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México D.F. Miércoles 7 de abril de 2004
POESIA PARA LLEVAR
Ricardo Yáñez
De la canción
AMO, LO HE DE HABER dicho quién sabe cuántas veces, aunque escrito no muchas, a los que cantan. El que canta, si en verdad canta, se despega de sí mismo, cae (levita) en desapego. Me gusta oír cantar (y hasta cantar, pero ese es otro asunto), si de viva voz, mejor, porque además veo. Veo ese despegar desapegándose, yéndose todo en una fluyente emisión de voz (y de silencios escuchados). Y me gusta también ver oír cantar. Mirar los ojos de los otros asombrados de oír lo que escuchan, de vivir lo que viven (gracias al canto de quien canta). Atiendo siempre a los que cantan, así no lo hagan bien (lo que en ocasiones, en el Metro, por ejemplo, tiene su dosis de incomodidad). Me es imposible no escuchar a alguien que canta, no seguir su trayectoria vocal, no irme con él o ella en un viaje que sabrá Dios, pero Dios siempre sabe (Alá es sabio). Hallo en el canto la sabiduría de la voz. Y hallo al oído sabiéndose sabido (por sabido -porque no siempre el oído se calla- se calla). En el cantar verdadero uno, cualquiera, idealmente al menos, se comprende escuchado, comprendido, bien -en o como si en silencio- sabido.
QUIZA LA VOZ DEL CANTO previa sea a la voz de la palabra. Diríase que en su origen el canto es (ya) palabra sin (todavía) necesidad de palabras. Y que cuando esas palabras que finalmente convoca no requieren más de él nace o adviene la poesía. Mas la poesía se desprende del canto amando el canto, y desde su memoria es que -siempre- habla. La poesía evoca el canto.
PERO ES EN LA CANCION (habla y canto, extendida entonación y, citemos a Baumgarten, confuso decir, menos en unión que en unidad), en esa frontera entre dos lenguajes, en verdad uno solo, donde la voz se intelige -digámoslo a lo Vallejo- dicotiledónea. Y descubre que cada uno de ambos lenguajes es nostalgia, y asimismo gozosa trascendencia, del otro. Ejemplifiquemos con sencillez extrema, casi burda. No es mucho lo que Juan Gabriel y Marco Antonio Solís hacen al "musicalizar", correspondientemente, las siguientes iniciales frases: "Probablemente ya..." y "ƑCómo fui a enamorarme de ti...?" Pronuncie el amable lector, sin cantarlos, cada uno de esos versos (que versos son), y no como tales, sino como los diría en la vida diaria. ƑNo es verdad que, al menos en lo que al arranque hace, la repectiva secuencia tonal estaba, ínsita, en cada frase?
DESCUBRIR, EN CIERTO MODO desvelar o develar, la música del lenguaje es el trabajo tanto de la melodía de una canción como el del poema mismo: de alguna manera el poema es una canción sin melodía, mas no sin música. La sutileza empieza cuando, sabedor de que música es sentir, el compositor a fondo se dedica a sentir el sentir que transmiten o enriquecidamente pudieran transmitir ciertas palabras. Verbigracia la menos elemental pieza El piano de Genoveva, de David Haro, sobre el poema homónimo de López Velarde, honda exploración a la que se suma la limpidez interpretativa, hialina casi, de Eugenia León.
ƑES CANCION SIN PALABRAS toda música? Lo tradicionalmente aceptado como tal, como música, algo me dice que sí. ƑY el tiempo, en especial el tiempo de cada quien? Se me figura que es una canción -a la que hay que encontrarle las palabras. [email protected]
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