México D.F. Sábado 10 de enero de 2004
409 murieron en busca del sueño americano
Tijuana, BC, 9 de enero. Un total de 409 migrantes, en su mayoría de origen mexicano, murieron durante 2003 en su intento por ingresar ilegalmente a Estados Unidos.
En proporción con el número de intentos de cruce ilegal reportado por las propias autoridades estadunidenses en base a las detenciones de la Patrulla Fronteriza, ello representa un incremento en la mortalidad en la frontera.
"Murieron 409 migrantes y hubo un millón de detenciones", informó Claudia Smith, directora de la Fundación de Asistencia Legal Rural de California, al presentar un reporte.
"En 2000 fallecieron 499 personas con 1.6 millones de detenciones", agregó.
Desde el inicio en 1993 de la Operación Guardián (Gatekeeper) en California y otros programas similares en estados fronterizos de Estados Unidos como Arizona, Texas y Nuevo México, más de 2 mil 800 personas fallecieron al intentar ingresar a EU, manifestó.
"A Bush se le debe reconocer la franca admisión de que la economía de su país depende grandemente de la mano de obra de los que arriesgan la vida para desempeñar los trabajos duros, sucios y mal pagados que los propios estadunidenses rechazan. Pero es sumamente decepcionante que no se ofrezca una amnistía general para quienes ya radican en Estados Unidos en calidad de indocumentados, ni se contemple darles garantía alguna para legalizarse", dijo.
Según la activista, las cifras se basan en estadísticas de la Secretaría de Relaciones Exteriores, en las que se establece que el conteo inicial de los migrantes fallecidos a lo largo de la frontera llegó a 409 -10 por ciento más que el año anterior-, y es posible que la cifra oficial se incremente al realizarse una investigación más detallada.
De las 409 muertes en 2003, 112 sucedieron en San Diego, California, y Yuma, Arizona, área de cobertura del Operativo Guardián; 174 se registraron en el resto de Arizona, y 123 en el territorio de Texas. Casi la mitad murió como resultado de deshidratación o asfixia. JORGE ALBERTO CORNEJO, CORRESPONSAL
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