México D.F. Martes 30 de diciembre de 2003
Exponente del expresionismo abstracto cuyo centenario
se cumplirá el próximo año
De Kooning ''concedía todo el valor creativo
al gesto espontáneo de pintar''
Ni el mal de Alzheimer le impidió continuar con
su quehacer artístico
Hasta su muerte, ocurrida en 1997, fue el pintor vivo
mejor cotizado del mundo
MONICA MATEOS-VEGA
De Willem de Kooning es la célebre frase ''no pinto
para vivir, sino que vivo para pintar", que enunció a los 80 años,
cuando explicó por qué, a pesar del Alzheimer que padecía,
continuaba su quehacer pictórico.
En 2004 se conmemorará el centenario del natalicio
de quien fue hasta 1997 -año de su fallecimiento- el pintor vivo
mejor cotizado del mundo.
Si bien a lo largo de su prolífica carrera nunca
se dejó encasillar en definiciones, pues argumentaba que ''el estilo
es un fraude", De Kooning es considerado uno de los exponentes del expresionismo
abstracto.
El pintor no sólo fue un consentido de los críticos,
sino que sus obras alcanzaron precios astronómicos, como los 20.6
millones de dólares que en 1989 se pagaron por una de sus principales
telas, Interchange, 1955.
Tras los rascacielos de Nueva York
Willem
de Kooning adquirió la nacionalidad estadunidense en 1961, pero
nació en Rotterdam, Holanda, el 24 de abril de 1904. Su infancia
no presagiaba que se dedicaría al arte: su padre vendía cerveza
y su madre era camarera en un bar. Cuando Willem tenía 5 años,
se divorciaron y, aunque su progenitor conservó la custodia, la
madre lo secuestró. Este hecho dejó profunda huella en el
artista, la cual se reflejó en su forma de pintar.
Su primer empleo fue en una compañía de
diseño, cuyos propietarios, al ver el talento que poseía,
lo inscribieron en la Academia de Arte de Rotterdam. En 1924, luego de
permanecer un año en Bélgica, De Kooning decidió emigrar
a Estados Unidos.
''Buscaba los rascacielos que veía en todas las
tarjetas postales, así que me dije: América, allá
voy. Y lo hice", recordó alguna vez.
A los 26 años se estableció en Manhattan
y empezó a frecuentar los círculos artísticos; sin
embargo, su primera muestra individual ocurrió casi dos décadas
después, en 1948. Tres años más tarde obtuvo el gran
premio de la exposición del Instituto de Arte de Chicago, con Excavación,
y se colocó a la cabeza del expresionismo abstracto, superando a
Jackson Pollock.
De Kooning se mantuvo cercano a los rasgos del arte figurativo
y, como la mayoría de los pintores afincados en destartalados estudios
en el Soho neoyorquino, ''concedía todo el valor creativo al gesto
espontáneo de pintar (action painting) como reacción
visceral contra una intelectualidad excesiva", explican sus biógrafos.
Serenidad y equilibrio
Recuperado del alcoholismo gracias a su mujer, Elaine,
De Kooning se instaló en la costa de Nueva York, en East Hampton.
En 1989 se le detectó Alzheimer, pero no dejó de pintar.
Entre otras peculiaridades, se constató que los
trazos del artista se volvieron menos nítidos, lo que evidencia
la dificultad que tenía para percibir correctamente las estructuras
y las relaciones espaciales entre los objetos.
No obstante, la crítica y el mercado no devaluaron
su obra, pues gustó a los especialistas que su pintura ''alcanzara
serenidad y equilibrio".
En 1997 el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa)
organizó una exposición con sus últimos 40 cuadros,
que datan de los años 80. Mientras que el Guggenheim de Bilbao adquiría
su cuadro Vila Borghese (1960), para iniciar la colección
del museo. En esta tela, el artista tomaba como punto de partida el paisaje
para transformarlo en una composición de carácter lírico,
mediante la combinación de elementos figurativos y abstractos, como
en buena parte de su obra.
Su pincelada nerviosa y gestual, alejada del cubismo,
hizo célebres sus cuadros titulados genéricamente Woman,
serie en la que plasmó su interés por el cuerpo humano sometido
a la mirada deformadora del pintor.
Al respecto, De Koning manifestaba su atracción
por ''la parte vulgar y carnosa" del arte occidental, ''el motivo por el
que se inventó la pintura al óleo".
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