GAS: LOS PROYECTOS SE DESINFLAN |
19 de abril de
2004
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La que pegue primero sacará de la competencia al resto. Las firmas de energía que quieren instalar plantas de gas natural licuado en el norte de la península de Baja California enfrentan una creciente oposición de los partidos políticos y colonos del lugar a sus proyectos. Al rechazo se suma una enredada cadena de trámites y choques entre autoridades locales y nacionales que ponen en duda la realización del principal proyecto energético del gobierno federal. Ronald Buchanan Korea Gas, la empresa estatal de gas natural licuado (GNL) de Corea del Sur, quiere participar en la coinversión de Sempra Energy de los Estados Unidos y la anglo-holandesa Shell para procesar GNL cerca de Ensenada, Baja California. ¿Sabrá en lo que se mete? De por si el negocio del GNL es complicado. Hay problemas de suministro, de transporte, de comercialización, para no mencionar los trámites relacionados con la obtención de los permisos. Cada planta necesita seis autorizaciones de distintos niveles del gobierno, como mínimo. Y a ello se suman las protestas por parte de partidos políticos, vecinos y ambientalistas. Por supuesto que en todas partes del mundo hay trámites y protestas. La diferencia en México es que, en cuanto a trámites, quien tiene la última palabra es quien trae más pistolas en un sentido figurado, por supuesto. Y, en ausencia de los cauces disponibles en otros países el parlamento o las audiencias públicas, lo mismo pasa con las protestas. La carrera para establecer una planta de GNL en Baja California, en el noroeste del país, había empezado a mediados de 2001 con cuatro competidores: proyectos de Marathon Oil y Chevron Texaco, ambos de Estados Unidos, y por separado Sempra y Shell. Mientras tanto, Shell ahora en asociación con la firma francesa Total está construyendo la primera planta de GNL de México en Altamira, Tamaulipas, en el Noreste del país, para surtir de gas a termoeléctricas locales bajo un contrato de largo plazo con la Comisión Federal de Electricidad (CFE).Y en la costa central del Pacífico, aún está por verse quién va a construir una planta entre Tractebel, de Bélgica, y Repsol YPF, una empresa de capital hispano-argentino. Pero los proyectos de Baja California son los que han suscitado controversia, sin duda porque cada uno se enfoca, por lo menos en parte, al mercado de Estados Unidos. O van a vender excedentes de gas directamente al sur de California o a plantas generadoras de energía construidas en territorio mexicano para exportar electricidad a Estados Unidos. Políticos tanto del PRI como del PRD, que juntos forman mayoría en el Congreso, ven en esta interdependencia una dependencia que pone en riesgo la soberanía del país. A finales de febrero, los planes de Marathon fueron cancelados abruptamente cuando el gobierno estatal expropió los terrenos en donde iba a construir su planta como parte de un "centro regional energético" que representaría una inversión de mil 500 millones de dólares. Pero aunque quedan los proyectos de Sempra-Shell y Chevron Texaco, bien puede ser que sobre uno. "Dudo que haya mercado para más de una sola planta en Baja California," dice Sergio Rosado, director para México de la consultoría IPD Latin America. Chevron Texaco está de acuerdo. "Sería muy difícil arrancar otro proyecto una vez que uno ya esté en marcha," comenta Carlos Atallah, vice presidente para México de la empresa. El proyecto de Chevron Texaco es establecer una planta de GNL en el mar, a 13 kilómetros de las playas de Tijuana y con las Islas Coronado a un kilómetro atrás, utilizadas como un rompeolas natural para proteger la instalación. Versiones falsas, dice Atallah de que la Secretaria de Comunicaciones y Transportes había concesionado las islas a la petrolera levantaron gritos de protesta de los políticos. El permiso gubernamental para este proyecto está pendiente. Atallah quiere que haya una especie de licitación para establecer la primera planta de GNL en la península. Prefiere que