México D.F. Lunes 9 de febrero de 2004
La oposición analiza exigir su renuncia
y convocar a elecciones anticipadas
Enfrenta Toledo la peor crisis política desde
que asumió la presidencia peruana
El mandatario anunció la restructuración
de su gabinete y medidas anticorrupción
XIMENA ORTUZAR
Mal comienza el año para el presidente peruano
Alejandro Toledo: la peor crisis política desde que llegó
a la presidencia en julio de 2001 alienta el vaticinio de que podría
no completar su periodo constitucional de gobierno de cinco años.
A las múltiples manifestaciones públicas
y masivas de descontento por su gestión presidencial, traducidas
en un exiguo 7.2 por ciento de apoyo popular en las encuestas, se suma
el desmoronamiento de la alianza gubernamental de Perú Posible (PP)
con el Frente Independiente Moralizador (FIM), por la renuncia de militantes,
algunos de ellos parlamentarios. Hasta ahora, Toledo mantendría
en el Congreso 39 votos -casi un tercio-, insuficientes para asegurar la
gobernabilidad.
Ante este escenario, la oposición, con el Partido
Aprista Peruano (APRA) a la cabeza, analiza incluso la posibilidad de exigir
la renuncia de Toledo y convocar a elecciones anticipadas.
La
crisis detonó al conocerse la existencia de "negociaciones" entre
un colaborador del mandatario y un militar miembro de la llamada mafia
fujimontesinista. Los protagonistas: el abogado César Almeyda
Tasayco y el general (en retiro) del ejército peruano Oscar Villanueva
Vidal, considerado "el cajero" de Vladimiro Montesinos. El encuentro entre
ambos tuvo lugar el 10 de diciembre de 2001, cuando el primero era jefe
del Consejo Nacional de Inteligencia (CNI) y el segundo se encontraba prófugo
de la justicia.
El militar fue jefe de la Oficina General de Administración
(OGA) del Ministerio del Interior entre 1996 y 1999. En tal calidad autorizó
en 1997 -con anuencia de Vladimiro Montesinos- la adquisición de
tres helicópteros por 11 millones 989 mil dólares. En 2002,
la procuraduría del sector interior lo denunció penalmente
por haber sobrevaluado el precio de los aparatos que, además, se
encontraban en mal estado.
El 5 de noviembre de 2001 -ocurridas ya la huida y renuncia
de Fujimori-, Villanueva, prófugo de la justicia, decidió
acogerse a la Ley de Colaboración Eficaz. Como paso previo se reunió
con César Almeyda para "negociar" un acuerdo con las autoridades
anticorrupción: entregaría información de delitos
de la mafia a cambio del beneficio de ley. El 31 de enero de 2002 el acuerdo
se concretó.
El 31 de mayo de 2002 el militar se presentó ante
autoridades judiciales, entregó su testimonio y fue detenido, pero
el 29 de agosto de ese año la justicia cambió la prisión
en cárcel por arresto domiciliario, debido a "la importancia de
la información proporcionada y la calidad del material probatorio
entregado".
Villanueva Vidal reconoció ante la justicia adquisiciones
indebidas por un monto superior a los 22 millones de dólares; admitió
haber desviado fondos del Ejército y del Ministerio del Interior
al Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) -a cargo de Montesinos- y nombró
a 11 generales y dos docenas de oficiales corruptos implicados en delitos.
Se suicidó el 1º de septiembre de 2002.
Para la justicia, Almeyda incurrió en el delito
de encubrimiento personal por haberse reunido con un prófugo y no
haber informado a las autoridades de su ubicación.
Los argumentos de Almeyda
Cuando Miguel Salas Sánchez, alias el agente
Sun -secuaz de Villanueva- ofreció vender el audio del polémico
encuentro y adelantó a los medios una transcripción del mismo,
en enero pasado, Almeyda reconoció su participación en él,
pero alegó que lo hizo con conocimiento del entonces Ministro de
Justicia, Fernando Olivera. Agregó que sólo quiso "facilitar"
al militar su cooperación con la justicia.
El escándalo puso a tambalear al gobierno.
Olivera negó conocer de ese encuentro en su momento.
Almeyda corrigió: "sólo comenté al ministro que una
persona deseaba colaborar a cambio de beneficios. Olivera entonces
me recomendó buscar al procurador con la finalidad de iniciar los
trámites correspondientes".
Almeyda, precisó el presidente Alejandro Toledo,
tampoco supo de tal reunión en su momento.
Sus argumentos no alcanzaron para frenar la avalancha:
la base de apoyo a Toledo se erosionó y la oposición comenzó
a pedir la cabeza de Olivera y otros miembros del FIM en el Ejecutivo -sobre
todo la del ministro de Justicia, Fausto Alvarado- "para que el FIM no
investigue al FIM"-, la conformación de un nuevo gabinete ministerial
e incluso un posible adelanto de elección presidencial.
La difusión del audio, el 29 de enero, echó
más leña al fuego. Para dirigentes opositores, "fue un encuentro
entre gánsters, al más puro estilo de la mafia". Para representantes
del oficialismo, "una prueba cuestionable, de dudosa autenticidad y posiblemente
editada". Especialistas reconocen que la calidad de la grabación
es deficiente.
