México D.F. Jueves 8 de enero de 2004
Emir Sader
La "subversión" de Cuba y Venezuela
Río de Janeiro El gobierno de Bush tiene razón en preocuparse por lo que Cuba y Venezuela puedan hacer para desestabilizar aún más la capacidad de influencia de su país en América Latina. Sólo que lo que él llama "subversión" -revelando su nostálgica visión de la guerra fría- es otra cosa, más peligrosa que cualquier ayuda económica, entrenamiento de guerrilleros o propaganda ideológica. Son cosas que los ojos miopes del cowboy texano tienen dificultad para ver.
Cuando el continente vive su peor crisis social desde los años treinta del siglo pasado, consecuencia de la aplicación de las políticas que su gobierno y los organismos internacionales en los que Washington tiene hegemonía recomendaban como las mejores para América Latina, el gobierno de Bush tiene razón de preocuparse.
Argentina, señalada como el mejor alumno de esas políticas con Carlos Menem, sufre el peor retroceso de su historia, del cual sólo podrá recuperarse si mantiene un ritmo continuo de crecimiento durante diez años. Menem fue derrotado por la votación del pueblo argentino.
México fue el aliado privilegiado de Washington: ingresó al Tratado de Libre Comercio de América del Norte como ejemplo de que la integración subordinada consolidada sería el mejor camino para los países del continente. México retrocedió todo lo andado y mucho más con la recesión estadunidense, y Fox fue derrotado por la votación del pueblo me-xicano en julio de 2003.
Sánchez de Losada fue relecto en Bolivia: teniendo al embajador de Estados Unidos como principal asesor electoral, prometió retomar sus políticas neoliberales. Su gobierno no duró un año, fracasó estrepitosamente y el pueblo boliviano lo derrotó y lo depuso en las calles y campos del país.
Alejando Toledo, en Perú, y Jorge Batlle, en Uruguay, agotan rápidamente sus gobiernos, quedando a la espera del fin de sus mandatos y de ser derrotados en las urnas por los pueblos de sus países.
El gobierno de Chile firmó uno de los tratados más vergonzosos que jamás se hayan suscrito en nuestro continente con Estados Unidos, pre anuncio de lo que sería el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que permite a los capitales estadunidenses circular por Chile como si estuviesen en Michigan o California -o peor, porque algunos estados de Estados Unidos tienen legislaciones que mínimamente los protegen de algunos excesos toda vez que el gobierno de Ricardo Lagos se entregó atado de pies y manos a los capitales estadunidenses, renunciando a la soberanía que aún le quedaba al país.
El ALCA es derrotado dentro y fuera de Estados Unidos, como reveló la reunión de Miami, con un consenso generalizadamente contrario a los designios estadunidenses de abrir de par en par todas las fronteras del continente para sus capitales.
Mientras tanto, Cuba y Venezuela firman y ponen en práctica un tipo bien distinto de intercambio, en el que cada país provee al otro lo que posee: Venezuela da petróleo a Cuba y a cambio recibe medicamentos, técnicos en alfabetización, en medicina social, en deportes. Esto convencionalmente se suele llamar comercio justo, en el que cada país da lo que dispone y recibe lo que necesita, independientemente de los precios del mercado internacional.
Más allá del "mal ejemplo", los dos países privilegian lo social, destinando el grueso de sus recursos para universalizar el derecho a la educación, la salud, la vivienda, el saneamiento básico, la información, la cultura, mientras los otros gobiernos del continente continúan aplicando las orientaciones del FMI y privilegian el ajuste fiscal.
Son intolerables para Washington los ejemplos que dan Cuba y Venezuela. Cuando acusa al principal líder boliviano, Evo Morales, de estar abastecido por Cuba y Venezuela, en su cabeza mercantilizada siempre está presente el argumento de aprovisionamiento de dinero, cuando se trata, en verdad, de aprovisionamiento de modelos no mercantiles de construcción de sociedades de intercambio entre los países. Son justas las preocupaciones del gobierno de Bush: que ponga sus barbas a remojar porque estos tiempos no son nada propicios para su ideología belicista ni para su concepción mercantil de las relaciones económicas. Cuba y Venezuela son apenas una punta del iceberg que resurge como resistencia latinoamericana a la hegemonía imperial y neoliberal de Estados Unidos.
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