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México D.F. Jueves 18 de marzo de 2004
Francia renueva su concepto de laicismo
''Se privilegia la libertad de conciencia frente al aumento inquietante de integrismos''
Philippe Faure Embajador de Francia
La Asamblea Nacional francesa aprobó, el 10 de febrero, el proyecto de ley gubernamental que prohíbe el uso de signos religiosos "ostentosos" en los establecimientos escolares públicos. ƑPero cómo se llegó a esta aprobación?
El principio de laicismo, inscrito en el artículo 1Ɔ de la Constitución francesa, en el cual se manifiestan los valores de respeto, de diálogo y de tolerancia, está, desde hace cerca de un siglo, en el corazón de la identidad republicana francesa. Sus más profundos orígenes se remontan a la lucha por la tolerancia y la libertad religiosa en Francia. Jules Ferry, en aquel entonces ministro de Educación, colocó la primera piedra en 1886, instituyendo la escuela pública gratuita y laica. La ley de separación de las iglesias y el Estado, aprobada el 9 de diciembre de 1905, instauró la neutralidad del espacio público, permitiendo la coexistencia armoniosa de todas las religiones en Francia. Al lograr la adhesión de todas las confesiones y de todas las corrientes de pensamiento, el principio de laicismo es uno de los pilares de la democracia francesa: garantiza la libertad de conciencia, protege la libertad de creer o no y reconoce a cada uno la posibilidad de manifestar y practicar serenamente su fe.
Sin embargo, a pesar de la fuerza de este logro republicano, la aplicación del principio de laicismo se ha visto enfrentada, durante los últimos meses, a nuevas y crecientes dificultades que han suscitado un amplio debate en la sociedad francesa. Este fue en particular el caso en ciertos servicios públicos, como las escuelas o los hospitales. En algunos casos, hubo tensiones que alimentaron conflictos de naturaleza racista, xenófoba o antisemita que no pueden ser tolerados.
El gobierno francés ha percibido claramente el peligro de ciertos comportamientos que, en nombre de una interpretación tendenciosa del laicismo y de la libertad, que- rían hacer prevalecer las reglas de vida de ciertas religiones sobre la ley de la república, sobre la ley común. En este contexto, era importante reaccionar y afirmar la primacía de la ley sobre la exaltación de los particularismos. En efecto, era necesario hacer frente al peligro del comunitarismo que da lugar inevitablemente a las divisiones, a las desigualdades y, finalmente, a la discriminación. Además era preciso intentar poner un alto a ciertas prácticas encaminadas a cuestionar el papel y el lugar de la mujer en la sociedad.
En este contexto, y luego de muy amplias consultas, el presidente de la República Francesa, Jacques Chirac, pronunció el 17 de diciembre pasado un importante discurso cuyo objetivo consiste en reafirmar y hacer perenne el principio de laicismo inscrito en la tradición del país. La libertad de creencias sólo puede encontrar límites en la libertad del prójimo y en el respeto de reglas de vida en sociedad. En este sentido, el presidente de la república consideró en conciencia que "el uso de prendas o de signos que manifiesten ostentosamente la pertenencia religiosa debe ser proscrito de las primarias, las secundarias y las preparatorias públicas". La reafirmación del principio de laicismo en la escuela, lugar privilegiado para la adquisición y la transmisión de valores comunes e instrumento por excelencia de la idea republicana, es en efecto indispensable. No se trata de hacer de la escuela un lugar de uniformidad y de anonimato que ignoraría el hecho religioso, sino de garantizar el respeto de la libertad de conciencia de todos los alumnos, así como el de todas las convicciones. Francia decidió promover una escuela pública y abierta a todos; de ahí que sea lógico impedir el desarrollo de todo aquello que, basado en criterios religiosos, pueda dividir o separar a los alumnos. Resulta importante recalcar que estas nuevas disposiciones se aplican esencialmente al medio escolar. No se trata de una prohibición general del uso de signos religiosos. Además, sólo se prohibirán en las escuelas los signos ostensibles tales como el velo islámico, la kippa o la cruz cuando sean de tamaño excesivo. Los signos religiosos discretos, como una estrella de David, una cruz o una mano de Fátima serán naturalmente permitidos. Estas nuevas disposiciones se aplicarán igualmente en los servicios públicos y en los hospitales, con el objeto de evitar cualquier riesgo de discriminación.
Los altos responsables de las diferentes confesiones han recibido favorablemente el discurso del presidente. La Conferencia de Obispos de Francia indicó que le parecía "muy positivo que las condiciones de la convivencia sean explícitas". El Consejo de Instituciones Judías de Francia hizo asimismo hincapié en que "todos aquellos que viven en Francia deben someterse a las reglas y costumbres de la república". El rector de la mezquita de París, presidente del Consejo Francés del Culto Musulmán, elegido en mayo pasado, hizo un reconocimiento, por su parte, a ''la actitud de sabiduría manifestada por el presidente de la república".
La Asamblea Nacional aprobó el proyecto de ley muy rápidamente, respondiendo así a la urgencia manifestada por el gobierno, para que las disposiciones de este nuevo texto entren en vigor en septiembre de 2004, cuando inicia un nuevo ciclo escolar. Una muy clara mayoría (494 votos en favor y 36 en contra) se produjo en la Cámara baja, precisamente porque las fuerzas políticas representadas en el parlamento comparten este objetivo de reafirmación y de renovación del principio de laicismo.
El conjunto de disposiciones aprobadas será recopilado, más tarde, en un documento único: el Código del laicismo. Hasta la fecha, Francia es el único Estado miembro de la Unión Europea que ha decidido aprobar una legislación nacional sobre el uso de signos religiosos en las escuelas. Sin embargo, en Alemania y Bélgica, por ejemplo, se reflexiona actualmente al respecto en términos parecidos.
Al aprobar una posición en contra el uso de signos religiosos ostensibles en las escuelas públicas, Francia no preconiza un laicismo antirreligioso, sino que privilegia la libertad de conciencia frente al aumento inquietante de los integrismos, y reafirma muy claramente su rechazo a la xenofobia, el racismo y el antisemitismo. El presidente se congratuló recientemente del "diálogo sereno, fecundo y caracterizado por la confianza existente en Francia entre el Estado y las grandes religiones en Francia"; ahora se trata de preservarlo. Este es el sentido mismo del compromiso del gobierno francés, un compromiso comprendido y compartido por la gran mayoría de la opinión pública francesa, cuyo primer objetivo consiste en fortalecer la República y el laicismo.
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