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México D.F. Jueves 11 de marzo de 2004
Orlando Delgado Selley
Encrucijada
Con un operativo que requiere capacidad y visión estratégica, parte de la dirección política del PRD de la ciudad de México y de los dirigentes nacionales fueron desnudados. Mostraron algo que se sabía que ocurría en ese partido de tiempo atrás: apoyos irregulares a campañas internas y a procesos de selección de candidatos, así como intercambios de dinero por contratos. Lo que no se sabía era que el lodo había llegado a sectores que se pensaba inmunes a esas prácticas. Se desconocía también su increíble ingenuidad. Dirigentes formados en largos procesos políticos, algunos en la disciplina de una izquierda verdaderamente militante, con una candidez insólita fueron filmados por el mismo "empresario", en el mismo lugar y para los mismos fines. Torpeza y corrupción en este sector del perredismo tienen una explicación: la soberbia, sentirse capaces de hacer lo que sea, sin más sostén que la hipótesis de que se hace por una causa noble.
El costo que se pagará es inmenso. No puede conocerse hasta dónde llegará el desaliento. El principal activo del proyecto histórico representado por la izquierda electoral era su capacidad para plantear a la nación un proyecto de país en el que la equidad y la justicia fueran la divisa central, lo que sólo es posible si se parte de una base ética. Se gana una elección cuando la gente vota libremente, en pleno uso de sus capacidades de discernimiento político. La izquierda requiere, por ello, un fuerte componente educativo. Es obvio que las contiendas electorales en las que ha participado el PRD han sido marcadamente inequitativas, pero la apuesta era impedir las prácticas corporativas y clientelares, así como consolidar el respeto a las reglas del juego. Eso está destruido.
Sin duda hay mano negra. Ahumada vino a golpear un proyecto que crecía. Lo tenía planeado desde hace años. En ello intervinieron muchos intereses. Sin embargo, insistir en que la explicación está en la urdimbre de la conjura es ocioso. Debe irse al fondo. La construcción de un partido de izquierda profesional, basado en la militancia de sectores sociales empobrecidos, da un sólido fundamento social, pero genera riesgos que nunca fueron valorados. La aparición de una burocracia partidaria llegada a la dirección política, no por méritos y compromisos ideológicos con un proyecto explícito de transformación social, sino gracias a acuerdos entre las corrientes dominantes, generó una base proclive a la simulación política y dispuesta a todo con tal de mantenerse en la nómina.
Ese partido no podía plantear un proyecto de cambio para la nación. Los avances fueron resultado del empuje y de la tozudez democrática de importantes dirigentes, combinados con una base social abnegada y comprometida con una propuesta de construcción de un país diferente. Por eso la política social tiene nombres y apellidos; no es la que identifica al PRD ni a sus gobiernos. La propuesta económica, por su parte, es vaga y no responde a intereses sociales específicos. En ello se localizan las enormes vulnerabilidades que han permitido golpear una posibilidad que, pese a sus limitaciones programáticas, representaba una esperanza para amplios sectores de la población.
Faltan muchos meses para que se definan los contendientes para 2006. El PRD, si se mantiene, llegará debilitado. El candidato, por su parte, será exhibido como parte de la corrupción política que se ha hecho pública. La única posibilidad de trascender y aspirar a conducir al país está en hacer claro desde hoy el proyecto de gobierno que se propone a la población. La campaña política no sólo pasa por castigar a los culpables ni develar a los autores. Lo central está en presentar de manera ordenada y completa lo que se haría en caso de ser gobierno. En política económica y monetaria la sustitución del cuidado obsesivo de los equilibrios macroeconómicos por una política que con la misma obsesión se proponga crecer a ritmos altos y sostenidos, con nuevos y viejos empleos mejor remunerados, con una inversión pública que contribuya a recuperar el dinamismo perdido.
La política social ya está presentada. Solamente se requiere darle una plataforma nacional que reconozca la responsabilidad social del Estado, desarrollando los compromisos que el gobierno de la ciudad de México ha hecho con los ancianos, los discapacitados y la población más vulnerable. El tema de la pobreza exige recursos cuantiosos que actualmente se dedican a los banqueros y a otros sectores parasitarios. Justamente por esto ha habido una conjura y es lo que se busca derrotar. Por ello se debe hacer explícito lo que está en juego. [email protected]
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