México D.F. Lunes 19 de enero de 2004
Denuncia femenina contra el abuso y el maltrato
en el Foro Social Mundial
"El poder imperial usa la lucha de las mujeres para
legitimar su agresión"
El movimiento obrero intentó tomar el cielo por
asalto y fracasó en el intento: Bertinotti
LUIS HERNANDEZ NAVARRO ENVIADO
Mumbai, 18 de enero. Si hubiera que decidir quienes
son, de acuerdo con los grandes medios de comunicación, los líderes
más feministas del mundo durante el inicio del Siglo XXI, los triunfadores
serían George W. Bush y Tony Blair. A juzgar por lo que dicen, estos
dos mandatarios invadieron Afganistán e Irak para salvar a las mujeres
del fundamentalismo islámico y la dictadura, afirmó hoy en
la conferencia "Guerras contra las mujeres, mujeres contra la guerra" la
escritora Arundhati Roy.
Más hembras mueren por culpa de la violencia doméstica
en el planeta que hombres por conflictos armados, aseguró la maestra
de ceremonias de la sesión final del 18 de enero, de la cuarta edición
del Foro Social Mundial (FMI). La abogada Irene Khan, de Amnistía
Internacional, recordó el caso de Paloma, una trabajadora mexicana
de la maquila en Ciudad Juárez, violada y asesinada salvajemente
como otros centenares de mujeres en la región, sin que se haya hecho
justicia.
Primera en tomar la palabra, la escritora y activista
egipcia Nawal el Saddawi insistió en la necesidad de cambiar el
lenguaje. Se quejó de que el inglés, lengua colonial, se
hubiera convertido en el idioma oficial del foro. Negó ser asiática
o provenir de un país pobre del tercer mundo. Rechazó que
Africa viva una situación poscolonial y que las mujeres se hubieran
ya liberado. Egipto queda -dijo- en el norte de Africa, y no es pobre sino
una nación robada por la explotación colonial. Aseguró
que una potencia que mata personas e invade pueblos para apropiarse de
sus riquezas no puede catalogarse como parte del primer mundo. Africa -sentenció-
no es poscolonial porque no ha dejado aún de ser una colonia.
El
maquillaje -aseguró- es el velo posmoderno que cubre el rostro de
las mujeres, y posibilita que la industria de los cosméticos sea
una de las cuatro más rentables del planeta. Finalmente, después
de explicar cómo las mujeres son las primeras víctimas de
los países que viven una situación colonial, aseveró
que el peor velo es el que cubre las mentes.
Durante su breve intervención, Arundati Roy expresó
su perturbación por la forma en la que el poder imperial está
usando la lucha de las mujeres para legitimar su agresión. Sin dejar
de responsabilizar al imperialismo por los daños que ha causado,
se concentró en mostrar el terrible daño que "nos hacemos
a nosotros mismos" como pueblos. Las mujeres -aseguró con crudeza-
han participado y avalado la violencia contra las mujeres. Finalmente donó
su tiempo para que una mujer que sufrió la represión de la
policía diera su dramático testimonio ante la asamblea.
Sahar Saba, representante de la Asociación Revolucionaria
de Mujeres de Afganistán, dijo que su país había vivido
conflictos armados durante 25 años y detalló las atrocidades
cometidas por Estados Unidos durante la ocupación de su nación:
desde apoyar a los criminales de la Alianza del Norte hasta negar que en
la recientemente aprobada Constitución se reconocieran los derechos
de la mujer.
También sobre Afganistán, Irene Khan narró
la historia de una joven de ese país presa con muchas otras esposas
más, por abandonar a su marido que la maltrataba. Según la
abogada de Bangladesh, en las guerras el cuerpo de las mujeres se convierte,
por medio de la violación, en un símbolo para humillar familias,
comunidades y patrias. La señora Khan concluyó su documentada
intervención solicitando que quienes se solidarizaran con la causa
de las mujeres levantaran los brazos con las palmas de las manos abiertas.
Prácticamente todo el auditorio lo hizo.
Partido y movimiento
Desde su nacimiento, el movimiento contra la globalización
neoliberal ha tenido grandes diferencias con los partidos y con la política
institucional. Mumbai hoy fue escenario de un esclarecedor debate sobre
una difícil relación. Una discusión entre una concepción
de la política nacida de la II y la III Internacional contra una
visión de la política inaugurada por el levantamiento zapatista
y Seattle. La socialdemocracia y el comunismo tradicionales contra el altermundismo
y la irrupción de los pueblos indígenas.
En un lado quedaron Prakash Karat, integrante del politburó
del Partido Comunista de India, y Luis Ayala, Secretario General de la
Internacional Socialista. Muy cerca de ellos se ubicó el ex alcalde
de Porto Alegre y hoy ministro del gobierno de Lula, Olivio Oliveira, que
evadió la polémica y se concentró en informar a la
reunión sobre los logros de su administración.
De acuerdo con Karat, partidos y movimientos sociales
desempeñan funciones distintas. La función de los primeros
es organizar, movilizar y representar; sus objetivos son básicamente
políticos e ideológicos. La de los segundos es pelear por
sus demandas inmediatas en el terreno económico y social. Es necesario
-señaló- que haya coordinación entre ambos para responder
a la globalización imperialista y no permitir actitudes antipartido
ni antipolítica.
