México D.F. Miércoles 31 de marzo de 2004
Néstor Bravo Pérez
Memoria al vacío
El colectivo formado por Agustín González, Israel Moreno, Omar Barquet y José Luis Landet presenta la exposición Memoria al vacío, trabajo que me parece interesante por diversas razones.
Este grupo de jóvenes artistas se ha involucrado en una propuesta que les permite establecer un vínculo claro entre reflexión y producción; un viejo debate que ha recorrido la escuela en la que estudian y que provocó durante varios años conflictos y distancias aparentemente irresolubles.
A partir de 1998, un grupo de profesores de La Esmeralda intentamos establecer una dinámica que permitiera a los alumnos desarrollar las estrategias adecuadas para construir sus propias herramientas técnicas y conceptuales, y desde entonces pensamos que uno de los espacios adecuados para explorar y experimentar recursos es la galería.
Durante mucho tiempo este espacio de exposición de La Esmeralda se vio afectado por los criterios del mercado y fue utilizado como medio de validación más que como espacio para la muestra de los procesos de aprendizaje. Me parece que existe la necesidad de hacer visible la manera como, en una escuela, se ha estado asimilando el conocimiento.
En el trabajo que presentan estos alumnos se observa cómo las acciones tomadas nos permiten generar alternativas, nos llevan a decidir. El proceso creativo trae consigo aspectos que nos conducen a elegir, y al respecto la creatividad es necesariamente una apuesta en la que se establece, o se crea, cierta conciencia del riesgo y de incertidumbre.
Nuestras acciones, y en ese sentido nuestras concepciones y creencias, son objeto de apuesta. El mecanismo que seguimos para realizar esta apuesta tiene como elemento importante la puesta en práctica de estrategias, lo que nos permite, siguiendo los planteamientos de Edgar Morin, a partir de una decisión inicial, imaginar un cierto número de escenarios para la acción, los cuales podrían ser modificados según las informaciones que recibimos en el curso de nuestros procesos creativos y sobre todo, recalca Morin, según los elementos aleatorios que sobrevendrán y perturbarán la acción.
Es decir, la estrategia trata de luchar contra el azar, mejor aún, la estrategia saca ventaja del azar.
Los alumnos que presentan su trabajo en la galería de La Esmeralda están claros de la movilidad que existe en las intenciones que promovieron la idea original. Trabajar bajo un régimen de predictibilidad haría trivial su propuesta. La manera como han desarrollado su trabajo ha llevado a que reconozcan la gran influencia de la contingencia en su proyecto.
Así, aspectualizan el espacio otorgándole valores que lo lleva a una lentitud, a un alargamiento, una hinchazón. Hay elementos que llevan a comprender la trama de la cotidianidad, la espera, la manera como se trastorna el sujeto en una especialidad definida por criterios que tratan de comprender el estatuto particular del espacio que transita.
También es importante reconocer cómo se propicia la relación sensorial entre ambos y a pesar de eso se genera cierta unicidad de esta experiencia. Para ese colectivo se torna relevante reconocer que en su trabajo se muestra de manera contundente el hecho de que fueron afectados por la incertidumbre, aspecto natural, inclusive necesario, cuando nos imbuimos en el proceso creativo de tal forma que el tránsito por la producción se torna aleatorio. En este momento se crea una conciencia de las derivas y las bifurcaciones en las que se hace necesario reconocer la complejidad del espacio en el que estamos insertos.
Muchas ocasiones tratamos de solventar la problemática generada por la complejidad de los hechos mediante la intuición, y puede resultar suficiente, sin embargo, por más solvente y por más recursos que tenga un individuo es importantísimo encontrar estrategias que permitan la resolución de problemas por medio de la conjunción de pensamientos, del trabajo en equipo, sobre todo porque, a nivel de la enseñanza de las artes, observamos cómo, en el desarrollo de proyectos, se lleva a cabo en un espacio íntimo que provoca, en la mayoría de los casos, trabajos individuales.
Somos incesantemente un querer y un deber ser tratando de promover la emergencia de aspectos de nuestra cotidianidad personal en el proceso creativo, elementos propios de la privacidad que se suscita en la construcción de un proyecto y lo llevan a una muestra estética.
Me parece que Memoria al vacío le da otro carácter a la galería de La Esmeralda y la transforma en una extensión de los talleres, a convertirse en espacio de reflexión, donde la perspectiva de exponer un trabajo acabado se torna irrelevante y da pie para que el alumno se involucre en una perspectiva más amplia que le permita hacer apuestas. La necesidad de arriesgar es algo incluido en el proceso creativo.
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