Javier Oliva Posadas

ƑHay algún ganador?

La cruenta lucha por el desmedido poder que se ejerce desde la Presidencia de la República, capaz de crear o aniquilar riquezas y prestigios, orientar o condicionar programas de desarrollo, es en muy buena medida la principal explicación respecto del atroz espectáculo que vivimos en el escenario político nacional. Sin nuevas reglas que sustituyan a las anteriores, observamos una serie de ataques, revelaciones y declaraciones, que en muy poco contribuyen a mejorar el ambiente que vive el país.

Pero a decir verdad, de éstos y cosas aún más negativas, tiene la política. Sí, aquélla basada en los prestigios y perfiles personales más que en los proyectos y construcción de alianzas y compromisos claros. Cuando en efecto, se responde más a la inmediatez que a la formulación de propuestas sustentadas en estudios, debates en profundidad. Es cierto, insisto, que lo que hoy vivimos es parte de la política, quizá en una de sus peores expresiones, pero que sobresale cuando la debilidad de esas propuestas apenas cuenta. A más de un año de que formalmente arranquen los procesos para que los partidos políticos designen a sus candidatos, desde ahora podemos anticipar lo que nos espera en cuanto a revelaciones y conflictos en los partidos políticos y con no pocos empresarios.

Por eso, cuestionarse sobre algún o algunos hipotéticos ganadores en toda esta comedia, es difícil saberlo. De momento pueden haber unos cuantos, pero esa efímera ventaja se desvanece como la duración misma de los videos incriminatorios. Tendremos de aquí a algunos meses hacia adelante materia suficiente para escudriñar y observar; para encontrar semejanzas o eventuales casualidades; relaciones sospechosas. En medio de ese enorme pantano de incredulidad y desconfianza, los supuestos beneficiarios tendrán poco tiempo para asegurar o consolidar esa ventaja.

Mientras seguimos entretenidos con la política mediática, otros problemas mucho más serios y que sí impactan la vida cotidiana del país, siguen deteriorando la calidad de las relaciones sociales. El desmoronamiento del sentido de autoridad, la incapacidad para encontrar puntos de confluencia que no sean las ventajas materiales, parecen articularse como la mejor (o peor) fórmula para continuar en el camino del descrédito generalizado. Que hay que castigar, por supuesto, que hay que condenar, desde luego. Pero, y a continuación: Ƒqué sigue? ƑTendremos más revelaciones? ƑHasta dónde habremos de llegar?

La recurrencia a los aparatos electrónicos para dañar al adversario o intentar hacerlo, denotan que la disposición de recursos y la determinación para aplicarlos en esas tareas no tiene límite. La creación de atmósferas esquizofrénicas o de recíproca sospecha nos conducirá a la grave conclusión de que todo es una prueba, de que todo está sometido al escrutinio de los demás para demostrar su autenticidad o evidenciar su falsedad. Se ha afectado muy seriamente a una de las vías más preciadas en la política: la confianza.

Es el momento para enderezar la actividad política, o eso yo quisiera ver. Quedan meses de lucha política y de actividad electoral intensa. Nadie, ningún actor político u organización de cualquier tipo, en un clima de inestabilidad o incertidumbre, puede sentir que ha ganado o que la balanza se inclina de su lado. Por eso, en ese contexto, nadie triunfa, sí, en cambio, perdemos todos. ƑQuién quiere hacer política? ƑCon qué elementos? O, más grave aún, Ƒpara qué hacer política?

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