Margo Glantz

Estado de excepción: Agamben

El italiano Giorgio Agamben es quizá el más importante filósofo de estos tiempos. Escribe de poesía y lingüística y sus relaciones con la filosofía: Idea de la prosa (1988); El lenguaje y la muerte (1991); Estancias, palabra y fantasma en la cultura occidental (1994); Bartleby o la creación (1995); El fin del poema (2002). Sobre filosofía del derecho y filosofía política: Medios sin fin. Notas sobre la política (1995).

Destaco los diversos libros en los que analiza el fenómeno del nazismo y los campos de exterminio como el paradigma que rige la sociedad actual: Homo sacer I. El poder soberano y la vida nuda (1997); Homo Sacer 3: Lo que resta de Auschwitz: el archivo y el testigo (1999) publicados por la editorial valenciana Pre-Textos y recientemente El estado de excepción (2003), dentro de la misma serie de Homo sacer o el hombre sagrado, y en cierto modo cabría integrar allí su libro Lo abierto: del hombre y del animal (2002), traducidos estos dos últimos títulos por editorial Seuil.

He seguido atentamente sus libros y he escrito algunas notas aquí. En enero se difundieron unas declaraciones suyas publicadas en Le Monde: ''Los periódicos no dejan ninguna duda: desde ahora quien quiera entrar en Estados Unidos con una visa será fichado y deberá dejar sus huellas digitales al hacerlo. Personalmente, no tengo intención de someterme a tales procedimientos, y es por lo que anulé sin demora el curso que debía dictar en marzo en la Universidad de Nueva York".

Acabo de terminar de leer El estado de excepción, incluido en la serie de Homo sacer; fundamenta, a partir de la filosofía del derecho, la genealogía y las consecuencias de esa figura incómoda de definir. Se deduce que el sistema de fichaje impuesto por Estados Unidos no es simplemente burocrático, por el contrario, ''el problema excede los límites de la sensibilidad personal y concierne al estatuto jurídico-político (sería quizás más simple decir bio-político) de los ciudadanos de los estados pretendidamente democráticos en los que vivimos. Desde hace algunos años tratan de convencernos de que debemos aceptar como las dimensiones humanas y normales de nuestra existencia, prácticas de control que habían sido consideradas siempre como excepcionales e inhumanas".

El objeto del libro que reseño acerca del estado de excepción, cada vez más vigente ahora y aplicado cada vez con mayor arbitrariedad de facto, como si estuviera perfectamente fundamentado en el derecho (mencionemos a guisa de ejemplo a los presos talibanes en Guantánamo y las excepcionales medidas tomadas por ciertos países, reforzadas a partir de la guerra de Irak), es examinar de cerca el surgimiento y la utilización de esa figura ambigua y esbozar una teoría coherente sobre ella. Entre otros aspectos, revisa algunas figuras jurídicas del derecho romano que han ejercido su influjo durante muchos siglos y el importante, mal leído y peor interpretado debate que enfrentó al teórico fascista del derecho público Karl Schmitt y a Walter Benjamin desde los años 20 del siglo pasado.

Los textos envueltos en la polémica fueron La crítica de la violencia, publicada originariamente en 1921 por Benjamin, citada por Schmitt en su Teología política de 1925 y, más tarde, Los orígenes del drama barroco alemán, de Benjamin:

''El objetivo del primer texto de Benjamin -explica Agamben- es garantizar la posibilidad de una violencia absolutamente 'fuera' y más 'allá' del derecho (además) (...) probar la realidad de tal violencia", en ese periodo político crucial, durante el cuál se empezó a gestar y autorizar el nazismo. Me es imposible, en tan breve espacio, seguir con precisión el claro y fino seguimiento que hace Agamben de este problema. Mi intención es obviamente recomendar la lectura de sus textos, que son una clave indispensable para entender lo que está pasando en el mundo en este momento e intentar oponerse de manera coherente.

''Lo que está en juego (cuando se legisla sobre el estado de excepción como si pudiese fundamentarse en el derecho), -insiste en sus expresiones a Le Monde- es nada menos que la nueva relación biopolítica (término acuñado por Foucault, reitero) entre los ciudadanos y el Estado. Esta relación no tiene nada que ver con la participación libre y activa en la esfera pública, sino que concierne a la inscripción y fichaje del elemento más privado e incomunicable de la subjetividad: quiero decir, la vida biológica de los cuerpos."