México D.F. Domingo 7 de marzo de 2004
Arqueóloga estudia figurillas antropomorfas halladas en la Mesoamérica precolombina
Ancestros reivindicaban estereotipo de la belleza femenina
DE LA REDACCION
Una figura voluptuosa con cintura pequeña, caderas amplias, piernas bulbosas y facciones finas conformaba el patrón de belleza en Mesoamérica durante la época prehispánica.
Con ese patrón fueron confeccionadas infinidad de figurillas femeninas de barro a las que desde el presente se les llama "mujeres bonitas".
Provenientes de entre los años 2300 a.C. y 100 d.C., algunas han sido investigadas por Patricia Ochoa, arqueóloga y curadora del Museo Nacional de Antropología.
''Aunque son parte de un estereotipo, estas figurillas muestran rasgos tan propios que se pueden considerar verdaderas obras de arte'', dice la investigadora.
Aunque se han hallado piezas de ambos sexos, en su mayoría resalta la gracia y delicadeza del cuerpo femenino, comenta, y agrega que, por haberse encontrado en campos de cultivo, se les asocia con la fertilidad de la tierra.
Una de ellas, la más antigua, perteneciente al año 2300 a.C., hallada en la isla de Tlapacoya, Zohapilco, en lo que fuera el lago de Chalco, luce desnuda sus características sexuales, tiene forma cilíndrica y el estómago ligeramente abultado.
Para su estudio, las pequeñas esculturas antropomorfas han sido agrupadas por su técnica de manufactura, su tipo de decoración, los materiales para su elaboración, los rasgos faciales y la forma del cuerpo.
Cuerpos en fiesta
Las piezas femeninas generalmente se encuentran desnudas y algunas visten faldillas o pantalones de cascabeles, pero todas lucen el torso descubierto.
Los peinados son de gran variedad de estilos e incluyen lazos, tocados o turbantes. La pintura facial y corporal era inseparable de su arreglo corporal.
Sus caras y cuerpos eran decorados con bandas y líneas de colores blanco, amarillo, rojo y negro. Estas mujeres trazaban en sus muslos diseños geométricos, círculos concéntricos y cuadrículas.
También acostumbraban pintarse todo un lado del cuerpo y dejaban el otro sin decoración, como un contraste simbólico.
Estos ''cuerpos en fiesta'' muestran movimiento, el cual se plasma de la forma más libre en las bailarinas, que representaban la gracia, la belleza y la delicadeza de las mujeres.
''Mediante el estudio de esas figurillas se ha podido saber más acerca de las relaciones entre una cultura y otra'', comenta la investigadora.
''Por ejemplo, la influencia del mundo olmeca en el resto de los pueblos mesoamericanos, fundamentalmente por medio del intercambio cultural, que se intensifica de los años 1200 a 600 a.C.''
Con el cambio a una organización social más estratificada -con una mayor especialización del trabajo y el surgimiento de una casta sacerdotal- y el establecimiento de un centro ceremonial como lugar de intercambio de ideas y productos, se transforma el significado y diseño de las figurillas.
Entre los años 600 a.C. y 100 d.C. se modificaron las técnicas de manufactura y el concepto artístico de las pequeñas esculturas, sustituidas por piezas rígidas y sin la gracia de las "mujeres bonitas".
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