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México D.F. Miércoles 31 de marzo de 2004
En 1985 un decreto "de profundo contenido social"
lo dejó en la calle junto con 2 mil compañeros
Se inmola un minero desempleado en el Congreso Nacional
de Bolivia
"Es un hecho aislado que preocupa", dice el presidente
Carlos Mesa, quien llamó a la tranquilidad
Exigía el pago de una pensión, pero tenía
menos de 50 años y su demanda era "imposible de atender"
LUIS A. GOMEZ ESPECIAL PARA LA JORNADA
La Paz, 30 de marzo. Tenía 47 años,
medía 1.65 y era corpulento, como la mayoría de los mineros
bolivianos. Tocado con el característico casco minero, de plástico
color café, Eustaquio Pisacuri Chuñaca se dirigió
hacia los policías de guardia en el vestíbulo del edificio
anexo al Congreso Nacional y avisó, mostrando un detonador en su
mano, que estaba cargado de dinamita y que de no ser escuchadas sus demandas
haría volar todo a su alrededor. Eran las 12:30 horas y en esos
momentos el Congreso sesionaba en el hemiciclo de la Cámara de Diputados,
interpelando al ministro de Hidrocarburos... durante dos horas y media,
luego de suspender la sesión y desalojar el inmueble, policías,
bomberos y funcionarios negociaron con Pisacuri sus demandas, pero a las
15:02 el minero hizo estallar una de las dos cargas que llevaba adheridas
al cuerpo y se quitó la vida.
Eustaquio
Pisacuri, ex trabajador de la legendaria mina Siglo XX, pertenecía
a esa generación, la mayoría mineros, que fue echada a la
calle en 1985 con la aplicación del Decreto Supremo 21060, que inauguró
el neoliberalismo en este país. Dos décadas después
la problemática de la llamada generación sandwich
sigue vigente y ningún gobierno ha dado respuesta a sus demandas:
son decenas de miles los que perdieron sus fuentes de trabajo y recibieron
una compensación mínima por ello. El caso particular de Pisacuri
era apenas uno más: cumplió los años requeridos para
su jubilación (15), pero como no tenía 50 años o más,
no alcanzaba el beneficio previsto por la Ley de Pensiones de 1996.
Hoy, en nombre de su familia, Pisacuri redujo sus demandas
a tres: la dotación de una pensión extraordinaria para la
familia de su hermano Martín, fallecido en 1992, pero igualmente
sandwich; una pensión jubilatoria para su viuda en virtud
de las necesidades que padece, y un pago extraordinario de pensión
global para él. A los policías y bomberos que lo rodeaban
se unió un funcionario de la Comisión Minera de Bolivia (ente
estatal que se encarga de la administración minera boliviana pública)
y el viceministro de Coordinación Parlamentaria de la presidencia,
Carlos Agreda. Enterado de las demandas del minero, Agreda solicitó
la presencia del viceministro de Pensiones y Jubilaciones, Ramiro Soruco,
quien se presentó a las 13 horas, pero sólo para convocar
a su vez al director de Pensiones, Federico Escóbar.
A las 13:30 Federico Escóbar llegó con los
expedientes relativos al caso, habló con Eustaquio Pisacuri y le
informó que, "de acuerdo con las normativas vigentes", era imposible
atender sus demandas. De hecho, Escóbar dijo al minero que la pensión
global extraordinaria para él se salía de todo marco legal.
Pisacuri respondió que lo sabía, y dio a los funcionarios
24 horas para resolver el asunto. Hora y media después hizo estallar
la dinamita; murió en el acto junto con el coronel de policía
Mavel Flores, comandante del Batallón Pumas que tenía a su
cargo la seguridad del Congreso, y el cabo René Amudio, de la misma
agrupación, además resultaron heridos varios uniformados.
Todo lo ocurrido entre la negativa de los funcionarios del gobierno (asentada
en un informe presentado por el viceministro Ramiro Soruco) y la explosión
es, hasta el cierre de esta edición, desconocido.
Cuarenta minutos después las fuerzas de seguridad
dijeron haber realizado una segunda explosión "controlada", pero
dos policías más resultaron heridos. Sin embargo, fuentes
parlamentarias que solicitaron el anonimato dijeron a La Jornada
que Pisacuri ya se encontraba en el interior del Congreso antes del mediodía.
Un trabajador parlamentario lo vio entrar a un baño de la planta
baja del edificio anexo, vestido con pantalones de dril y chamarra de cuero
café oscuro: "De ahí salió ya con el casco y un maletín
en el cual llevaba la dinamita". De hecho, Pisacuri no solamente amenazó
con volarse; de acuerdo con la fuente había conseguido colocar por
lo menos otras tres cargas de explosivos en el recinto, "Los policías
desactivaron dos e hicieron estallar dos más".
La
mañana de hoy hubo una falsa alarma de bomba en la Corte Superior
de Distrito de La Paz, a unas cuadras de la Plaza Murillo, donde se asientan
el Poder Ejecutivo y, en contraesquina, el Legislativo. Durante las últimas
semanas diversos sectores sociales han amenazado con cerrar el Congreso.
En los meses recientes corre de boca en boca el rumor de golpe de Estado.
Por ello, la inmolación de Eustaquio Pisacuri exaltó los
ánimos por unas horas y los grupos de inteligencia se movilizaron
para realizar inspecciones en todos los edificios propiedad del Estado.
Poco antes de las 18 horas, en Palacio Nacional, el presidente
Carlos Mesa dio una conferencia de prensa rodeado de los titulares de las
cámaras de Senadores y Diputados. Tras visitar a la decena de policías
heridos en el hospital, Mesa pidió al país tranquilidad.
"Es un hecho aislado que preocupa", dijo. Y luego de convocar a la unidad
de los bolivianos y afirmar que "estos actos no son el camino para resolver
los problemas", el presidente aseguró que toda la investigación
se haría en forma transparente. En la conferencia, el ministro de
Gobierno, Alfonso Ferrufino, leyó el informe del viceministro Soruco
y dejó claro que no se encontraba ningún vínculo con
un grupo irregular o de ningún tipo, como se especuló en
un primer momento.
Nadie lo planeó
"Aislado no fue", respondió unas horas más
tarde el secretario ejecutivo de la Federación de Sindicatos de
Trabajadores Mineros de Bolivia, Miguel Zuvieta. "Tan sólo en Siglo
XX hay 2 mil personas en la misma situación que el compañero.
La culpa la tiene el gobierno, que mantiene vigente la Ley de Pensiones
y en vez de resolver nuestras demandas nos responde con cartas que son
más bien saludos a la bandera". Zuvieta dejó asentado que
"es la desesperación la que ha llevado a la gente a tomar estas
medidas... nadie lo planeó".
Al llegar la noche, el edificio anexo del Congreso, una
estructura de concreto y vidrios polarizados era revisado por los forenses.
Todos los inmuebles de esa cuadra perdieron los cristales y el cuerpo destrozado
de Eustaquio Pisacuri era removido para ser llevado a la morgue
y velado en la federación minera. "El desarrollo nacional liberador
dotado de profundo contenido social", prometido por el decreto 21060, nunca
alcanzó al minero.
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