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México D.F. Lunes 9 de febrero de 2004
Iván Restrepo
Costoso "aprendizaje" en detrimento del ambiente
El secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales dijo en diciembre pasado a La Jornada que para realizar su trabajo contaba con personal altamente calificado y que los asuntos ambientales no le eran desconocidos, pues venía de "hacer cosas en la materia" luego de gobernar Jalisco y Zapotlán el Grande. Por eso, presumió, "sé cómo resolver los problemas de abastecimiento de agua, hacer rellenos sanitarios, bajar la contaminación del aire de las grandes ciudades, trabajar los lagos, manejarme a nivel político con diputados locales y federales, negociar presupuesto y mover voluntades para lograr los objetivos. Espero tener apoyo de todas las fuerzas políticas de los gobiernos estatales y municipales, porque ahí están los problemas". Mas el lunes pasado, en Guadalajara, reconoció que nunca había tomado curso alguno de "ambientalista", y en la misma situación se encontraban varios de sus colaboradores cercanos, que provienen del sector industrial o que fueron sus empleados en Jalisco. Ahora, dijo, lo importante es dar resultados, ser eficaces, "echar la corrupción al caño".
Si nos atenemos a la realidad, al país le está saliendo muy caro el aprendizaje del ingeniero Alberto Cárdenas y de sus colaboradores. Por ejemplo, en el exterior se considera a México un lugar peligroso para las tortugas marinas y para quienes buscan protegerlas del exterminio. Es lo que expertos y grupos defensores de recursos naturales denuncian en los periódicos y las cadenas de televisión más importantes del mundo. Aunque somos un país privilegiado porque a nuestras costas llega a desovar la mayoría de las especies de tortugas, no las protegemos para que cumplan su ciclo de vida. Informes de organismos especializados en el tema sostienen que siete especies se encuentran en severo riesgo, especialmente por la acción del hombre, principal depredador de ellas.
No solamente se acaba con las tortugas laud y golfina en las costas de Guerrero, Oaxaca y Michoacán, sino que la pesca irresponsable mata cada año otros 35 mil ejemplares en el golfo de California.
Y mientras las autoridades dicen que protegen 80 por ciento de las áreas de desove, el especialista Wallace Nichols aseguró en el reciente congreso internacional tortuguero celebrado en Los Cabos, que los políticos mexicanos tienen especial predilección por la carne de tortuga, y que como tienen dinero pagan lo que sea para que en las comidas que ofrecen a sus allegados figure esa carne en el menú.
Ahora los capos que se benefician de la matanza de los quelonios también amenazan con asesinar a quienes denuncian y exigen que las autoridades pongan fin a lo que sucede.
Otro pendiente para el ingeniero: detener la matanza de las diversas especies de tiburones, debido, nuevamente, a la pesca irresponsable y obsoleta. De ello informa un grupo de especialistas, encabezados por el doctor Horacio de la Cueva, que trabajan en Ensenada, en el más importante centro de investigación biológica del norte de México, quienes denuncian la falta de atención pública a un problema que ya también se denuncia en el exterior.
A pesar del panorama, De la Cueva ofrece una buena noticia: el cóndor de California vuela nuevamente sobre territorio nacional. Se trata del ave más grande de Norteamérica y desapareció de México hace 70 años. En Estados Unidos lograron reproducirlo en cautiverio. El cóndor es carroñero y cumple una gran tarea de limpieza de enfermedades infecciosas a la vez que disemina hongos y bacterias necesarios en la naturaleza. Pero sin darse cuenta ingiere junto con la carne las balas de plomo que dieron muerte a animales que los cazadores dejaron abandonados. Ese plomo lo está matando lenta, pero inexorablemente.
Luego de varios años de negociaciones entre autoridades y científicos de México y Estados Unidos, en octubre de 2002 se trajeron del otro lado seis ejemplares. Regresaron así a lo que ha sido su hogar durante millones de años, a nuestro único bosque mediterráneo: la sierra de San Pedro Mártir, al oeste de Ensenada. San Pedro posee ecosistemas adecuados para la vida del cóndor y pocos habitantes. Ahora todos somos responsables de que viva y se reproduzca en libertad. El cóndor solamente tiene un polluelo cada dos años, mientras abundan sus enemigos: los cazadores, principalmente. Falta más apoyo oficial para garantizar su supervivencia.
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