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México D.F. Sábado 10 de enero de 2004
DESFILADERO
Jaime Avilés
Diez años de sociedad civil
El ejemplo del zapatismo ha iluminado un panorama que lucía tétrico tras la desaparición de la URSS
Diez años después de la rebelión zapatista en Chiapas, el balance de lo que ha cambiado en México y en el mundo arroja un saldo político altamente favorable para los propios zapatistas. Los pueblos indios que se levantaron en armas aquel primero de enero de 1994 han establecido, en los territorios que habitan desde siempre, un régimen de autonomía administrativa no reconocido por ley o autoridad constitucional alguna, pero sin duda vigente y eficaz. Esta es una realidad indiscutible. Al mismo tiempo, gozan de un prestigio internacional pasmoso, que los sitúa como pioneros de la lucha mundial contra el neoliberalismo.
A tal reconocimiento contribuye el semanario francés Courrier International, que en su edición de la semana en curso dedica su portada al tema de Chiapas y ofrece una cronología somera de los hechos que a lo largo de esta década han definido los perfiles de la batalla global por la "otra" mundialización. Copio: "1 de enero de 1994: estalla la insurreción zapatista el día que entra en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre Estados Unidos, Canadá y México.
"12 de enero de 1994: cese del fuego entre el gobierno mexicano y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Noviembre-diciembre de 1995: surge la 'izquierda de la izquierda' francesa durante las huelgas contra el plan de reformas a la seguridad social (impulsado por el primer ministro galo) Alain Juppé. 16 de febrero de 1996: acuerdos de San Andrés sobre la autonomía de los pueblos autóctonos entre el gobierno de Ernesto Zedillo y los zapatistas, mismos que siguen sin efecto.
"9 de junio de 1998: creación de la ATTAC (Asociación por una Tasa Tobin de Ayuda a los Ciudadanos) -inspirada, entre otros intelectuales, por Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique-, que tiene adherentes en una veintena de países. 12 de agosto de 1999: 'desmantelamiento'del McDonaldƀs de la ciudad francesa de Millau, protagonizado por militantes de la Confederación Campesina que dirige José Bové. Noviembre-diciembre de 1999: primeras grandes manifestaciones internacionales en Seattle, Estados Unidos, durante la cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Después, otras movilizaciones semejantes se realizarán al margen del Foro de Davos, el Fondo Monetario Internacional, el Grupo de los 8 (G-8) y la Unión Europea.
"2 de julio de 2000: elección de Vicente Fox (del Partido Acción Nacional, conservador) a la Presidencia de México, que pone fin a 71 años del Partido Revolucionario Institucional en el poder. 25-30 de enero de 2001: primer Foro Social Mundial en Porto Alegre, Brasil. Febrero-marzo de 2001: marcha de los zapatistas a la ciudad de México; ante el Congreso mexicano se declaran (sic) listos para el diálogo. 19-21 de julio de 2001: manifestaciones en Génova al margen de la cumbre del G-8. Un manifestante es asesinado por la policía italiana y los violentos muestran las diferencias entre los altermundistas y los anarquistas radicales.
"31 de enero-5 de febrero de 2002: segundo Foro Social Mundial en Porto Alegre. 27 de octubre de 2002: elección de Luiz Inácio Lula da Silva, candidato del Partido de los Trabajadores (PT), a la presidencia de Brasil. 7-10 de noviembre de 2002: primer Foro Social Europeo en Florencia, Italia. 23-28 de enero de 2003: tercer Foro Social Mundial en Porto Alegre. 12-15 de noviembre de 2003: segundo Foro Social Europeo en París. 16-21 de 2004: cuarto Foro Social Mundial, organizado este año en Bombay, India."
Dos hechos inquietantes saltan a primera vista: el carácter eurocentrista de la cronología de Courrier International y la ausencia de acciones masivas de primera importancia en la agenda reciente y sobre todo futura del altermundialismo. Pareciera que tras la epopeya de Génova, hace dos años y medio, esta memoria de los nuevos movimientos sociales no registrara por falta de méritos otra efeméride de polendas, como las gigantescas marchas pluricontinentales contra la guerra de George WC Bush en febrero-marzo-abril-mayo de 2003, o la insurrección de las clases medias y los piqueteros argentinos en diciembre de 2002 y el primer semestre de 2003, o la rebelión de los campesinos y mineros bolivianos en agosto y septiembre del año pasado.
ƑSerá que se trata de fenómenos sociales distintos, que escapan a las reglas trazadas por los sociólogos contemporáneos para encuadrar a los nuevos movimientos internacionalistas, y básicamente anticapitalistas, que surgieron como fruto de la experiencia, el discurso y la práctica del EZLN? Podría ser, por qué no, ya que tanto el caso de Bolivia como el de Argentina fueron respuestas locales a problemas locales. Pero, Ƒno podría decirse entonces lo mismo respecto a la elección de Lula o incluso de la propia rebelión zapatista? Pero si los "nuevos movimientos sociales" se distinguen de los "viejos" por la forma horizontal de su estructura, la falta de dirigentes protagónicos y centralizadores, su organización en redes amorfas, etcétera, Ƒen qué medida violan esos cánones las masas de ahorradores que se sublevaron contra el corralito en Buenos Aires o los cocaleros anónimos que sitiaron la ciudad de La Paz?