gane la empresa cuyo proyecto sea mejor para México, no la que llegue primero en la carrera de la tramitología. Pero para Sergio Tagliapietra, secretario de Desarrollo Económico de Baja California, únicamente el mercado puede determinar quién gane la contienda. Este principio de no-intervención, sin embargo, contrasta con la expropiación de los terrenos donde Marathon iba a asentar su proyecto. Para entonces, Marathon ya contaba con un permiso de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) del gobierno federal para construir una planta de GNL. De hecho, era la primera empresa en ganar tal permiso para operar este tipo de instalaciones en la Península de Baja California. "Uno se tiene que preguntar cuál es el valor de una autorización de la CRE si un gobierno local lo puede anular sin siquiera pedir permiso," dice George Baker, director de Mexico Energy Intelligence, una consultoría con sede en Houston. En efecto, el embrollo revela que el México democrático carece de algunos de los cauces más básicos de la democracia que es la institucionalidad. No ha habido jerarquía de responsabilidad en la toma de decisiones. Ni hay donde resolver disputas a través de arbitraje independiente; en su ausencia se resuelven por la fuerza de quien tenga más poder. La corrupción si hubiera tendría donde florecer. Paul Weeditz, portavoz de Marathon, no acusa a nadie de corrupción. Pero se confiesa decepcionado por la forma en que el gobierno estatal echó por abajo los planes de la empresa. "Durante dos años trabajamos muy duro en el diseño de este proyecto," dice. Seguros de que, como en todas partes, habría gente en contra, los ingenieros de Marathon diseñaron plantas de desalinación y de tratamiento de aguas como parte integral del proyecto. "Sabíamos que Tijuana tiene un problema con el suministro del agua. Pensamos que las plantas harían mas apetecible el proyecto," dice Weeditz. Pero no fue así y, a pesar de que por lo menos ocho vecinos del terreno donde Sempra-Shell planea construir la planta procesadora de GNL han presentado recursos legales para parar el proyecto, éste cuenta con el apoyo total del gobierno estatal. "Es natural que algunas personas, por desconocimiento, rechacen este y otros proyectos," dice Tagliapietra, quien asegura que hasta ahora esas empresas "han cumplido con la reglamentación de uso de suelo por lo que no se ha presentado problema alguno"§ Instalaciones de la Refinería Ingeniero Antonio M. Amor en Salamanca, Guanajuato, el 5 de Marzo de 2004. |
¿Qué es el GNL? El gas natural licuado (GNL) se logra enfriando el gas a una temperatura de 160 grados bajo cero. Ya licuado, ocupa 600 veces menos espacio, y pesa la mitad de la misma cantidad de agua. Se transporta en buques tanque especiales para su recepción en las plantas regasificadoras, del tipo de las que se propone construir en México. Allí el proceso va a la inversa: se calienta el GNL, que al ser descomprimido vuelve a su estado natural gaseoso con un aumento de 600 veces en su volumen, listo para llegar por un ducto a plantas de luz, hogares e industrias. De esa manera, países que tienen enormes reservas de gas que no pueden utilizar en su totalidad --Argelia, Australia e Indonesia, entre otros-- pueden venderlo al otro lado del mundo. Sin embargo, sus principales clientes hasta el momento han sido países sin propios recursos energéticos, como Japón y Corea entre ellos. Es que, por la alta tecnología que se emplea y las salvaguardas que son necesarios, el GNL tiene unos costos muy altos. No tan altos, como los del gas natural en los últimos dos años en Estados Unidos ... y también en México donde el gobierno fija al gas que vende Pemex un "precio de mercado" ficticio (pues no hay aquí mercado, dado que únicamente Pemex vende) equivalente al real de Houston. Por lo tanto, los proyectos de GNL en México forman parte de un "boom" que se extiende mucho más allá del país. Se están construyendo, en diferentes partes del mundo, 55 buques tanque especiales para entrar en servicio con los más de 160 ya en existencia. Estados Unidos
