México D.F. Domingo 11 de abril de 2004
El arte de dar gracias reúne 80
cuadros pertenecientes al museo de la Basílica
Los exvotos, pequeñas joyas de fe
El volumen, preparado por Elin Luque Agraz y
Mary Michele Beltrán, incluye un estudio sobre las ofrendas, las
temáticas recurrentes y el perfil de los oferentes
MERRY MAC MASTERS
Parte de la colección de exvotos del Museo de la
Basílica de Guadalupe se da a conocer por primera vez en El arte
de dar gracias (Universidad Iberoamericana/Casa Lamm, 2003), de Elin
Luque Agraz y Mary Michele Beltrán.
El libro reúne 80 de estas ofrendas, generalmente
expresadas en cuadros, que los fieles dedican a Dios, la Virgen o los santos
en señal y recuerdo de un beneficio recibido, y que a su vez son
documentos valiosos para la historia del arte.
El
estudio incluido en el volumen es uno de los de ''mayor envergadura'',
por su profundidad histórica y sociológica, y hace "importantes
y novedosas aportaciones sobre la materia'', escribe en el prólogo
la historiadora Elisa Vargaslugo.
El libro, apunta la especialista, no es sólo un
registro de obras con algunos comentarios iconográficos y valores
plásticos, sino también es el fruto de muchos años
de trabajo de campo.
Luque y Beltrán, historiadoras del arte, fueron
curadoras de la magna exposición Dones y promesas. Quinientos
años de arte ofrenda (Exvotos mexicanos), efectuada en 1996
en el desaparecido Centro Cultural/Arte Contemporáneo.
Cuatro años después, las especialistas participaron
al lado de colegas estadunidenses en la investigación y curaduría
de la muestra El favor de los santos. The Retablo of New Mexico State
University, inaugurada en la Galería Universitaria de Arte de
la Universidad Estatal de Nuevo México, que luego viajó a
tres sedes mexicanas y cinco estadunidenses.
Las inquietudes previas maduraron en una tesis de maestría
del Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana.
Para el trabajo, las autoras revisaron 800 exvotos que
forman parte del acervo del Museo de la Basílica de Guadalupe, de
los cuales sólo seleccionaron 80 obras ''representativas''. La pieza
más antigua está fechada en 1818 y la más reciente
en 1979. Sólo aparecen unas 20 del siglo XIX; el resto pertenece
a la centuria pasada, anota Vargaslugo.
El trabajo, dividido en dos partes, dedica los tres primeros
capítulos a explicar qué son los exvotos, sus atributos en
el caso de las ofrendas pintadas y la historia del museo de la Villa de
Guadalupe.
En la segunda parte, después de dar una breve información
sobre el contexto sociopolítico de México en relación
con la temática de los exvotos, se analizan los grupos temáticos
en siete apartados, que corresponden a igual número de líneas
sobresalientes de expresión devota, localizados en el conjunto:
accidentes, en oración, cárceles y violencia, guerra y Revolución,
medios de transporte, problemas del campo y problemas de salud.
En el marco cronológico del estudio se pueden precisar,
dado el número de ejemplares encontrados, tres periodos de intensa
producción de exvotos pictóricos: 1870-1890, 1910-1930 y
1940-1960.
Entre las estadísticas que ofrecen las autoras
están las concernientes a la categoría de los donantes: durante
el siglo XIX, entre los exvotos que tienen fecha, los donantes hombres
conforman 40 por ciento y las mujeres 20 por ciento (parejas y grupos componen
otra parte de los oferentes, aunque también hay un porcentaje que
no se definió al no poder determinar quién ofrecía).
En cambio, a lo largo del siglo XX la mujer toma mayor iniciativa y, aunque
los hombres siguen conformando la mayoría -41 por ciento-, las mujeres
ya representan 40 por ciento de los oferentes.
Para las autoras, como los exvotos nacen en la mentalidad
y el contexto de la vida diaria del hombre común, su estilo también
obedece a modas, costumbres y gustos imperantes en el momento específico:
''El pintor de exvotos no es como cualquier artesano; es un individuo creativo,
susceptible a los estímulos que lo rodean''.
Tiempo atrás, anota Elisa Vargaslugo, se conocía
la participación del retratista Hermenegildo Bustos en la pintura
de los exvotos, así como del grabador José Guadalupe Posada.
A estos nombres, señala, hay que agregar ahora los de otros pintores
que esta investigación sacó a la luz, como Max Rosas, Jesús
Hernández Dávila y G. Meza.
Mediante su texto, Vargaslugo hace un llamado para que
''se enseñe a valorar y proteger'' dicho acervo artístico
de México. Reconoce que "muchas veces, por ignorancia de su valor
social y artístico, (los exvotos) se ven menospreciados por los
propios sacerdotes encargados de los templos". Esos casos de destrucción
podrían evitarse con "una recomendación de las autoridades
eclesiásticas a los curas y a los fiscales responsables de los templos.
Es urgente difundir el valor de estas pequeñas joyas".
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