Gonzalo Martínez Corbalá

Iowa, Washington y Davos

En la semana pasada se realizó la Convención Demócrata de Estados Unidos en la ciudad de De Moines, estado de Iowa, originalmente territorio de los indios que le dieron el nombre -explorado por los franceses Marquette y Joliet en 1673- hasta 1830, en el que los iowas vendieron su tierra al gobierno estadunidense y migraron luego a las reservaciones que les fueron asignadas. Este territorio se convirtió en un estado de la Unión Americana en 1846. Tiene fronteras con Wisconsin e Illinois, y lo limita, por el oeste, el famoso río Missouri, y al este el gran caudal del Mississippi.

Iowa tiene gran importancia en la elección del candidato presidencial demócrata, a pesar de que no aporta delegados a la convención final. La explicación la tenemos a la vista precisamente en este caso de ahora, en el que ganó el senador John Kerry, quien se enfila ya a las primarias demócratas de Nueva Hampshire, en unos días más, después de esta victoria con 37.6 por ciento de votos de los caucus de la entidad.

Después de este triunfo tan claro sobre el también senador John Edwards (31.8 por ciento) y Howard Dean (18 por ciento), así como sobre el veterano congresista Richard Gephardt, quien solamente alcanzó 10.6 por ciento no obstante el apoyo de los sindicalistas y sin que su prestigio nacional pudiera haber evitado esta aplastante derrota, Kerry ha estado en las notas políticas principales de los medios en todo el mundo, ganando una publicidad que le hubiera costado muchos millones de dólares.

Es cierto que el senador Kerry tiene recursos económicos que lo colocan en este aspecto en una cómoda posición en la campaña presidencial contra George W. Bush, a quien tampoco le faltarán. Se dice que él tiene ya, ahora, 250 millones de dólares para empezar la suya en cuanto se defina quién va a ser su rival en el próximo mes de julio, en Boston. Pero Kerry, entre otras ventajas que tiene, está casado con la heredera de las industrias alimenticias Heinz, además de que no le faltarán los ofrecimientos de apoyo económico después de su triunfo en Iowa.

Contrariamente a lo que se pensaba,
el tema de la guerra contra Irak, no fue el más favorecido con la atención de los convencionistas en Des Moines, capital del estado, sino que la atención se polarizó hacia la economía y el empleo en primerísimo lugar, y luego en el seguro y las prestaciones sociales, estando la seguridad nacional únicamente en el tercero o cuarto lugares, señalando cuál será el rumbo de la campaña.

Por el contrario, en el informe del presidente Bush ante el Congreso, la seguridad nacional fue, casi exclusivamente, junto con el tema migratorio, el centro del discurso del jefe del Estado y primer comandante -supremo- del ejército estadunidense, lo cual le ganó el aplauso entusiasta de los congresistas republicanos, y la abstención -obviamente- de los demócratas. Así vimos por ejemplo al senador Ted Kennedy arrellanado en su curul y con una mano sobre la otra, mientras a los republicanos y a los jefes de las fuerzas armadas con sus impecables uniformes, aplaudir de pie, con mucha compostura pero con entusiasmo desbordado.

En lo que a su plan migratorio se refiere, el primero en responder críticamente fue el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, ex ministro de Energía en el gabinete de Clinton, quien realizó un análisis puntual de los defectos del plan Bush, calificándolo de ineficaz e injusto para los trabajadores mexicanos, recordando seguramente que él y su familia paterna vivieron en México, en una gran casa ubicada en Coyoacán, en el cuadrante de San Francisco, en un barrio popular. Su hermana Vesta asistía a la escuela Oxford de México, dirigida entonces por miss Alice, quien a sus más de 90 años recuerda todavía a sus numerosas alumnas por su nombre. El gobernador Richardson hizo su respuesta al informe de Bush en español, sin gran esfuerzo.

Según parece, pues, veremos a la distancia, del otro lado de la frontera, una campaña intensa en la que Bush seguirá tratando de justificar la guerra en Irak, y manejando su concepto de seguridad nacional basado en la "guerra preventiva contra el terrorismo" y, sobre todo, el derecho unívoco a defenderse de esta manera, asestando el primer golpe (first strike), siempre que él, el comandante supremo de las fuerzas armadas estadunidenses, lo considere necesario para resguardar la seguridad nacional de Estados Unidos y sin "pedirle permiso a nadie" en clara alusión a la ONU.

Mientras que del otro lado ha sido el senador Kerry quien maneja la tesis de que los problemas principales de Estados Unidos se derivan de la economía dirigida por los republicanos para favorecer a los grandes consorcios, como Halliburton (que fue mencionada expresamente), así como a Enron y WorldCom, aunque recientemente se han visto envueltos en escándalos financieros por ocultamiento de utilidades y fraudes al fisco. La economía y el desempleo que han alcanzado cifras preocupantes, afectando también a nuestra pro-

pia economía -según ha explicado el Presidente de México reiteradamente- serán también un eje alrededor del cual se desarrolle la campaña demócrata. Si se diera el caso de que Kerry no ganara finalmente en Boston, los otros candidatos demócratas estarían más o menos en la misma línea.

En cuanto a la guerra con Irak, Howard Dean es el más radical en el rechazo, pero la postura de Kerry no deja de ser muy sólida, habida cuenta de que él mismo es considerado un héroe de la guerra de Vietnam, así es que difícilmente lo podrían acusar de "antipatriota" por exigir que "se traigan de vuelta a ellos" (a los soldados), o como lo expresan en sus propias palabras en inglés: Bring them back.

Para terminar su discurso triunfal, Kerry dijo con gesto decidido y seguro en el tono de la advertencia: "Vamos para la Casa Blanca, y ojalá que las puertas no los golpeen al salir".

Lejos de allí, en Davos, Suiza, el déficit de la economía estadunidense fue motivo de una generalizada preocupación, por sus desequilibrios en cuenta corriente, y en sus finanzas públicas, en el Foro Económico Mundial (World Economic Forum), en el que se señaló que el desequilibrio de la cuenta corriente de Estados Unidos alcanza la suma de 374 mil millones de dólares que representa 3.5 por ciento de su producto interno bruto (PIB), lo que los expertos consideraron "alarmante" y que explica la devaluación de la divisa estadunidense en relación con el euro. Laura Tyson, directora de la London Businnes School de Londres, atribuyó esta deformación de la economía de Estados Unidos a que el déficit es utilizado para enfrentar la recesión económica y para financiar la guerra en Irak.