LETRA S
Enero 8 de 2004
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Para seguir caminando
Es necesario reconocer las nuevas identidades de la comunidad católica

En este nuevo año y ante la actual situación del país, nos sumamos e instamos a todas las católicas y católicos mexicanos a suscribirse a la agenda eclesial que impulsan el Observatorio Eclesial, personas y varios grupos de buena voluntad reunidos para seguir renovando y animando nuestra Iglesia.

Tres son los puntos de dicha agenda:

1. Democratización de nuestra Iglesia
a) Reconocer que una gran parte de nuestras estructuras eclesiales tiene un inadecuado manejo del poder: suelen ser autoritarias, violentas, antidemocráticas y discriminatorias. Por ello, es preciso promover y defender los derechos humanos en el interior de nuestra Iglesia.
b) Refundar nuestra Iglesia, teniendo como pilares la participación, la comunidad y la colegialidad; reconocer que los ministerios descansan en la comunidad y no en un sector, y abrir las instancias de decisión y de celebración a laicas y laicos.
c) Admitir la pluralidad eclesial como reconocimiento y respeto a las legítimas diferencias y el encuentro de nuestras mutuas libertades.
d) Abrir espacios permanentes y plurales de diálogo y discernimiento, para lograr una vida comunitaria y democrática en nuestra Iglesia.

2. Secularización y laicismo
a) Reconocer las nuevas identidades de la comunidad católica: crecientemente adulta, corresponsable y secular.
b) Buscar nuevos diálogos y acuerdos eclesiales en aspectos vitales como: derechos sexuales y reproductivos, sida, eutanasia, homosexualidad y lesbianismo, aspectos en los que la comunidad católica ya ejerce su libertad de conciencia, y con ello indica el camino para la Iglesia.
c) Aceptar valores y derechos clave de la modernidad y la posmodernidad: libertad de conciencia, libertad de expresión, respeto y tolerancia a la diferencia y a la subjetividad de las personas.
d) Preservar y promover la sana separación entre iglesias y Estado. El Estado mexicano y la legitimidad de sus instituciones están regidos por principios democráticos, no por aspectos religiosos. Obispos, sacerdotes, religiosas, creyentes debemos conocer y respetar la Constitución y la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público. El laicismo no es una posición indiferente o antirreligiosa, sino un instrumento para proteger la convivencia y la paz social. El Estado laico no representa, avala ni legitima a ninguna iglesia o comunidad religiosa, las reconoce a todas y abre las posibilidades de establecer relaciones formales, claras y constructivas en un marco legal.
e) La CEM está llamada a informar y promover el respeto de los obispos al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, así como a vigilar sus palabras llamándolos a que sean un factor de unidad y de comunión, de reconciliación y de paz, por lo que no es nuestro papel hablar a favor o en contra de ningún candidato o partido político en particular.
f) Nuestra jerarquía eclesial no puede atribuirse la facultad de dotar de identidad a un pueblo tan multicultural y con una creciente pluralidad religiosa como el nuestro.

3. Desafíos pastorales desde la pobreza y exclusión
a) Construir una Iglesia más preocupada por la vida de los pobres y excluidos que por la propia institución.
b) Fomentar una pastoral que tenga como base las preocupaciones y necesidades de las personas; en consecuencia, nos manifestamos a favor de una reforma fiscal equitativa que excluya el IVA en alimentos y medicinas; unas reformas eléctrica y de la industria petrolera que atiendan las necesidades de la población sin menoscabo de la soberanía nacional; una ley de bioseguridad que proteja y promueva la biodiversidad y el conocimiento tradicional vinculado; no privatizar ni desaparecer instituciones fundamentales para la cultura y la ciencia en nuestro país.
c) Una iglesia que arriesgue sus recursos humanos y materiales en el mejoramiento de la calidad de vida de la población, mucho más que en la conservación de objetos de culto, la recuperación de instalaciones propiedad del Estado (Palacio del Arzobispado) o la construcción de templos.
d) Una pastoral que actualice su opción por los pobres y reconozca las nuevas formas de exclusión en un mundo global y de libre mercado.
e) Fortalecer una educación y una teología para la paz integral, fincadas en la promoción y defensa de los derechos humanos. Desde nuestra tarea profética como Iglesia, la CEM y toda la comunidad debemos colaborar y manifestarnos públicamente para disminuir la violencia familiar; detener el maltrato a los migrantes; evitar asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y en el país.

Estos son algunos puntos de la agenda que consideramos hemos de enfrentar en los próximos tres años. No son los únicos; la agenda no está agotada, por lo que nos hemos comprometido a abrir el diálogo a todos los niveles en la Iglesia para alcanzar consensos y generar una agenda amplia, flexible y plural que dé un nuevo dinamismo a nuestra comunidad eclesial.