LETRA S
Enero 8 de 2004
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Crónica Sero
 

Joaquín Hurtado

Cuatro de diciembre. Siete pm. Sentado en las escaleras de Bellas Artes sobre mi tambache de libros. Libros que vengo cargando desde Monterrey. Desde Monterrey traigo cincuenta kilos de Crónica Sero. Lo mismo que pesa mi cuerpo desdibujado.

¿Y qué hago yo sentado en este portal de Bellas Artes, justo al lado de ese perro sin nombre? Pues nada: que se suspendió la presentación de Crónica Sero porque los trabajadores del Palacio se pusieron en huelga. Huelga quizás justa pero no menos inoportuna. A mis presentadores, al público, a la danza, a la música, a las letras nos dejaron literalmente en la calle. ¿Y para qué es esta huelga? Pues para salvar la cultura... ¡ah!

Llegan mis amigos y preguntan y se lamentan y se sientan a mi lado y sienten pena. Lástima no sienten, yo lo sé. Saben que sus ropajes no hacen juego con mis harapos. Vergüenza sienten mis amigos por la cancelación del evento que con sacrificios organizamos y nos trajo desde tan lejos.

¿Y ahora qué hago yo con este callado fardo de libros, con este hato de huesos y cenizas y mortajas y voces de nuestros muertos de sida? ¿Qué hago con mi sida tan vivo? Nada, seguir aquí viendo pasar el río cenagoso de la vida, llorando a carcajadas. Sentado recibo el pésame y el pésame le doy a Alejandro, Silvia, Carmen, Jorge y una docena de bienquerientes. El dolor compartido es un cáliz amargo que al pasar de mano en mano se dulcifica.

Y gracias le doy a la huelga. Por ella confirmo que aún hay gente buena en esta ciudad desalmada. Gente que hace más leve mi arduo trabajo de ir por la vida cayéndome a pedazos. De algún lado han salido amigos que me estiran del abismo antes del despeñadero y me dicen vámonos a Sanborns, a cenar y calentarnos los huesos. Y a los Azulejos nos vamos. Allí hacemos el recuento de viejas complicidades. Justo antes del derrumbe, de mi cataclismo anímico, me salvan los serenos y bellos amigos. Puros sobrevivientes reunidos con el pretexto de un pequeño librito, apenas un gránulo ante el hoyo negro del sida.

Luego me encontraré a Alejandro Brito y me dirá que debemos organizar la presentación de nuevo, en otro espacio. No, Alejandro --le respondo. En Bellas Artes están en deuda con todos nosotros. Ojalá que la luz de la buena fe los ilumine y nos regresen el espacio escatimado. El tema merece más respeto del altar mayor de la cultura mexicana.

Y como aún hay justicia sobre el mundo, días después recibo la atenta llamada de Anamari Gomís, directora de Literatura de Bellas Artes. El milagro se ha hecho realidad. Han reprogramado la presentación de Crónica Sero para el miércoles 3 de marzo del 2004. Allá nos vemos, esperen noticias.