México D.F. Lunes 26 de enero de 2004
CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
El fantasma azul y el gas natural
PARA CUALQUIER POLITICO con aprecio por la ética
el hecho que vamos a relatar iría más allá de la vergüenza,
pero no para el panismo y menos aún para este gobierno que ha convertido
el sentido de servicio de la política en el mejor de los negocios.
SIN SENTIDO DE la identidad nacional, los más
encumbrados panistas medran con las riquezas nacionales, las entregan a
sus socios comerciales extranjeros y envilecen, aún más,
el quehacer en el servicio público.
PARA MUCHOS HABITANTES del Distrito Federal la
empresa Metrogas, un poderoso monopolio español instalado a ciencia
y conciencia de las autoridades, se ha convertido en un constante dolor
de cabeza y, como en la mayoría de las penurias de la población,
el fantasma azul del panismo neoliberal ronda sus desgracias.
RESULTA PUES QUE en la pasada legislatura se aprobó
un cambio en el reglamento que obligaba a las empresas de gas natural (sólo
existe Metrogas) a enterrar sus ductos a metro y medio de profundidad en
las calles por donde serían tendidos y, principalmente, en los cruces
de calles y avenidas.
ESO MAS O MENOS señalaba la condición
legal para permitir la distribución de gas natural a los hogares
en muchas partes de la ciudad de México, pero en bien de la inversión
extranjera y para no asustar a los dólares se decidió evitar
gastos a la empresa trasnacional y el metro y medio de profundidad quedó
apenas en los 60 centímetros que han permitido que los trabajos,
por ejemplo, de excavación por parte de las delegaciones, rompan
los ductos y causen las fugas que han puesto en jaque a la población
de cuando menos tres o cuatro colonias de la ciudad.
¿COMO FUE QUE los diputados permitieron
tal situación? Bueno, pues resulta que en la Comisión de
Energía de la Cámara de Diputados un panista miraba por su
futuro y empujaba un dictamen en favor de la empresa. Eso era lo importante,
su futuro, nada de cuestionar el accionar de la empresa convertida en monopolio,
nada de proteger a la ciudadanía ante eventuales accidentes en los
ductos. El diputado quería nada más lo suyo, lo otro no era
importante.
EL DIPUTADO ERA el panista Mauricio Candiani y
tenía como cabeza del grupo de Acción Nacional en la legislatura
a ni más ni menos que Felipe Calderón, quien permitía
a su correligionario hacer y deshacer en bien de la empresa y ¡oh
casualidad!, más tarde, con un poco de tiempo, también de
Felipillo, a la postre secretario de Energía.
Y NO FUE todo, aunque había quienes aseguraban
que el binomio se rompería al término del primer trienio
de este sexenio, se equivocaron, muy a la callada los dos siguieron juntos.
FELIPILLO A LA cabeza
de los gestores de las trasnacionales en la Secretaría de Energía,
como ya habíamos dicho, y Candiani como presidente de la organización
nacional de empresarios de Gas Natural.
Y CON ESTO los dueños del monopolio trasnacional
Metrogas, subsidiario de Repsol, la española que quiere un buen
pedazo del pastel de Irak, la misma que causó muerte y dolor en
Bolivia, se convirtió en una empresa feliz al cuidado de los panistas.
BIEN SABIDO ES que para Acción Nacional
la filosofía política se reduce nada más a los ceros
que puedan acumular en sus cuentas bancarias durante los periodos en los
que hacen uso del poder para ese fin y por eso a nadie debería causar
mayor escozor.
SIN EMBARGO, ahora que se fabrican escándalos
y se enorgullece la ignorancia de sus propias tropelías no va nada
mal tener en cuenta las casualidades que en el Partido Acción Nacional
aparecen para perjudicar a los mexicanos. ¿Qué tal?
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