México D.F. Lunes 1 de marzo de 2004
El escritor jalisciense recibe un homenaje en
Bellas Artes por sus 70 años de vida
''Gutiérrez Vega, poeta que dejó de hablar
de sí para hablar de los otros''
CARLOS PAUL
Con una grata sorpresa el poeta Hugo Gutiérrez
Vega celebró sus 70 años de vida, pues recibió ayer
la medalla de oro del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), máxima
presea que otorga el organismo, en el homenaje que se le rindió
en la sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes.
Por ser una figura cuya trayectoria ha buscado el placer
en todo lo que realiza -en sus viajes, en la comida, en la conversación
y, por supuesto, en su obra poética-, el Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes (CNCA) y el INBA decidieron entregar la distinción
al poeta jalisciense, expresó Saúl Juárez, director
del instituto.
Emocionado
por el reconocimiento inesperado, tras agradecerlo, Gutiérrez Vega
expresó: "No sólo me llena de orgullo y honor, sino que de
alguna manera hace un llamado a la modestia, virtud que no practico con
frecuencia, pero que hoy la practicaré por lo menos en la brevedad
de estas palabras, con las cuales deseo sea la más delicada manera
de agradecer todas las amabilidades con mi persona".
Luego de leer tres piezas representativas de sus distintas
etapas de poeta, el también director de La Jornada Semanal
dedicó a los asistentes al acto los últimos versos de su
poema La canción de amor de Demetrio: '''He aquí,
otro momento de esplendor, he aquí que con la mañana entró
a la casa, el ángel de la serenidad', y es lo que pido hoy para
todos los que aquí estamos, que en nuestras casas more el ángel
de la serenidad".
Para el homenaje se dieron cita Sari Bermúdez,
titular del CNCA, así como los escritores Eduardo Hurtado, Marco
Antonio Campos, Evodio Escalante, Juan Domingo Argüelles y Juan Gelman,
como moderador.
Hurtado y Campos centraron su participación en
la ''notable trilogía'' que el poeta jalisciense escribió
durante su estancia en Grecia, entre 1989 y 1996, la cual está integrada
por los libros Los soles griegos, Cantos del déspota de Morea
y Una estación en Amorgós.
En su periodo griego, destacó Hurtado, Gutiérrez
Vega ''consigue relevar a las palabras para escribir con olas, con cuerpos,
con lava y utensilios.
''Nuestra crítica literaria -abundó- es
flaca pero lapidaria, inclinada a bautizar con epítetos categóricos
el trabajo de un escritor, como si toda su obra fuera una masa compacta,
susceptible de ser valorada bajo una misma pauta", lo que no es posible
hacer cuando se habla del homenajeado.
"Antimoderno como todo poeta genuino, Gutiérrez
Vega es agnóstico pero no ateo -definió Hurtado-; él
entiende que una vida en la que los dioses no son invitados no vale la
pena de ser vivida".
En esa etapa, destacó Campos, Hugo ''creó
la imagen de un país, no la de un paisaje; asimismo logró
conjuntar la ética y la estética, la enseñanza y los
instantes de belleza. Dejó de hablar de sí mismo para hablar
de los otros. Grecia fue para Hugo su Itaca".
Escalante citó diversos versos del autor homenajeado
para explicar su mirada poética y su visión de la mujer y
la belleza.
''La de Gutiérrez Vega -señalo- es una poesía
del pesimismo alegre, pesimismo que se crece con el castigo y que al fin
del periplo consigue una sonrisa. Igual que escribe unas letanías
para canonizar a Jaime Sabines, Hugo puede hablarle de usted en verso al
propio Ramón López Velarde''.
A lo largo de cuatro décadas, expresó por
su parte Argüelles, la poesía vital de Gutiérrez Vega
''fue evolucionando siempre hacia el coloquio lírico, hacia la poesía
que comunica, que comparte la experiencia de vivir y que no tiene ningún
respeto ni mucho menos ningún temor, por todo aquello que los graves
y esnobs denominan originalidad.
''Su poesía sabe rimar amor con humor. El sabe
que el verso engolado no es el mejor alimento para la poesía y el
lector.
"Al celebrarlo, en sus 70 años, al decirle salud,
recordemos también, por la salud toda de la poesía mexicana,
su saludable irreverencia.''
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