México D.F. Lunes 26 de enero de 2004
Organización demanda a alcalde en Nueva
Jersey por violación de derechos civiles
Iglesia afroamericana apoya a jornaleros mexicanos
contra antinmigrantes en EU
Junto con puertorriqueños, crean centro de trabajo
para enfrentar campaña de hostigamiento
ELIZABETH COLL ESPECIAL PARA LA JORNADA
Nueva Jersey. Jornaleros mexicanos, líderes
de la comunidad afroamericana y organizaciones puertorriqueñas crearon
una inusual coalición para responder a una campaña antinmigrante
en el pueblo de Freehold, Nueva Jersey.
Ante la agresiva campaña encabezada por el gobierno
municipal y un "comité de ciudadanos" que busca expulsar a los jornaleros,
en su mayoría connacionales, con medidas para evitar su contratación
incluyendo multas, encarcelamiento y hasta deportación del país,
dirigentes mexicanos, organizadores comunitarios y líderes religiosos
afroamericanos establecieron un centro de trabajo.
Por su parte, el Fondo de Defensa Legal Puertorriqueño
(PRLDEF, por sus siglas en inglés) interpuso una demanda por los
derechos civiles de los migrantes contra el alcalde del pueblo, Michael
Wilson, por cerrar una zona pública que desde hace cuatro años
era el punto de reunión para jornaleros y contratistas de la región.
A la inauguración del centro de trabajo el primer
día de este año asistieron 150 jornaleros, 10 voluntarios
y cinco contratistas. Afuera, representantes de la organización
antimigrante PEOPLE (iniciales en inglés de Presionando Funcionarios
a Proteger el Ambiente Donde Residimos) intentaron impedir la llegada de
los contratistas en sus camionetas, tomando fotos, datos y advirtiéndoles
que serían reportados a las agencias federales. Dentro, los jornaleros
se registraron y acordaron las reglas colectivas de trabajo mientras que
el reverendo de la iglesia atendió a los contratistas bajo la lluvia
de la mañana.
Derechos civiles
La
demanda iniciada en la Corte Federal acusa que "la villa de Freehold se
ha embarcado en una campaña deliberada y coordinada para hostigar
a jornaleros latinos y privarlos de los derechos constitucionales y civiles".
En noviembre pasado, el gobierno municipal anunció
que después del 1º de enero, cualquier jornalero que asistiera
a la zona de concentración laboral sería multado con 500
dólares, sentenciado a un mes de cárcel y reportado a los
oficiales de migración de la Secretaría de Seguridad Interna
para su deportación. El organizador comunitario Mahonrry Hidalgo
dijo que la campaña busca reducir la población de 3 mil latinos
en Freehold como parte de una iniciativa de desarrollo llamada "Renacimiento
de Freehold."
Entre los demandantes del caso hay dos jornaleros que
fueron multados con 180 dólares "discrecionalmente por la policía"
cuando caminaban hacia las vías del tren, anterior punto de reunión.
César Perales, director ejecutivo de PRLDF, organización
que ha defendido los derechos civiles de los puertorriqueños desde
hace 32 años y ahora lo hace con todos los latinos de la costa este,
asegura que la primera enmienda de la Constitución protege la libertad
de expresión y defiende el derecho "de hablar con cualquier persona
en un sitio público de sus intereses".
El alcalde sostiene que la presencia de los jornaleros
en la zona de encuentro genera problemas de tráfico, basura y crimen,
que su llegada a este pueblo causa sobrepoblación escolar y que
la situación ha ocasionado una depresión en el valor mercantil
de la propiedad. Vanessa Minenna, integrante de PEOPLE y quien vigila Freehold
desde su carro en busca de contratistas e "ilegales", dice de su pueblo
de cinco kilómetros cuadrados: "Somos un pueblo tan chiquito. Físicamente
no tenemos espacio para más gente. Sólo cabe tanta gente
en un barco antes de hundirse". Los panfletos distribuidos por PEOPLE advierten
de la "amenaza" porque "la contratación de extranjeros ilegales
llegará a tu vecindario".
Derechos humanos
"Nosotros no vinimos a aterrorizar a nadie. No somos terroristas.
Solo vinimos a luchar para el bienestar de nuestras familias, a las que
dejamos sufriendo. Como humanos tenemos el derecho de hacerlo por el bienestar
de todos", expresa Bernardo, campesino originario de Oaxaca.
