México D.F. Miércoles 7 de abril de 2004
Las obras sacras del compositor estonio son
todo un acontecimiento cultural
Gana adeptos la música de Arvo Part en salas
de conciertos y tiendas de discos
Passio, Litany, Tabula Rasa, Alina, Fratres, Te Deum,
Credo, entre algunas de sus composiciones Los melómanos esperan
con gran expectación su nuevo disco
PABLO ESPINOSA
La música de Arvo Part gana adeptos. Frente a la
inercia de consumo que en esta temporada suele convertirse en repeticiones
de lo trillado, las composiciones de este autor estoniano son cada vez
más solicitadas, tanto en las salas de concierto como en las tiendas
de discos.
De
manera que mientras los medios de comunicación se llenan de ofertas
de consumo en torno a lo religioso y la idea de lo místico se torna
mero recurso comercial, un número creciente de melómanos
espera con ilusiones fundadas el nuevo disco de Arvo Part, de manera semejante
a como en otras décadas se esperaba la nueva grabación de
los Rolling Stones o de Los Beatles.
Las virtudes de la música de Arvo Part son tantas
que escapan a la manipulación de sus contenidos. Aunque en la práctica
resulte un autor de música sacra, nadie puede reducirlo a ese cartabón,
dado que su obra en realidad es indefinible, inabarcable, y sólo
alcanza su definición en cuanto suena y el escucha recibe un impacto
anímico y estético brutal.
Desde Bach hasta Mario Lavista, todos los compositores
que han escrito música religiosa -cualquiera que sea su signo--han
dejado en claro que el propósito central de tal ejercicio estético
es logar entablar un diálogo con la divinidad.
La iglesia católica, de manera paradójica,
es la que más se ha empeñado en empañar esos mensajes,
dada su condición de aliada del poder. Y es que en busca del poder
la iglesia necesita controlar a los feligreses mediante la culpa, la noción
del pecado.
Un territorio vasto está fuera del alcance de tales
manipulaciones: el terreno de la música religiosa desde el momento
en que la música es un ente abstracto. Cualquier intento por manipular
las ideas originales y los contenidos estrictamente estéticos de
cualquier obra musical topa siempre con pared.
Es el caso de Arvo Part. Hasta la fecha ningún
partido político de derecha, ninguna organización semioscura
o pública, ninguna bandera, nadie ha podido -por fortuna- adueñarse
de la música religiosa de Part. Se trata de una música en
estado puro cuya austeridad y su capacidad de conmover ofrecen al escucha
una música desnuda, virginal.
Arvo Part nació en 1935 en Estonia, donde trabajó
muy joven como ingeniero de sonido en la radio estatal. Desde sus primeras
partituras ofrece vastos territorios propositivos y de experimentación.
Del serialismo pasó de inmediato a campos más experimentales
aún. Las obras más importantes de ese primer periodo son
sus dos primeras sinfonías, y las obras tituladas Nekrolog
(1960) y Perpetuum Mobile, pero sobre todo el Collage on B-A-C-H.
A ese primer periodo siguieron una serie de largos silencios,
tiempos prolongados de introspección y de estudio de los polifonistas
medievales, de los autores corales de los siglos XIV al XVI, entre ellos
Guillaume de Machaut, Ockeghem, Obrecht y Josquin.
A partir de su tercera sinfonía surge el Arvo Part
que hoy el mundo aclama. La obra que escribió a finales de los años
setenta lo ha consagrado como una suerte de Mozart de nuestro tiempo, un
autor que ya es un clásico, un creador que ha logrado trascender
en vida. Es como si supiéramos que el señor Mozart viviese
en Salzburgo, si hoy fuera un año comprendido entre 1756 y 1791.
La realidad es bella: el señor Arvo Part vive hoy
que corre el mes de abril de 2004 en la ciudad de Berlín, donde
podemos hablar con él tranquilamente. Claro en lugar de un guten
Morgen Herr Mozart, debe sonar un equivalente: buenos días señor
Arvo Part.
En los estantes de las tiendas de discos, mientras tanto,
las obras de Arvo Part vienen y van como uno de los acontecimientos culturales
más notorios de los últimos años, más notorio
aún que las modas tipo Código da Vinci y La pasión
según San Mel.
La diferencia es abismal. Escuche el lector Passio,
Litany, Tabula Rasa, Alina, Fratres, Te Deum, Credo, I am the True Vine,
Magnificat, The Beatitudes, es decir, cualquier obra de Arvo Part,
y vivirá una experiencia verdaderamente religiosa.
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