México D.F. Miércoles 31 de marzo de 2004
Javier Aranda Luna
Octavio Paz: las nuevas travesías
Uno de los últimos deseos de Octavio Paz fue compartir, con sus lectores, un puñado de poemas escritos en otras lenguas. Por eso en el volumen que concluye la edición de sus obras completas aparecen 10 poemas que el azar, el ocio, el gusto o la amistad hicieron que el poeta tradujera al español.
Uno de esos poemas escrito por su amigo Pere Gimferrer nos recuerda la oscuridad que encierran las palabras. Otro, de Arthut Waley, nos cuenta la historia de dos hermanas que intercambian un sueño y un espejo antiguo, y con ello la heredad de un reino. Otro más de Dorothy Parker congela un diálogo absurdo -o lleno de sentido- entre un joven y una mujer. Finalmente, de los cinco poemas que Paz tradujo de Vasko Popa, recuerdo con particular entusiasmo su cuento que acaba antes de comenzar y comienza después de acabar.
El tomo XII de las obras completas de Paz está dedicado a la poesía. A poemas de su propia producción y, como hemos visto, a los de otros. La hermosa edición española de Versiones y diversiones está incompleta si la comparamos con la que incluye el tomo XII publicado por el Fondo de Cultura Económica, pues agrega los 10 poemas antes referidos.
Pero ese no es el único atractivo de la edición mexicana: el volumen recoge los libros Vuelta, Pasado en claro, Arbol adentro, los diversos poemas colectivos escritos por Paz en colaboración y un poema que prácticamente había permanecido inédito, Verde noticia, que dio a conocer Octavio Paz el jueves 23 de agosto de 1995 durante la grabación de Travesías: tres lecturas, una lectura de poemas que el escritor hiciera a sugerencia mía.
Mención aparte merecen los 12 poemas que el Nobel mexicano escribiera para acompañar otros tantos collages de su mujer Marie José. Textos e imágenes multiplican frente a frente sus enigmas y sus significados. Si la escritura con su música ciñe al espacio de la mirada plástica, los objetos tridimensionales suspenden el tiempo de los poemas para acercarnos a la otra orilla, al lugar donde se acumula la espuma de las horas.
Al concluirse la edición de las obras completas se inicia, ahora sí, la edición de ese Paz desbalagado en conferencias, programas de radio y televisión, entrevistas sustanciosas que escaparon a los ojos de los editores de sus obras completas.
Hace tiempo, a finales de los años 80, propuse a Octavio Paz publicar, en forma de libro, todo lo que había hecho en televisión. Me atraía su lenguaje sencillo, su rapidez de pensamiento al intercambiar con otros escritores o intelectuales y su capacidad de articulación verbal. Lo había visto charlar con Borges y Elizondo, con Enrique Krauze y Héctor Tajonar.
Naturalmente después de los dos encuentros organizados por la revista Vuelta en los años 90, refrendé, sin éxito, mi sugerencia. Verlo dialogar con Milosz y Kolakowski, como en el programa que hoy presenta Canal 22, o como en aquel otro que también presentara recientemente ese canal en el que habla de poesía con Joseph Brodsky, Elizabeth Bishop, Alvaro Mutis y Vaskop Popa sólo invitan a leer, en algún lugar, lo que entonces se dijo para saborearlo mejor. ƑEstará cerca la publicación del Octavio Paz oral? Ojalá, cruzo los dedos para que así sea.
Estoy seguro que algún editor estaría más que dispuesto a publicar ese material en el que deberían incluirse las intervenciones de Paz en el extranjero (conservo en algún lugar la grabación de una conferencia dictada en Valencia, que no deja de asombrarme y no he visto publicada en ninguna parte) y algunas de El Colegio Nacional que no alcanzaron la letra impresa.
El fin de las obras completas de Octavio Paz es, me parece, el principio de un nuevo y necesario trabajo editorial.
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