La alianza comunitaria de mexicanos, negros y puertorriqueños
se concretó como respuesta humanitaria a un problema que el gobierno
local deseaba desaparecer. El reverendo André MacGuire, de la Segunda
Iglesia Bautista, ofreció temporalmente un salón de su templo
después de hablar con su congregación. Lo que estaba ocurriendo
con los jornaleros mexicanos, dijo, no era ajeno a su comunidad. "Fue la
experiencia afroamericana hace 30 años. Siempre les recuerdo a todos:
no olviden lo que vivimos hace 30 años. Nos acordamos de nuestras
luchas y por eso tenemos que ser sensibles a los que están luchando
como nosotros hemos luchado."
Jaime, jornalero de Guanajuato, comenta a otro compañero
del recién establecido Comité de Trabajadores por el Progreso
y el Bienestar Social, que ahora esperan ofertas de trabajo sentados alrededor
de una mesa dentro de la iglesia, en lugar de la banqueta sin defensa contra
el frío. "Los blancos nunca nos van a apoyar; esos nada más
nos quieren para trabajar. La comunidad afroamericana sí, [debido
a lo que] vio, igual que a ellos los trataron, [ahora] nosotros somos un
espejo."
Centro de trabajo
Durante la mañana los jornaleros se dedican a organizarse
y fortalecer la unidad. Acuerdan que el salario mínimo que aceptarán
será de 10 dólares la hora y si el contratista quiere pagar
menos, "que se vaya a contratar a un americano". Hablan de cómo
evitar los abusos de los empleadores; algunos se han negado pagarles o
regresarles su herramienta de trabajo.
Expresan la necesidad de representar a la comunidad entera
con sus acciones, especialmente los 250 niños latinos calificados
por las autoridades de sobrepoblación escolar. Un jornalero pide
cooperación para pintar la iglesia y plantar arbolitos en la primavera,
"para que se vea bonito nuestro centro de trabajo".
La creación del centro de trabajo se inspiró
en el modelo desarrollado por La Red Nacional de Jornaleros como solución
a una crisis que los gobiernos de México y Estados Unidos rehúsan
resolver, el de ofrecer mano de obra, pero con condiciones de dignidad
y respeto de los derechos mínimos de los trabajadores.
Todo esto forma parte de un movimiento nacional, en que
la comunidad migrante empieza a reconocer su poder con el apoyo de sus
vecinos. Sergio, jornalero de Villa de Ayala, Morelos, dice: "El país
está sintiendo un temor porque nosotros ya tenemos poder sobre esto
y en un futuro no muy lejano nuestros hijos van a crecer y nuestra comunidad
va a estar más grande y después vamos a tener una mayoría
de voto."
Mientras, miembros de PEOPLE vigilan las residencias de
los migrantes y los denuncian a las autoridades locales, quienes llevan
a cabo inspecciones y desalojos nocturnos de las casas. El organizador
comunitario Mahonrry Hidalgo afirma que en una junta del concejo municipal,
un integrante advirtió a los jornaleros: "Si no les gusta mi pueblo,
váyanse. Renten un camión, llénenlo con esta gente
y váyanse."
Todos somos americanos
"Si ellos vieran hacia atrás, aquí todos
somos americanos, aquí todos somos ilegales. Llegamos de una forma
u otra, creo que todos sabemos que realmente los nativos fueron los indios,
y ellos vinieron acá a meterse, igual que uno", reflexiona Sergio.
Para Hidalgo "este grupo de racistas está siendo
usado por gente de la localidad que tiene intereses en terrenos y propiedades
dentro de la comunidad que están siendo ocupados por mexicanos".
Aquí en Freehold, nombre que suena como fríjol
cuando se dice en español, los corazones, al amanecer este año
nuevo, están en México con sus familias y en organizarse
para "llevar algo para nuestro México, para nuestros hijos". Jaime
pide al presidente Vicente Fox que "se ponga a analizar las cosas. Hablan
muy bien en la televisión que los que estamos acá, aportamos
cierta cantidad de dólares, pero que vean la realidad de cómo
sufrimos para ganar ésos dólares".
Después de la junta, el joven a quien le tocó
ser moderador insistió a los reporteros: "Mandénles un saludo
para Chiapas".
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