México D.F. Martes 2 de marzo de 2004
Desconoce la mayoría de rusos a Mijail
Fradkov, casi seguro futuro primer ministro
Al proponer premier, Putin maniobra para conservar
el poder luego de 2008
El presidente cesó de modo abrupto a Mijail Kasianov,
quien tenía juego político propio
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 1º de marzo. Al proponer a Mijail Fradkov
para el cargo de primer ministro, cuya candidatura debe ser ratificada
sin ningún problema el próximo viernes por una Duma -Cámara
de diputados- dominada por incondicionales seguidores del Kremlin, el presidente
Vladimir Putin dio a entender que aún no está preparado para
nombrar a su posible sucesor.
Es más: al decidir que se haga cargo del gobierno
un funcionario de segundo nivel como es Fradkov, prácticamente desconocido
por la mayoría de los rusos y sin aspiraciones presidenciales, Putin
confirma que aún está abierta la posibilidad de extender
su permanencia en el poder más allá de 2008, al término
de su segundo y, mientras no se modifique la Carta Magna, último
periodo constitucional.
Un
año antes de que se venza ese segundo mandato, en 2007, no antes,
Putin pondrá a funcionar toda la maquinaria de Estado para establecer
el procedimiento legal que permita prolongar su estancia en el Kremlin,
salvo que prefiera dejar la conducción de Rusia en manos de alguno
de los miembros de su círculo más cercano, del cual Fradkov,
por supuesto, nunca ha formado parte.
Fradkov, quien apenas el lunes anterior se enteró
vía telefónica de su designación en Bruselas, donde
ejercía de representante de Rusia ante la Comisión Europea,
responde al perfil de un primer ministro provisional, que en cualquier
momento puede ser apartado del cargo para despejar el camino al jefe de
gobierno que Putin tenía en mente cuando, el martes de la semana
pasada, destituyó abruptamente a Mijail Kasianov.
Resulta difícil imaginar que Fradkov, desde la
capital belga, haya podido en contadas horas diseñar el programa
económico y la nueva composición del gobierno que Putin ofreció
presentar a los rusos antes de los comicios presidenciales del próximo
14 de marzo. La conclusión es obvia: el programa y los ministros
los pone el Kremlin.
Como primer ministro, Fradkov será simple ejecutor
de una estrategia económica elaborada por otros, políticamente
débil hasta que logre -si es que lo intenta- conformar un equipo
propio de colaboradores capaz de resistir las presiones de los distintos
grupos económicos que tienen influyentes cabilderos en el Kremlin.
Hasta ahora, se podría hablar de cierta cercanía
de Fradkov con el poderoso Grupo Alfa, cuyos magnates no han sido afectados
por la aplicación selectiva de la justicia que fustiga a algunos
de sus colegas, pero prácticamente carece de vínculos con
los nuevos clanes políticos del entorno presidencial, que reclaman
cada vez más posiciones económicas.
La elección de Fradkov contradice la lógica
del cese de Kasianov, al menos en la explicación que dio el propio
Putin de compartir con el nuevo primer ministro y los integrantes del gabinete
la responsabilidad por las políticas que se dispone a aplicar en
los próximos cuatro años.
"Importado" literalmente, ajeno por lo mismo a quienes
armaron la coalición Rusia Unida y ahora controlan la mayoría
calificada de la Cámara de diputados, Fradkov no es figura representativa
de la fuerza política que debería asumir parte de la responsabilidad
por apoyar cualquier iniciativa de ley del Kremlin.
Pero quizás esta falta de compromiso político
de Fradkov es lo que más conviene a Putin y a la Duma en el mediano
plazo. Nadie puede pronosticar ahora qué va a pasar dentro de tres
años con la economía rusa, tremendamente dependiente de los
precios internacionales del petróleo, a pesar de los malabares estadísticos
que efectuó el anterior gobierno para tratar de minimizar este riesgoso
factor.
Si el "milagro económico" se desvanece, la Duma
siempre podrá distanciarse de un premier que no delegó la
mayoría parlamentaria y el presidente tampoco dudará en deshacerse
de quien será catalogado de único culpable del fracaso.
Pero si, por el contrario, la coyuntura económica
no es todavía adversa en 2007, Fradkov será destituido para
ubicar a quien Putin elija como premier para un tercer periodo al frente
de Rusia o como sucesor de cara a los comicios del año siguiente,
ya que en su propia experiencia sabe que la jefatura del gobierno, si se
tiene el visto bueno del titular del Kremlin, puede ser una plataforma
formidable para ganar unas elecciones.
Parece haber una razón más para que Putin
haya resuelto cesar a Kasianov a tan sólo tres semanas de los comicios
presidenciales y sustituirlo con un funcionario de mucho menor peso político.
Aunque la relección de Putin es mero trámite,
el único contratiempo que podría surgir de último
momento sería una participación más baja del mínimo
requerido de 50 por ciento del padrón para considerar válida
la votación. En ese supuesto poco probable por los mecanismos de
contingencia electoral previstos en los feudos de los caciques regionales,
el primer ministro se convierte en jefe de Estado interino durante cuatro
meses, plazo fijado por ley para volver a convocar elecciones.
Por exceso de precaución o por no estar seguro
de que los rusos acudirán en masa a votar, Putin cortó de
raíz el hipotético escenario de que Kasianov, cada vez más
involucrado en un juego político propio, concentrara todo el poder
durante ese periodo crucial y prefirió nombrar a un premier dependiente
por completo del Kremlin.
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