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México D.F. Lunes 26 de enero de 2004
Cita con Guevara de Redford, Miná
y Granado
En La Habana, ''en familia'', vieron Diarios de motocicleta
y En viaje con el Che
BLANCHE PETRICH
Este domingo, en La Habana, los Guevara y los Granado
se sentaron frente a un monitor de televisión, al lado del mito
hollywoodense Robert Redford y del periodista y videasta italiano Gianni
Miná, para ver, "en familia", la película Diarios de motocicleta
y el documental En viaje con el Che, proyecto periodístico
y sentimental tramado por Miná y por el propio Alberto Granado,
un joven viejo que en sus años mozos, hace ya 50 años, recorrió
América Latina en motocicleta llevando en la grupa, no al Che,
sino al Fúser, el muchacho que se llamó Ernesto y
que después, mucho después, devino leyenda.
Se
trata de un documental de dos horas, que sigue los pasos y recoge las emociones
del equipo de filmación del director brasileño Walter Salles,
realizador de Diarios de motocicleta, película que revive
en road movie aquella loca aventura por las entonces tierras ignotas
del continente, desde Río de la Plata hasta el Amazonas.
Tanto la película de Salles, producida por Redford
y estelarizada por Gael García Bernal como Ernesto Guevara, joven
prospecto de héroe, y Rodrigo de la Serna en el papel de su amigo
Alberto Granado, como el documental de Miná, se estrenaron la semana
anterior en el Festival de Sundance, la muestra más importante de
cine alternativo en Estados Unidos. Filme y documental fueron ovacionados
de pie por el exigente público del Sundance durante dos días
seguidos. Y Alberto Granado, quien a su vez es estrella del documental,
además de autor de uno de los diarios que inspiró el guión
de José Rivera para la película, debía haber estado
en ese estreno, sentado codo a codo con Redford y el ex candidato a la
Presidencia estadunidense Al Gore. Pero como pírrica e inútil
venganza, el gobierno de Estados Unidos le negó la visa a este bioquímico
jubilado de 82 años, nacido en Argentina y radicado en Cuba desde
hace más de 30.
Por eso Redford, el Butch Cassidy de los años 60,
hombre progresista y crítico de George W. Bush, viajó a La
Habana este fin de semana, para rendir sus respetos a la familia Guevara
y al hombre de corazón alegre a quien el Che llamaba, en
aquellos lejanos años, Mi Al.
El consentido de Miná
De paso apenas algunas horas por México, en tránsito
de Utah (sede del Sundance) hacia Cuba, Miná organizó una
proyección entre amigos de este documental al que, entre los más
de 150 que ha realizado en su larga carrera, declara sin ambages ''su consentido''.
Es, para el italiano, un homenaje personal a Latinoamérica y al
dúo formado por el Che y Granado, "a una generación
que supo soñar, que supo tener y defender una utopía". Pero
En viaje con el Che es, además, un retrato íntimo
y emocionado de un gran viejo: Alberto Granado, quien desde su mirada -sabia,
antisolemne y divertida- observa las maniobras de Salles, los actores y
su equipo, las proyecta en su memoria, revive instantes de aquel recorrido
fantástico de 1952 y ayuda al cineasta brasileño a afinar
sus dotes cinematográficas.
Para realizar el documental -coproducción con Massimo
Vigilar y Surf Film- Miná invitó a Granado a acompañar
durante dos trechos el caminar del equipo de filmación de Salles:
uno desde Temuco, sur de Chile, hasta Santiago, y otro por la ruta fluvial
del Amazonas venezolano hasta Lima.
Feliz como un cascabel, Granado pide viajar de nuevo en
la Poderosa II, o más bien en su réplica. El olfato
periodístico de Gianni y su ojo de documentalista recoge momentos
mágicos del viaje compartido. Por ejemplo, cuando Granado asume
el papel del director -o de abuelo o de duende inspirador- y le aconseja
a Gael García no intentar ser como el Che, hablar simplemente
como él mismo. De lo cual resulta un convincente acento que no se
imposta para "sonar a argentino" y deja, con naturalidad, que se sientan
sus acentos de Guadalajara.
Dirigida por el brasileño Walter Salles,
está protagonizada por el mexicano Gael García
Diarios de motocicleta, una película
de Ernesto antes de ser el Che
Al igual que el documental de Gianni Miná, la
cinta se basa en los escritos de juventud del revolucionario Relata el
viaje por Sudamérica en el que lo embarcó su amigo Alberto
Granado
BLANCHE PETRICH
Gael García, protagonista de Diarios de motocicleta,
parece entender que el Fúser es sólo un chavo sensible,
en proceso de maduración, en tránsito hacia su futuro. O
como lo expresó Camilo Guevara, hijo del guerrillero heroico: "Esta
película es sobre Ernesto, antes de ser el Che".
