México D.F. Domingo 11 de abril de 2004
Enrique Olaya mostrará en galería
su relectura a la iconografía del antiguo imperio
Rescate para México del arte bizantino
El artista dejó la artesanía para adentrarse
en los códigos propios del cristianismo ortodoxo
ANGEL VARGAS
La vida de Enrique Olaya cambió de súbito:
de artesano dedicado a la elaboración de máscaras se convirtió
en una especie de arqueólogo obsesionado en rescatar la milenaria
tradición de la pintura iconográfica bizantina.
Aún
no logra explicarse cómo sucedió el cambio, pero su afán
lo llevó a mantener una reclusión casi monástica de
cinco años en su taller, durante la cual se adentró en la
investigación, el estudio y la práctica de ese arte de origen
religioso, propio del cristianismo ortodoxo.
Fue así que logró recuperar una actividad
u oficio que, según dice, en México era prácticamente
inexistente y que en el mundo, específicamente en los países
de Europa oriental, ha sufrido diversas transmutaciones, sobre todo por
la influencia de intereses de mercado y económicos.
Como fruto de esos años de trabajo, el pintor y
orfebre creó una serie de poco más de 80 piezas, de gran
y pequeño formatos, que será exhibida por primera vez al
público en la exposición Sueños de Bizantínum.
La muestra estará integrada por una selección
de esos trabajos y tendrá como sede la galería Horizonte
Siglo XXI, de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística
(Justo Sierra 19, Centro Histórico), a partir del 4 de junio próximo.
El valor de la obra de Olaya, además de las virtudes
estéticas, estriba en su fiel apego a los materiales, las formas,
las técnicas y el proceso utilizados ancestralmente en la iconografía
bizantina.
"Sigo la tradición en todo sentido. Es decir, desde
preparar la tabla y hacer la pintura -con clara de huevo y pigmentos naturales-,
y también un barniz especial para preservar el color, hasta utilizar
la técnica del temple, ya muy poco empleada inclusive en Europa",
explica en entrevista el artista y artesano.
''La mayoría de mi obra es reproducción,
porque las iconografías bizantinas partieron siempre de un mismo
patrón o modelo de imagen, aunque cada artista le ponía su
impronta mediante un rasgo o característica determinada.''
Con estudios en comunicación y de formación
artística autodidacta, el creador señala que su interés
por conservar los cánones de la pintura bizantina no es una excentricidad
ni un mero gusto, ya que se trata de un tipo de expresión llena
de simbolismos en la que todos los detalles tienen un significado.
''En la religión ortodoxa hay muchos códigos,
inclusive en las imágenes más austeras. Por ejemplo, en las
de Cristo y la Virgen María los colores de las túnicas representan
sus caracteres humano y divino. Por eso uno debe respetarlos, porque, si
no, se trastoca el fin del mensaje", apunta.
''Un
icono debe ser siempre dorado por la parte trasera, porque eso representa
el Paraíso. Las imágenes no tienen sombras. Cristo y la virgen
siempre se representarán de frente, mientras que los santos en posición
de tres cuartos. Las representaciones del mal, en tanto, se hacen en tonos
oscuros''.
Para Olaya, lo más valioso de un icono bizantino
es la imagen hecha con la pintura; sin embargo, debió adquirir otros
conocimientos, entre ellos trabajar el repujado en metal, para dotar a
sus obras de los elementos accesorios que caracterizan a ese tipo de obra,
como son la camisa, una especie de marco ornamentado con relieves y joyería
que sirve de protección.
Profesante de la fe católica, el artesano asume
que su quehacer es, en primera instancia, de naturaleza artística,
aunque aclara que todo arte está, en esencia, dotado de un amplio
sentido de religiosidad, al ser una expresión de y para el espíritu.
"La pintura de iconos es una forma de belleza, pero también
de comunicación entre lo humano y lo divino. Es una ventanita de
espiritualidad y de luz, un hermoso deseo de comunicarse y compenetrarse
con Dios.''
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