vivir, al tiempo que recorre el ambiente cultural de la época y
da cuenta del nacimiento de corrientes como el surrealismo y el dadaísmo,
y cómo se tejieron las relaciones entre los principales actores
culturales del siglo pasado.
Elena Dimitrievna Diakonova, Gala, murió el 10
de junio de 1982 a los 88 años. Dalí falleció el 10
de enero de 1989.
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