Según Ayala, partidos políticos y movimientos
sociales desempeñaron un papel clave en la caída del Muro
de Berlín y la democratización de América Latina.
Ahora ambos enfrentan el reto de la privatización de la política
y el liderazgo de los mercados y no el de las personas en el centro de
las políticas. Los partidos son necesarios para mantener la gobernabilidad
democrática, pero casi nadie parece preocuparse por ellos. En el
conflicto que enfrenta a movimientos y partidos no hay ganadores. Es necesario
-afirmó- que se unan para enfrentar el peligro principal de la época:
el unilateralismo en las relaciones internacionales, la reforma de las
Naciones Unidas y las instituciones financieras multilaterales.
Del otro lado de la barrera se colocaron Fausto Bertinotti,
dirigente de Refundación Comunista de Italia, el representante indígena
boliviano David Choquehuanca, y Alejandro Bendaña, un ex embajador
de Nicaragua durante el gobierno sandinista.
Para Bertinotti si se quiere cambiar el mundo es necesario
transformar la política. Esto significa que debe rebasar las fronteras
de los estados nacionales, así como aprender de la vida, desde la
vida, pues si no está condenada a morir. El dirigente italiano explicó
cómo desde la reunión de Porto Alegre la globalización
neoliberal ha seguido destruyendo las redes de solidaridad. La guerra produce
devastación e incuba al terrorismo. Nace de un hecho dramático:
como el nuevo capitalismo no es capaz de gobernar desde el consenso requiere
destruir todo.
Optimista, señaló cómo en Cancún
el movimiento altermundista propinó al nuevo capitalismo
una sonora derrota. Los conflictos sociales de clase -señaló-
han renacido en muchas partes del mundo, y esa irrupción ha generando
nuevas formas de participación, como los Caracoles zapatistas.
Al preguntarse sobre el principal problema que enfrenta
el nuevo movimiento social, se respondió: desarrollar los instrumentos
que le permitan influir en las grandes decisiones. Hay que ir más
allá de protestar contra la guerra, hay que ser capaces de frenarla,
afirmó. Hay que crear alternativas. Y para ello la política
debe conducirse de otro modo, uno en el que os movimientos sociales deben
adquirir la potencia democrática capaz de modificar el destino del
mundo.
Según Bertinotti hay que superar la política
del Siglo XX. Con ella se obtuvieron muchos logros, pero también
severas derrotas. El movimiento obrero trató de tomar el cielo por
asalto y fracasó en el intento. Su descalabro no fue ajeno a una
concepción del poder que separaba artificialmente partidos, sindicatos
y movimientos sociales y le asignaba a los partidos el monopolio de la
acción política. La nueva política necesita hacer
la crítica de la economía política pero también
reivindicar la ética; no debe ser un ejercicio de delegación
de la representación en unos cuantos. La nueva política está
en los nuevos movimientos. Para cambiar el mundo -finalizó- debemos
modificar la política, y como los zapatistas han sostenido, caminar
preguntando.
Choquehuanca reivindicó una propuesta nacida de
la cultura indígena, en la que se trata de impulsar una sociedad
complementaria entre el hombre y la naturaleza, no enfrentada a ella. Su
proyecto va más allá de la lucha por la libertad y la democracia;
reivindica el consenso sobre la democracia. La democracia -aseguró-
implica el sometimiento de unos a otros, mientras el consenso obliga a
llegar a acuerdos.
Para Bendaña en los procesos vividos en El Salvador,
Guatemala y Nicaragua, los agrupamientos político-militares se convirtieron
en partidos que no alcanzaron a superar su condición de fuerzas
condenadas a ser oposición. Aunque la izquierda se extiende socialmente
mucho más allá de donde alcanzan a llegar los partidos, éstos
se quedaron atrapados en las redes de la política institucional.
Ciertamente tienen influencia en gobiernos locales, pero éstos no
modifican las tendencias centrales del funcionamiento del sistema. Los
partidos se han relacionado con los movimientos de manera instrumental,
convirtiéndolos en materia de negociación y han ignorado
a movimientos como el indígena y el de las mujeres.
La marcha interminable
Incansables, los manifestantes marchan durante horas por
las calles principales de Bollywood, sede del cuarto capítulo
del FSM. Las danzas y caminatas levantan en varios puntos del trayecto
una nube de polvo que hace difícil respirar. No son pocos los delegados
que han debido improvisar tapabocas para hacer más llevadero su
traslado de un local a otro.
Los tambores nunca descansan. Tampoco los cantos. En Mumbai
parece que se quiere hacer posible otro mundo a través de la fiesta.
Se logre o no, lo cierto es que no podrá conseguirse sin ella.
Máscaras, representaciones de animales diversos
en tela y cartón, grandes imágenes de Gandhi, personajes
disfrazados George W. Bush, carteles, banderas, pendones y una multitud
incontable de trajes regionales se suceden unos a otros. De vez en cuando,
el mundo del trabajo organizado, con sus consignas, puños en alto
y disciplina, hacen acto de presencia.
En Mumbai, la energía social parece el vapor de
una caldera a punto de estallar. Sólo que ese vapor se ha expresado
más a través de la vitalidad de las culturas regionales que
de la cultura política de la izquierda tradicional.
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