México D.F. Martes 23 de marzo de 2004
Su intención es ''quitar al cuerpo la
sensualidad de la carne'' para hacerlo ajeno al hombre
Presenta Carlos Márquez sus torsos en
la galería Pecanins
Regresa al ámbito de la pintura después
de haber mezclado el arte pop y la talavera
MERRY MAC MASTERS
Por tener una visión diferente del mundo o mirar
algo censurado, hay hombres que son marginados a la manera de estatuas
de sal.
La pintura más reciente de Carlos Márquez
está llena de torsos, bustos, troncos y extremidades masculinos,
como si el artista hubiera salido a juntar los restos de las mencionadas
estatuas de sal para llevarlos a un espacio íntimo y convivir con
ellos.
Dichos
elementos compositivos también ofrecen lecturas simbólicas
internas de su actitud ante el mundo, donde ''el hombre está encerrado
en sí mismo, pese a la época de grandes comunicaciones".
Con Torsos, exposición de 12 acrílicos,
cuatro esculturas y el poema Estatua, de Xavier Villaurrutia, tomado
como un ''cuadro más", a la manera de un readymade, que se
inaugura hoy a las 19:30 horas en la galería Pecanins (Durango 186,
colonia Roma), Márquez vuelve al ámbito personal de la pintura,
después de haber mezclado el arte pop y la talavera.
La serie Torsos empezó como un juego entre
lo interior y el especio exterior. Han sido colocados, cercanos a las ventanas
de la galería, los cuadros en los que la figura principal ''mira"
hacia la calle.
Museo del tiempo
En un principio, Carlos Márquez empleaba elementos
que llegaron a ''sobrar", como podría ser un foco, un espejo o un
plátano, que después desechó para alcanzar su objetivo:
el torso.
El uso de un caracol en Torso # 2 -la numeración
se refiere al orden en que fueron pintados- se remite a la obra de Rufino
Tamayo, María Izquierdo, Agustín Lazo o Alfonso Michel.
Márquez
explica: ''Quise volver a ver a la pintura como acontecimiento íntimo,
como naturaleza muerta de la cual partir. Los pintores de los años
30 y 40 usaban caracoles, focos y la misma ciudad. Eran composiciones que
vienen mucho de la pintura metafísica de De Chirico y Carrá,
que se vuelve una atmósfera en la que participa el hombre como algo
que ya también es escultórico y ajeno a nosotros mismos".
Llegó un momento en el que Márquez ya no
tenía modelo, ''ya no se me ocurría inventar nuevas posiciones
de torsos".
Entonces recurrió a las revistas tipo body builder:
''Era algo acertado, porque esas personas han desarrollado una estética
contemporánea del hombre, como otros la tuvieron en épocas
pasadas.
''Me pareció padre usar el cuerpo de hoy
y llevarlo a ese museo del tiempo al trabajarlo como estatua. Quitarle
la sensualidad de la carne y hacerlo de yeso, mármol, es decir,
algo ajeno al hombre."
Ningún torso femenino
''En las vanguardias -prosigue Márquez-, sobre
todo del cubismo y el expresionismo para acá, la figura humana aparece
distorsionada o deformada. Eso se puede ver en Las señoritas
de Avignon, de Picasso, o en un cuadro de Francis Bacon. Quise volver
al hombre como es más en realidad."
Respecto
de las cuatro esculturas realizadas con pequeñas piezas de cerámica
y alambre, el artista hizo ''torsos de bulto", como experimento hace una
década, pero nunca los expuso.
Además, ''como resultaron tan elaborados al coser
una bolita tras otra, pues los dejé de lado; ahora que me cambié
de casa salieron de la bodega y me pareció que combinaban con lo
que pinto".
Entre los torsos de Márquez no hay ninguno femenino.
El tema del art nouveau, indica, es la mujer joven y bella, que
sus seguidores tomaron de los prerrafaelistas, quienes la usaron como símbolo.
Para el expositor ''de allí en adelante la mujer
ha tenido un papel en el arte hasta terminar en la revista Playboy.
Si antes el hombre dominaba y podría representar la fuerza, la inteligencia
o la protección, ahora la mujer lo empieza a ver como símbolo
sexual. Me interesa ese juego de papeles que cambian".
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