hoy en día tiene cuatro
plantas de GNL, pero por lo menos otras 30 han sido propuestas § ¿Qué tan seguro es? En 1944, unas 128 personas murieron en una explosión causada por un derrame de GNL en Cleveland, Ohio. El incidente puso un alto al desarrollo de esta tecnología hasta que la NASA, en su carrera para llegar a la luna en los años sesenta, desarrolló los conocimientos sobre la seguridad de los gases convertidos en líquidos. Siguieron tres décadas en que no hubo ningún accidente de importancia en que el GNL estuviera implicado. Pero la tranquilidad de la industria fue interrumpida dramáticamente en enero de este año por una explosión en la que 30 personas murieron y otras 70 quedaron heridas. La explosión en el puerto de Skikda, Argelia, ha causado una onda expansiva de temor que amenaza a docenas de proyectos para construir plantas de GNL en Estados Unidos. Argelia es el segundo país exportador de GNL en el mundo Indonesia es el número uno y la empresa estatal Sonatrach estima haber perdido 300 millones de dólares como consecuencia del accidente. Sonatrach insiste en que el GNL no fue la causa directa del siniestro, sino un defecto en una caldera. Sin embargo, ha dado a los oponentes estadounidenses de las plantas mucha tela de dónde cortar. Ya dos proyectos estadounidenses han caído por las protestas, uno en Bahía Humboldt, California y el otro en el estado de Maine. Un proyecto en Long Beach, California, está en duda de concretarse por la misma razón. Los ataques terroristas a los trenes en Madrid en marzo pasado han renovado temores de que las plantas de GNL puedan convertirse en blanco de los extremistas. Así piensa Richard Clarke, director de la lucha anti-terrorista estadounidense hasta el ataque a las torres gemelas. Aquél 11 de septiembre de 2001, ordenó el cierre del puerto de Boston por temor a que fuera lanzado un ataque contra un buque tanque de GNL. "Al haber explotado uno de los gigantescos buquetanques ... hubiera acabado con el centro de Boston," escribió en su libro "Against All Enemies." El impacto
pudo, inclusive, haber sido tan
devastador como la explosión de gas LP en San Juanico hace diez
años. Y es que no siempre es mejor malo por conocido. En las
últimas tres décadas, solamente en México han
muerto por lo menos 20 personas en accidentes de gas LP por cada una en
el mundo entero a causa de GNL § ¿Necesitamos plantas de GNL? Los altos costos del gas y, por ende, de la electricidad que genera, se encuentran entre las quejas más frecuentes de empresarios mexicanos, quienes aseguran tener las manos atadas en la competencia con rivales como China. Algunas organizaciones industriales, apoyándose en estudios hechos por agrupamientos de empresas petroleras de Estados Unidos, alegan que México tiene gas en abundancia. Puede ser, pero también puede ser que no. Como los anuncios de la televisión que prometen que vas a perder cinco kilos en un mes, dichos estudios están hechos con el propósito de vender ... en este caso, los servicios de las empresas que pretenden explorar y desarrollar los depósitos de gas mexicanos. El único dato duro es que nuestro país cuenta con 15 billones de pies cúbicos de reservas probadas de gas. Tomando en cuenta el tamaño de la población y el desarrollo de la industria, es poco. Venezuela tiene 148 billones de pies cúbicos; Bolivia, 53 billones; Trinidad y Tobago, donde vive mucho menos gente que en la delegación Iztapalapa, más de 30 billones. Sin ser país gasero, en México está aumentando el uso de gas para generar electricidad, y crecerá todavía más a no ser que haya un cambio radical de la política. Por lo pronto, se gastan aquí unos mil quinientos millones de dólares al año en importaciones de gas natural. Pero el volúmen de ellas tiene que aumentar en los próximos años en un 100 por ciento, según pronósticos de la Secretaría de Energía. Además, el futuro de los precios en los Estados Unidos es incierto. Y es que hoy día todo México depende exclusivamente de los Estados Unidos para sus importaciones de gas. Las plantas de GNL son una alternativa § |