Otro instante conmovedor de la película es cuando
en un mercado de la sierra andina, territorio boliviano, el director brasileño
Walter Salles prepara la escena en la que los dos jóvenes viajeros,
agotados, duermen en un mercado. Granado, de pronto, revive el instante
y recuerda que la motocicleta, la memorable Poderosa II -una Norton
de 1932- estaba situada aquella noche mucho más cerca de las bolsas
de dormir. Entonces Salles corrige el detalle. "Pocas personas en este
mundo -dice Gianni- tienen el privilegio de volver a vivir su juventud,
medio siglo después." Granado lo hace, lleno de gracia.
Hace
52 años -antes del turismo de masas, antes de las comunicaciones
que hacen del mundo una aldea globalizada y desde luego antes de la revolución
cubana-, Granado era un cordobés de 29 años, recién
graduado de bioquímico, que leía a Ciro Alegría, que
adoraba las motos, soñaba con combatir la lepra y simpatizaba con
el endiablado jugador de rugby a quien en el barrio habían
apodado Fúser, apócope de "Furibundo" y "De la Serna",
su apellido materno. Los jóvenes clasemedieros de su generación
sabían de griegos y egipcios, pero no de incas ni aymaras. No había
guías sobre Machu Picchu.
El rosarino, asmático y enamoradizo, no había
terminado aún la carrera de medicina, pero fue presa fácil
del carismático Alberto, que lo embarcó en un viaje por una
Sudamérica que de verdad era una incógnita.
Periodista enamorado de AL
En viaje con el Che, que al igual que Diarios
de motocicleta trata sobre esa etapa de la vida de Ernesto, apareció
en la imaginación de Gianni Miná hace cerca de 10 años.
Periodista enamorado de América Latina, hace tiempo cultiva una
sólida amistad con una mujer reconocida por su carácter,
su tozudez y su gran integridad, Aleida March, la viuda de Ernesto Che
Guevara. Ella, celosa guardiana de los archivos de su marido, cedió
a Miná los derechos para el uso de los diarios juveniles del legendario
revolucionario, y esto detonó en la ilusión de Gianni interminables
sueños sobre cómo llevar esa hermosa aventura de juventud
-de una juventud de hace medio siglo- a las pantallas.
El director italiano Gabriele Salvatore -obtuvo un Oscar
por Mediterráneo- jugó un tiempo con la idea, pero
él tenía a un héroe en mente, no a un muchacho. No
funcionó. En 1999 apareció el brasileño Salles -director
de Estación central y Detrás del sol y productor
de Ciudad de Dios- en la casa habanera de los Guevara. Luego conoció
a Alberto Granado. Se convenció.
El capítulo siguiente pudo haberse frustrado por
la barrera de idiomas. Redford llamó de Los Angeles a Roma, a casa
de Miná, para proponer un acuerdo sobre los derechos del diario
juvenil del Che. Pero Loredanna Masschetti, colaboradora y esposa
de Gianni, no habla inglés y nunca se percató de que aquel
estadunidense en el teléfono era el cowboy galán que
seguramente admiró en su juventud y que tenía en el bolsillo
una propuesta fantástica.
El proyecto sobre ruedas
Salvado el pequeño y pintoresco escollo, el proyecto
marchó sobre las ruedas de la Poderosa II y todo mundo -Redford,
Michael Nozik, Salles, los actores Gael y Rodrigo, decenas de extras argentinos,
chilenos, bolivianos y peruanos y el mismo Gianni- se embarcaron en "este
viaje iniciático para todos nosotros".
Salles, carioca de 47 años, estaba prendado de
los diarios de don Alberto y del Fúser. Ante la cámara
de Miná, explica su sensación de que este "viaje iniciático"
va mucho más allá de la aventura, del road movie,
del propio recorrido por el paisaje latinoamericano, sino que encamina
a todos los involucrados en la historia y las raíces de un continente
explotado y saqueado hoy, igual que hace 50 años.
En viaje con el Che es también un reportaje.
Tras el staff de la película, Miná el periodista encuentra
personajes de la vida real que vivieron esa época, mineros chilenos
agotados por las salitreras, bolivianos acabados por la silicosis de las
minas, pacientes sobrevivientes de los leprosarios -como el de San Pablo,
en la selva amazónica de Perú- que bien se acordaban de esos
dos jóvenes médicos argentinos que los trataban como seres
humanos, no como apestados.
El documental es, dice su director, "un testimonio de
una generación que supo soñar, tener una utopía y
seguir fiel a ella, 50 años después". Es, de muchas maneras,
un video para jóvenes, "una gran lección para nuestras sociedades
que han olvidado escuchar y valorar las palabras de nuestros viejos", concluye
Gianni Miná.
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