Miguel Concha

Nueva titular del ACNUDH

Nuevamente la titularidad del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) recayó en una mujer, lo que con los antecedentes de Mary Robinson, quien fue jefa de la oficina de 1997 a 2002, y de la nueva comisionada, es promesa de claridad y determinación en este momento aciago para los derechos humanos en el mundo.

En efecto, el pasado jueves la ONU anunció que la Asamblea General había elegido ese día por aclamación a la magistrada canadiense Louise Arbour, de 57 años, para cubrir la vacante creada por la muerte del brasileño Sergio Vieira de Mello, quien junto con otros 21 empleados de Naciones Unidas falleció el 19 de agosto del año pasado, cuando se desempeñaba simultáneamente como alto comisionado y representante especial del secretario general de la ONU en Irak. El cargo estaba vacante desde entonces, y el "número dos" de Vieira de Mello, el guyanés Bertrand Ramcharan, estaba como responsable del despacho, con sede en Ginebra.

Todo indica que su designación fue cuidadosa y discretamente preparada por Kofi Annan desde hace tiempo, pues apenas el pasado viernes el secretario general había anunciado públicamente su postulación, y era necesario todavía obtener la aprobación de los cinco grupos regionales de estados miembros, lo que, según Fred Eckhard, portavoz de la ONU, llevaría por lo menos algunas semanas.

Hay que hacer notar también que su aceptación, que le había sido solicitada hacía algún tiempo, habla muy bien de la entrega de la nueva comisionada a la causa, pues hasta el momento ocupa el cargo de ministra de la Suprema Corte de su país, función que es temporalmente indefinida y lleva consigo la obtención de importantes emolumentos. Lo que ciertamente no será el caso de la ONU, que dedica apenas cerca de 2 por ciento de su presupuesto anual de 3 mil millones de dólares al área de derechos humanos.

Otro dato que la avala es que su postulación ha sido ya inmediatamente bien recibida por las dos mayores organizaciones no gubernamentales de derechos humanos a escala mundial. Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch, había expresado que "el sistema de derechos humanos de la ONU no podía tener esperanzas de una persona mejor para conducirlo, cuando sufre ataques sin precedentes"; e Irene Khan, secretaria general de Amnistía Internacional, había dicho que "los vastos antecedentes de Louise Arbour en el terreno de los derechos humanos, su distinguida carrera jurídica y sus servicios como fiscal de la ONU, suman la experiencia necesaria para que sea audaz y creativa en la promoción y protección de los derechos humanos".

Louise Arbour, en efecto, que nació el 10 de febrero de 1947 en Montreal, Canadá, y quien se dice ha sido académicamente reconocida por más de una docena de universidades con diplomas honorarios, es jurista de profesión y ha sido miembro de la Corte de Apelaciones de Ontario. Como jefa de fiscales de los tribunales especiales creados por el Consejo de Seguridad de la ONU para juzgar los crímenes de lesa humanidad cometidos en la ex Yugoslavia y en Ruanda durante la década pasada, se acreditó internacionalmente como una valiente y capaz defensora de los derechos humanos.

La oficina del ACNUDH trabaja desde 1993, y sus titulares duran en el cargo cuatro años. El primer alto comisionado fue el ex canciller ecuatoriano José Ayala Lasso, y la segunda, quien dirigió el ACNUDH con un año adicional a su mandato original de cuatro, Mary Robinson. Annan no la postuló para un segundo mandato, al que ella ese año ya -no en 2001- estaba dispuesta, debido a la fuerte presión de Washington, que la consideraba "demasiado crítica", a pesar de que los gobiernos de Rusia y China, a los que también había criticado, dijeron que les agradaría la continuación de su presencia en el cargo. La ex presidenta irlandesa había en efecto expresado con toda razón duras críticas por las consecuencias humanitarias de las políticas adoptadas por el gobierno estadunidense tras los atentados del 11 de septiembre, y especialmente por las condiciones de reclusión de presuntos terroristas retenidos por Estados Unidos en su base de Guantánamo, en el extremo oriental de Cuba.

Esperamos que Arbour sea tan directa como Mary Robinson, y que no vacile en enfrentarse con los grandes poderes, pues los abusos deben ser enfrentados con independencia del peso político o económico del país en que ocurran. Como latinoamericanos y mexicanos confiamos también en que defienda integralmente los derechos humanos, con la claridad y determinación con las que Sergio Vieira de Mello defendía los derechos sociales en los países en desarrollo.