Al margen de toda interpretación teórica, es verdad que 10 años después del primero de enero de 1994, el ejemplo del zapatismo ha iluminado para la izquierda del mundo un panorama que lucía tétrico tras la disolución de la Unión Soviética, en agosto de 1991. El gran tema que preocupa a todas las fuerzas inmersas en la lucha contra la violencia económica que ha destruido el planeta es el vacío que se observa, a corto plazo, en la agenda del porvenir. ƑQué sigue? Nadie parece saberlo con certeza.
Conmemoraciones
Muchos son los aniversarios que en estos días iniciales de 1994 recuerda la memoria de Chiapas. Yo quiero referirme a tres. Uno es el de un muchacho, casi niño, de la cañada de San Miguel, que el 4 de enero de hace 10 años estaba recostado en una calle de Ocosingo, calzado aún con las botas amarillas y flamantes que acababa de expropiar con sus compañeros de armas de una tienda llamada La Suriana. Vestía un pantalón verde olivo de miliciano zapatista que había sufrido una rotura en el muslo derecho, un orificio del que brotaba por goteo la sangre de una pequeña herida abierta por una esquirla o por una bala de calibre inferior.
Tenía otra hendidura en el bíceps del brazo derecho y temblaba de miedo cuando los periodistas lo rodeamos, tendido a lo largo de la acera, y comenzamos a preguntarle qué le había sucedido, como si no fuera obvio. Las cámaras de la televisión registraron el momento en que los vecinos del barrio lo transportaron sobre una puerta hasta la sombra de una casa en construcción. Esa noche su rostro quejumbroso apareció en todas las pantallas domésticas del país, pero a la mañana siguiente, cuando regresé a su escondite para ver si ya no estaba, lo encontré lívido, azulado, boquiabierto, con una perforación en la frente y la nuca desventrada por una bala expansiva. Había incontables fragmentos de masa cerebral salpicados en los muros y en el techo a dos metros de distancia. Durante 1994 volví a ese lugar muchas veces, solamente para ver cómo se iban secando aquellas manchas minúsculas sobre la carne roja de los ladrillos.
El segundo aniversario que no puedo olvidar es el de la matanza del 7 de enero en el ejido Morelia, a ocho kilómetros del pueblo de Altamirano. La mañana de aquel viernes monstruoso llegaron a la comunidad decenas de soldados armados hasta los dientes y no pocos de ellos borrachos. Sacaron a todos los hombres de sus casas, los reunieron en la cancha de basquetbol, los obligaron a acostarse bocabajo sobre el asfalto, los golpearon a culatazos, los patearon en las costillas, los insultaron hasta cansarse. Tres de los detenidos fueron llevados al templo contiguo y torturados sin piedad. Más tarde los sacaron de allí esposados, los treparon en un jeep y se los llevaron quién sabe a dónde. Un mes después, sus restos aparecieron descuartizados a la orilla de un riachuelo, como si los hubieran triturado con una máquina de moler carne. Tuvo que venir desde Estados Unidos el experto Claude Snow, especialista en desastres aéreos, para reunir las piezas del triple rompecabezas de los esqueletos.
El tercer aniversario es el más importante. El 12 de enero, a partir de las 4 de la tarde, gente de toda procedencia política y también sin ella, empezó a reunirse en el Monumento a la Revolución y luego en la Alameda, frente a la estatua de Benito Juárez, y formada en orden, con muchas banderas blancas, marchó encolerizada hasta el Zócalo para exigir al gobierno de Salinas que detuviera el espectáculo de la carnicería contra los indios de Chiapas. Aquella tarde nació la sociedad civil mexicana, que entonces no se llamaba así ni de ninguna otra manera. Era la antítesis, el antídoto del veneno, el ingrediente secreto de la fórmula que iba a cambiar el rumbo del país y las expectativas de la humanidad. De los gritos y la enjundia de aquella multitud que aporreó las puertas del Palacio Nacional, hasta que se la tragó la noche, surgiría el milagro de la "nueva" política, esa que tanto admiró en sus orígenes a los intelectuales europeos.
Claro que el mérito no es de nadie. Todo fue producto del sentido común. Quienes salieron a las calles a parar la guerra actuaban por principios elementales. Quienes escucharon a la gente y cambiaron los rifles por el diálogo, también. La sociedad civil aportó al zapatismo elementos insospechables para el desarrollo de la creatividad que ha sido su distintivo. Nada habría sido posible si la indiferencia y el fatalismo hubiesen ocupado el lugar de la solidaridad. Nadie se cruzó de brazos y dijo: "merecido se lo tienen por jalar los bigotes al tigre". El resultado de la síntesis somos nosotros. Ahora, como al resto de la especie humana, sólo nos falta averiguar qué sigue. Por dónde. Con quién.
Más acá del espacio mítico de Chiapas, la extrema derecha continúa gobernando la economía nacional con el mismo proyecto y el mismo rigor desalmado que puso en práctica desde el primero de diciembre de 1982, hace más de 20 años. Es verdad que el PRI se encuentra fuera de la Presidencia de la República, pero se mantiene en Los Pinos, donde ahora cohabita como huésped permanente de Vicente Fox. Es verdad que la idea del PAN como "alternativa" se ha esfumado. Es verdad que la izquierda como sueño posible está todavía en fase de insomnio. Y también es verdad que la sociedad civil, a sus 10 años de edad, no ha dejado atrás la infancia. [email protected]
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