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México D.F. Miércoles 21 de enero de 2004
Luis Linares Zapata
El factor Salinas Pliego
La calificación de las acciones de Tv Azteca la dio la empresa Standard and Poors (S&P) al otorgarle nivel "negativo". La razón se encuentra en dos hechos coincidentes. Uno, la exposición que tiene Tv Azteca por ser la controladora de Unefon (46.5 por ciento del capital), la compañía de telefonía celular que en octubre pasado anunció haber comprado la deuda que tenía con la canadiense Nortel Networks. El otro hecho apunta hacia la manera en que esa deuda fue negociada, pues involucra a los dos principales accionistas, tanto de Tv Azteca como de Unefon: Salinas Pliego y Moisés Saba.
Ambos personajes se asociaron en Codisco Investments, una firma que basaron en Holanda y compró la deuda de Unefon que poseía Nortel, originalmente tasada en 325 millones de dólares. Por esa vía lograron un descuento de 67 por ciento para dejarla en 107 millones, es decir, les hicieron una rebaja de 218 millones de dólares. Descuento que unos cuantos meses después se trasformó en utilidad cuando la deuda fue vendida a la misma emisora original, Unefon, que pagó por ella los 327 millones netos. Y fue en este último tramo de la cadena donde empezaron los problemas para las mencionadas compañías de Saba y Salinas.
A juicio de la firma de abogados externos de Tv Azteca, la neoyorquina Aiken Gump, se infringió la ley Sarbenes-Oxley, pues sospechan que se habían violado algunas leyes en Estados Unidos, según informó The New York Times. En días posteriores la misma comisión de valores de ese país informó de la investigación que lleva a cabo para deslindar responsabilidades y que puede terminar con serios cargos para los involucrados.
Varias son las consideraciones que pueden extraerse de lo sucedido. Hay, con seguridad, faltas administrativas, reclamos de accionistas minoritarios o francas ilegalidades que pueden configurarse contra los socios Salinas y Saba, según han expresado los enterados y especialistas en este tipo de operaciones. Parte de los reclamos provienen de los representantes de los accionistas minoritarios de Tv Azteca, puesto que no participaron ni se les informó a su debido tiempo de la utilidad lograda por Salinas Pliego en Codisco. Tampoco se reportó con precisión, y sí con datos distintos, los orígenes de los recursos usados por Unefon para liquidar en su totalidad su antigua deuda con Nortel.
Hay que recordar aquí la anunciada escisión que se pretende hacer entre Tv Azteca y Unefon, que quedará en suspenso hasta que el escándalo desatado se aclare. Cabe esperar también que la empresa canadiense reclame, a quien resulte responsable, por la transacción donde, con base en la información pública que se conocía hasta entonces, descontó un tramo importante de deuda, ya que, con posterioridad perentoria, fue liquidada por Unefon, su antigua asociada mexicana. No se descarta tampoco el uso indebido de información privilegiada de los dueños de Codisco, Unefon y Tv Azteca, delito severamente penado en Estados Unidos y que empieza a ser tipificado, aunque con diferente rigor, en México. Y muy a pesar de la escasa atención que han mostrado las autoridades financieras del país, al menos las fiscales actúan con prontitud para analizar el pago de los impuestos derivados de tan jugosa utilidad.
En el mercado de valores es lugar común referirse al señor Salinas Pliego como un factor de riesgo. Y ello por las formas que despliega al hacer y conducir sus negocios. Habría que recordar los pormenores que rodearon el momento mismo en que adquirió la televisora del Ajusco y que dio pábulo a la, inicialmente negada, participación del hermano (Raúl) del presidente Carlos Salinas con el préstamo por 30 millones de dólares que, hasta la fecha, no ha sido liquidado por Salinas Pliego en lo personal. Siguieron después los trámites para la puesta en operación de Unefon, que tantos reclamos y hasta demandas recibió de sus competidores ante las autoridades correspondientes. Este proceso concluyó en la manera, desaprobada por los accionistas minoritarios, corredurías y calificadoras, de las inversiones de Tv Azteca en Unefon que la salvó de una crisis profunda.
A esta larga lista de incidentes habrá que agregar la demanda que hicieron, por 150 millones de dólares ante tribunales estadunidenses, los tenedores de bonos de Iusacel (empresa recientemente adquirida por Salinas Pliego), pues alegan que su restructuración en marcha pone en peligro, dicen los afectados, sus intereses. Y, por último, no puede dejar de mencionarse la violenta toma de las instalaciones de CNI en el ya célebre chiquihuitazo en las navidades de 2003, acontecimiento que mereció una disculpa presidencial ya célebre (ƑY yo por qué?), que tantos dolores de cabeza le ha traído y por la que Fox seguirá pagando un costo enorme. Un litigio que salió, al parecer, sólo temporalmente de los tribunales pero que a ellos volverá.
Sin embargo, lo preocupante del caso no se detiene tan sólo en los avatares descritos arriba, sino alcanza consideraciones de mayor profundidad que se derivan de la solvencia moral, de las escalas de valores desplegados en las conductas de las elites, de la capacidad con que se conducen y llevan a cabo los negocios que tienen cruciales efectos colectivos. Se tiene que explorar, con gran delicadeza y severidad, la relación que se da entre el quehacer público, con sus actores políticos en primera instancia, y los empresarios de los medios de comunicación. Asuntos éstos que deberían ser regidos por estrictas normas aplicadas de manera transparente para garantizar el interés de la sociedad a ser informados con veracidad y con precisión y a gozar, también, de sano entretenimiento.
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