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México D.F. Lunes 26 de enero de 2004
Dirigida por el brasileño Walter Salles,
está protagonizada por el mexicano Gael García
Diarios de motocicleta, una película
de Ernesto antes de ser el Che
Al igual que el documental de Gianni Miná, la
cinta se basa en los escritos de juventud del revolucionario Relata el
viaje por Sudamérica en el que lo embarcó su amigo Alberto
Granado
BLANCHE PETRICH
Gael García, protagonista de Diarios de motocicleta,
parece entender que el Fúser es sólo un chavo sensible,
en proceso de maduración, en tránsito hacia su futuro. O
como lo expresó Camilo Guevara, hijo del guerrillero heroico: "Esta
película es sobre Ernesto, antes de ser el Che".
Otro instante conmovedor de la película es cuando
en un mercado de la sierra andina, territorio boliviano, el director brasileño
Walter Salles prepara la escena en la que los dos jóvenes viajeros,
agotados, duermen en un mercado. Granado, de pronto, revive el instante
y recuerda que la motocicleta, la memorable Poderosa II -una Norton
de 1932- estaba situada aquella noche mucho más cerca de las bolsas
de dormir. Entonces Salles corrige el detalle. "Pocas personas en este
mundo -dice Gianni- tienen el privilegio de volver a vivir su juventud,
medio siglo después." Granado lo hace, lleno de gracia.
Hace
52 años -antes del turismo de masas, antes de las comunicaciones
que hacen del mundo una aldea globalizada y desde luego antes de la revolución
cubana-, Granado era un cordobés de 29 años, recién
graduado de bioquímico, que leía a Ciro Alegría, que
adoraba las motos, soñaba con combatir la lepra y simpatizaba con
el endiablado jugador de rugby a quien en el barrio habían
apodado Fúser, apócope de "Furibundo" y "De la Serna",
su apellido materno. Los jóvenes clasemedieros de su generación
sabían de griegos y egipcios, pero no de incas ni aymaras. No había
guías sobre Machu Picchu.
El rosarino, asmático y enamoradizo, no había
terminado aún la carrera de medicina, pero fue presa fácil
del carismático Alberto, que lo embarcó en un viaje por una
Sudamérica que de verdad era una incógnita.
Periodista enamorado de AL
En viaje con el Che, que al igual que Diarios
de motocicleta trata sobre esa etapa de la vida de Ernesto, apareció
en la imaginación de Gianni Miná hace cerca de 10 años.
Periodista enamorado de América Latina, hace tiempo cultiva una
sólida amistad con una mujer reconocida por su carácter,
su tozudez y su gran integridad, Aleida March, la viuda de Ernesto Che
Guevara. Ella, celosa guardiana de los archivos de su marido, cedió
a Miná los derechos para el uso de los diarios juveniles del legendario
revolucionario, y esto detonó en la ilusión de Gianni interminables
sueños sobre cómo llevar esa hermosa aventura de juventud
-de una juventud de hace medio siglo- a las pantallas.
El director italiano Gabriele Salvatore -obtuvo un Oscar
por Mediterráneo- jugó un tiempo con la idea, pero
él tenía a un héroe en mente, no a un muchacho. No
funcionó. En 1999 apareció el brasileño Salles -director
de Estación central y Detrás del sol y productor
de Ciudad de Dios- en la casa habanera de los Guevara. Luego conoció
a Alberto Granado. Se convenció.
El capítulo siguiente pudo haberse frustrado por
la barrera de idiomas. Redford llamó de Los Angeles a Roma, a casa
de Miná, para proponer un acuerdo sobre los derechos del diario
juvenil del Che. Pero Loredanna Masschetti, colaboradora y esposa
de Gianni, no habla inglés y nunca se percató de que aquel
estadunidense en el teléfono era el cowboy galán que
seguramente admiró en su juventud y que tenía en el bolsillo
una propuesta fantástica.
El proyecto sobre ruedas
Salvado el pequeño y pintoresco escollo, el proyecto
marchó sobre las ruedas de la Poderosa II y todo mundo -Redford,
Michael Nozik, Salles, los actores Gael y Rodrigo, decenas de extras argentinos,
chilenos, bolivianos y peruanos y el mismo Gianni- se embarcaron en "este
viaje iniciático para todos nosotros".
Salles, carioca de 47 años, estaba prendado de
los diarios de don Alberto y del Fúser. Ante la cámara
de Miná, explica su sensación de que este "viaje iniciático"
va mucho más allá de la aventura, del road movie,
del propio recorrido por el paisaje latinoamericano, sino que encamina
a todos los involucrados en la historia y las raíces de un continente
explotado y saqueado hoy, igual que hace 50 años.
En viaje con el Che es también un reportaje.
Tras el staff de la película, Miná el periodista encuentra
personajes de la vida real que vivieron esa época, mineros chilenos
agotados por las salitreras, bolivianos acabados por la silicosis de las
minas, pacientes sobrevivientes de los leprosarios -como el de San Pablo,
en la selva amazónica de Perú- que bien se acordaban de esos
dos jóvenes médicos argentinos que los trataban como seres
humanos, no como apestados.
El documental es, dice su director, "un testimonio de
una generación que supo soñar, tener una utopía y
seguir fiel a ella, 50 años después". Es, de muchas maneras,
un video para jóvenes, "una gran lección para nuestras sociedades
que han olvidado escuchar y valorar las palabras de nuestros viejos", concluye
Gianni Miná.
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