Recambio urgente
La oposición plantea una exigencia unánime:
"la conformación de un nuevo equipo ministerial integrado por independientes
y técnicos, consensuado por los diversos sectores políticos
y sociales. Podría constituir -dicen- la última oportunidad
de salvación del gobierno". Coinciden también en que el actual
presidente del Consejo de Ministros, Carlos Ferrero, es el indicado para
encabezar ese nuevo gabinete.
La continuación del juicio político que
el Congreso sigue a Raúl Diez Canseco por corrupción provocó
en días recientes su renuncia a la primera Vicepresidencia de la
República, cargo al cual fue elegido en la plancha de Alejandro
Toledo. Que esto ocurriera en medio de la crisis agravó el panorama
de "debilidad gubernamental".
Hay más. Salas Sánchez declaró ante
el fiscal Jorge Cortez Pineda haberse reunido en tres ocasiones con el
actual jefe del CNI, Daniel Mora Zeballos, a finales de 2003, para tratar
el tema del audio. Mora Zeballos lo ratificó argumentando "un esfuerzo
de su institución de obtener pruebas de un acto ilícito y
en aras de contribuir con la justicia".
El agente Sun ha implicado también en sus
denuncias -sin pruebas hasta el momento- a un sobrino y dos hermanos del
presidente Toledo.
Similitudes con el pasado
Analistas opinan que la actual crisis se asemeja a otras
de años recientes: la corrupción a niveles de gobierno sigue
operando; audios de hoy remplazan videos de ayer; la renuncia del vicepresidente
Diez Canseco recuerda la de Francisco Tudela en las postrimerías
del fujimontesinismo. Reconocen que los tiempos son otros, pero
advierten: "que la mafia se haya mudado a Palacio no relativiza los delitos
cometidos en los años 90, pero sí propina un golpe decisivo
a un gobierno cuya legitimidad se apoyaba parcialmente en la participación
de algunas de sus más importantes figuras en el derrocamiento del
gobierno corrupto de Alberto Fujimori".
En efecto, Alejandro Toledo alcanzó la presidencia
de Perú en 2002, tras encabezar movilizaciones populares contra
Fujimori.
Llenó un vacío. Fue el outsider, la
carta no jugada en un escenario político carente de líderes
con poder de convocatoria, en medio del repudio mayoritario a la clase
política, cuyo último representante tradicional -Alan García
Pérez- había concluido su mandato presidencial en 1990 en
medio de denuncias de violación a los derechos humanos y corrupción.
Se repetía con Toledo la situación que permitió a
Fujimori alcanzar la presidencia.
Tema central de la campaña de Toledo fue combatir
la corrupción agravada en el decenio del fujimontesinismo. Superada
esa lacra, aseguraba, habría paz social, mejoraría la economía
nacional, habría trabajo y equidad en el país.
Toledo cosechó siembras anteriores: aún
bajo el gobierno de Fujimori y Montesinos, el FIM inició una cruzada
de denuncias de métodos y prácticas gubernamentales corruptas
y antidemocráticas. Punto culminante de esa cruzada fue la difusión
de un video en que Montesinos sobornaba a un congresista de oposición.
A la cabeza de esa denuncia estuvo el entonces diputado Fernando Olivera
Vega, líder del FIM y luego candidato a la Presidencia. Tras el
triunfo de Toledo, Perú Posible y el FIM integraron una alianza
de gobierno. Olivera fue nombrado ministro de Justicia y posteriormente
embajador en España, cargo que aún desempeña.
La confirmación de que un asesor de Toledo se reuniera
en secreto con un general de la mafia, con conocimiento del entonces ministro
Olivera, y que ello se conociera sólo porque el secuaz de Villanueva
decidió recientemente poner a la venta -en tres millones de dólares-
el audio de ese encuentro, provocó la más reciente crisis
del gobierno de Toledo y la más grave, según analistas locales.
Es que Almeyda no fue un colaborador más de Toledo, ha sido además
su abogado personal y lo representó en el juicio de paternidad de
su hija Zaraí. Se le consideró el hombre más importante
del entorno presidencial en 2003.
Febrero se viene duro
La convulsión social ya presente en Perú
se recrudecerá en febrero: diversas huelgas están anunciadas.
El día 18 se llevará a cabo en Lima un congreso de agricultores
cocaleros -que "podría propiciar manifestaciones antigubernamentales"-
y trabajadores del sector salud han amenazado con un paro a finales de
mes si sus demandas laborales no son atendidas.
El oficialismo acusa a la oposición -especialmente
al APRA- y a los fujimontesinistas, de conspirar contra el gobierno
para evitar que los culpables del pasado, hoy ante la justicia, paguen
sus culpas.
En respuesta a la crisis, Toledo anuncia la restructuración
del gabinete mediante el recambio de siete de los 15 ministros actualmente
en ejercicio. Agrega a esto una treintena de medidas anticorrupción.
Para la mayoría ciudadana, el anuncio tiene sabor
a un poco más de lo mismo.
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