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México D.F. Jueves 22 de abril de 2004
Octavio Rodríguez Araujo
Crisis política
Durante varios años sostuve que en México coexistían dos regímenes políticos sobrepuestos: el que he llamado estatista, populista y autoritario, dominado por la burocracia política en los gobiernos, y el tecnocrático neoliberal que entonces estaba en manos de los priístas precisamente tecnocráticos (sobre todo a partir de Miguel de la Madrid). Se suponía que el triunfo del Partido Acción Nacional en las elecciones presidenciales y el gobierno de Fox llevarían a la desaparición del viejo régimen y a la consolidación del nuevo. Pero no ha sido así.
La principal razón por la que el nuevo régimen no ha podido consolidarse se debe a que Fox y su gabinete no han sabido gobernar y, por si no fuera poco, han tenido un contrapeso importante en el Congreso de la Unión, donde aún hay defensores de algunas de las características definitorias del viejo régimen, entre éstas la intervención estatal para regular la economía y la defensa de las empresas estratégicas como organismos estatales.
Si el viejo régimen está casi desaparecido y el nuevo no ha logrado consolidarse, a pesar de que se ha intentado por más de 20 años, no debiera resultar extraño que vivamos una crisis política de gran profundidad en todos los órdenes y niveles de gobierno. La crisis es de tal magnitud que hoy por hoy la política ha sido sustituida por el ministerio público (federal y estatal) y los medios de información. Ahora son más importantes las procuradurías de justicia que las secretarías de gobierno, tanto en el nivel federal como en las esferas estatales. Es en estos ámbitos en donde se están dirimiendo las confrontaciones políticas que, como está a la vista, se han rebajado al nivel de acusaciones penales y sospechas de todo tipo de ilícitos.
El ejemplo de Morelos es elocuente. El gobernador panista primero dijo que metería las manos al fuego por su jefe de la policía judicial, quien ha sido acusado y detenido por asociación con narcotraficantes. El gobernador dijo no estar enterado, y con esto se volvió más vulnerable de lo que era. Se vio precisado a despedir a su procurador y luego a su secretario de Gobierno, es decir, a sus principales colaboradores, en tanto que en el Congreso estatal y fuera de éste hay quienes le piden su renuncia para hacerle juicio político. El dirigente nacional de su partido declaró que no metería las manos al fuego por su correligionario gobernante. Un panista en desgracia que el gobierno federal ha querido defender, sobre todo desde la Secretaría de Gobernación. Si el gobernador morelense cae, los panistas tendrán menos puntos de popularidad de los pocos que tienen. ƑDónde se ha iniciado el desprestigio del gobierno de Morelos? En la Procuraduría General de la República, a instancias de la DEA (agencia antidrogas de Estados Unidos).
La escalada de acusaciones y videos contra los colaboradores y ex colaboradores del jefe del Gobierno del Distrito Federal tiene ciertas semejanzas (aunque no tan graves como el narcotráfico), pero aquí no se trata de minar a un gobernador, sino de impedirle el paso a la candidatura por la Presidencia del país. No parece casualidad que en tanto se iniciaba una ofensiva contra la esposa del Presidente y su fundación caritativa aparecieran videos y escándalos con la intención de desacreditar a López Obrador y de acelerar la crisis interna de su partido, que ya venía descomponiéndose en varios sentidos.
Por si no fuera suficiente, la crisis política ha alcanzado a los partidos. Ninguno se ha librado de pequeños y grandes escándalos o de antecedentes negativos de sus dirigentes que mucha gente, lamentablemente, olvida o desconoce. Peor aún, ninguno se ha propuesto diseñar un programa de gobierno alternativo y creíble que nos ofrezca una razón para votar por ellos tanto en las próximas elecciones locales como en la grande de 2006. Los partidos están tan vacíos de contenido y de principios que establecen alianzas electorales con sus adversarios históricos con tal de alcanzar puestos en un posible gobierno estatal o municipal triunfante. Esto no es pragmatismo, sino oportunismo ramplón y poquitero. Los partidos políticos ya no defienden posiciones ideológicas y programáticas, sino el cesto de los tomates podridos que lanzarán a sus rivales o los acuerdos en lo oscurito que puedan hacer para no quedar fuera del presupuesto.
Para mí, estamos viviendo una de las crisis políticas más serias de nuestra historia reciente, y no se ve por ningún lado quién o qué instancia pudiera evitarla. Lo único positivo es que el nuevo régimen tiene ahora más obstáculos para ganarle al viejo régimen y consolidarse. Lo negativo es que no parece haber alternativa. Y si la abstención o el voto nulo se extienden (como ya parece insinuarse), la mayoría de los mexicanos dejaría que unos cuantos, los que sí voten, decidan el rumbo del país, lo cual tampoco es la mejor opción.
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