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México D.F. Lunes 9 de febrero de 2004
Javier Oliva Posada
El presupuesto militar de EU para 2005
El pasado lunes 2 de
este mes, el presidente George W. Bush remitió al Congreso el ejercicio fiscal del año siguiente, mismo que arranca el primero de octubre de 2004. Considerando varios aspectos nacionales e internacionales, es muy importante evaluar los criterios y las cifras remitidas para su análisis y posterior aprobación en las dos cámaras de ese país. Por una parte, la revelación francamente escandalosa de que ningún reporte de los servicios de inteligencia de EU o Gran Bretaña pudieron comprobar la existencia de armas de destrucción masiva, pretexto fundamental para la invasión a Irak.
Por la otra, este día 9 concluye en Munich la reunión Unión Europea-EU sobre seguridad y terrorismo. La tesis central de Donald Rumsfeld, jefe del Departamento de Defensa, es que el mundo es ahora más seguro luego de la aniquilación del régimen de Saddam Hussein. Sostuvo el funcionario que la mera posibilidad y la intención expresa de poseer esas armas hacían del ex dictador un riesgo para el mundo. En otras palabras, que con o sin investigación de los servicios de inteligencia la intervención se habría dado. Conclusión: la actividad militar continuará porque los riesgos permanecen en varias partes del mundo.
Otro aspecto, éste de carácter doméstico, es la caída de casi 12 puntos porcentuales con los que Bush aventajaba al hasta ahora más claro precandidato del Partido Demócrata, John F. Kerry. Según sondeos publicados por El País (domingo 8 de febrero), de realizarse ahora las elecciones, el abanderado demócrata ganaría 53 por ciento contra 46 por ciento del actual inquilino de la Casa Blanca. De allí que comprometer un presupuesto orientando a la seguridad y la industria militar pareciera ser un importante aviso de que los republicanos pueden salir derrotados en la competencia por la presidencia de su país. Así las cosas, pasemos a la cifras comparativas entre 2004 y 2005, así como a algunos contrastes respecto del gasto social en general.
Ya en la propuesta de 2004 para el Departamento de Defensa se habían roto todas las marcas precedentes. Pues del actual gasto de 375 mil millones de dólares, ahora el presupuesto asciende a 402 mil millones. Un incremento de 7.1 por ciento. Para el renglón de seguridad, en 2004, con el recién creado Departamento de Seguridad de la Patria, se pasa de 28 mil millones a 30 mil millones de dólares, un crecimiento porcentual de 9.7. Es muy importante considerar que el total del gasto militar no incluye las grandes operaciones militares en curso. Quizá previendo nuevas aventuras, los programas de ayuda internacional observan un notable incremento del orden de 23.5 por ciento, de 15.7 aumentan a 19.3 mil millones de dólares.
En la administración de George W. Bush, en estricto apego a su desprecio por el medio ambiente y condena para con las generaciones futuras y anclado a los intereses de las compañías petroleras, el financiamiento a la protección del medio ambiente cae 7.2 por ciento, al pasar de 8.4 mil millones de dólares en 2004 a 7.8 para 2005. En educación, el incremento es de un modesto 3 por ciento. De 55.7 mil millones de dólares pasa a 57.3 para el siguiente año.
Estos datos presupuestales en los renglones militar y de seguridad resultan muy ilustrativos, sobre todo para los demás centros de poder: Unión Europea, Rusia, China e India, y no porque se impulse o propicie una competencia o algo similar a la dinámica de la vieja guerra fría, sino en todo caso para atender a las prioridades extraterritoriales de EU. Y es allí donde Latinoamérica debe encontrarse seriamente preocupada. Pues en tanto la percepción excluyente respecto de otros intereses y de lo que significa Latinoamérica para la seguridad nacional de EU, para nuestros países su riqueza y diversidad de recursos naturales, esencialmente los energéticos e hidráulicos, representan más un peligro que una ventaja para poder negociar.
La profunda modificación en la doctrina militar estadunidense, ahora denominada guerra preventiva, ha demostrado que ni siquiera los servicios y datos de inteligencia son suficientes para impulsar o retrasar una acción militar de alta intensidad, lo que implicaría una real preocupación por alcanzar algunas bases de legitimidad entre la población. Basta la calificación de los asesores en la materia para condenar y las prioridades de los consorcios para invadir.
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