México D.F. Martes 30 de diciembre de 2003
Las tierras de los grupos expulsados son de
interés para la explotación de la madera
Conflictos entre evangélicos y católicos
esconden intereses agrarios en Chiapas
Ambos sectores se acusan además de traficar
con indocumentados centroamericanos
ELIO HENRIQUEZ CORRESPONSAL
Mitziton, Chis., 29 de diciembre. Desde hace dos
décadas, los habitantes de esta comunidad tzotzil, católicos
tradicionalistas y evangélicos, han utilizado la religión
como pretexto para tratar de esconder intereses agrarios, así como
tráfico de indocumentados y de madera, lo que ha provocado en la
zona una marcada discordia y constante ambiente de tensión.
En nombre de sus creencias, los tradicionalistas han expulsado
a decenas de protestantes, han quemado o destruido templos, destrozado
cercas y prohibido cortar leña para uso doméstico, lo que
ha propiciado enfrentamientos que han dejado lesionados de ambos bandos
y encarcelamientos ilegales. Complica la situación que la entrega
de recursos del Programa de Apoyo al Campo (Procampo) en la zona se realice
de manera discrecional.
Al respecto, el subsecretario de Asuntos Religiosos estatal,
José María Morales, señaló que los grupos en
pugna han tomado a la religión "como pretexto" para enfrentarse,
pues "cuando nos hemos sentado a platicar afloran cosas que tienen que
ver con la cuestión agraria y reclamaciones mutuas de que, por ejemplo,
el Procampo no se entrega a todos".
En similar tenor se expresó el obispo de San Cristóbal
de las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel, quien consideró que "la
razón fundamental del conflicto" en Mitzitón "no es la religión,
pero ésta se utiliza o se mezcla con intereses políticos
o económicos".
El pastor y dirigente evangélico Esdras Alonso
González explicó que las agresiones contra protestantes comenzaron
en 1982, cuando se expulsó violentamente de la comunidad a 50 familias,
con el argumento de que por su credo religioso no podían vivir ahí,
a pesar de que varias eran dueñas legales de sus tierras. "El objetivo
de los caciques tradicionalistas era y es quedarse con las tierras de los
'hermanos', con sus derechos agrarios para trabajar las parcelas y explotar
la madera", agregó.
Consideró
que con las primeras expulsiones, los católicos "pensaron que habían
cortado de raíz el problema, pero el evangelismo siguió creciendo,
y en 1989 descubrieron y corrieron ilegalmente a otras 25 familias".
En 1999, cuando otros indígenas se habían
convertido a la fe evangélica, entre ellos algunos ex dirigentes
comunitarios con bastante influencia, los católicos intentaron desalojar
a un tercer grupo, pero esta vez encontraron fuerte resistencia, que no
lograron vencer al encarcelar a protestantes, destruirles el templo de
madera donde realizaban sus ritos ni robarles sus pertenencias, añadió
Alonso González.
Poco a poco lo que al principio aparentemente era un conflicto
relacionado con religión e interés agrario tomó otros
matices, pues se entremezcó el tráfico de migrantes centroamericanos,
que realizaron miembros de ambos grupos, con la entrega selectiva de recursos
de programas federales.
El pastor evangélico aseguró que sus feligreses
"han sido acusados de traficar con indocumentados, cosa que es verdad,
no es mentira, porque Mitzitón ha sido una base para los polleros,
y en eso están involucrados también los tradicionalistas".
En agosto de 2001, los católicos detuvieron a Carmen
Díaz López, Francisco Jiménez Vicente y Francisco
Díaz López, tres de los principales líderes protestantes,
cuando presuntamente trasladaban a 29 indocumentados guatemaltecos y salvadoreños.
El trío fue puesto a disposición del agente
del Ministerio Público federal Juan Antonio Estrada Quintero, quien
poco después los liberó "por falta de pruebas", lo que provocó
molestia entre los católicos, quienes aseguraron que los presuntos
polleros pagaron al funcionario 95 mil pesos por dejarlos en libertad.
De acuerdo con los protestantes acusados, quienes trafican
con migrantes son los tradicionalistas, "pero la policía los protege;
sabemos que cargaban o cargan tráileres con papas en la parte de
arriba, pero abajo colocan a los indocumentados; eso lo comprobamos en
2000, pero lo siguen haciendo".
Alonso González comentó que 21 líderes
tradicionalistas tienen en su contra órdenes de aprehensión
desde hace varios años, lo mismo que al menos cinco protestantes,
y contra miembros de ambas facciones se han iniciado 19 averiguaciones
previas, casi todas sin consignar.
Comentó que "no pocas veces se han escuchado disparos
de arma de fuego de grueso calibre en la comunidad", cercana a las instalaciones
de la 31 Zona Militar, con sede en Rancho Nuevo, pero hasta ahora ninguna
arma ha sido decomisada.
Aunque las denuncias han sido constantes, fue el pasado
30 de noviembre cuando la policía detuvo a Mariano Heredia Jiménez,
uno de los católicos más influyentes de Mitzitón,
presuntamente porque un sobrino suyo transportaba en un vehículo
de su propiedad a varios indocumentados centroamericanos. Igualmente se
le imputó quemar un templo evangélico en 1999, así
como robo con violencia y daños.
La tensión es constante en la comunidad por la
confrontación entre ambos grupos, disfrazada siempre por el tema
religioso.
A tal grado es el encono, que hace un año se instaló
en la comunidad un destacamento de la policía estatal para prevenir
la violencia entre las casi 250 familias católicas y 70 protestantes
del lugar.
El dirigente evangélico Carmen Díaz señaló
que, además de transportar indocumentados, los "caciques católicos
explotan ilegalmente la madera del ejido. A nosotros no nos dejan ni siquiera
cortar leña o sacar carbón para nuestro uso doméstico".
En este contexto, Esdras Alonso manifestó que "hay
gente externa que trafica con madera en Mitzitón, protegida por
los católicos. Qué incongruencia, muchas veces meten a la
cárcel a los que cargan carbón, pero no les hacen nada a
los traficantes que se enriquecen con la madera".
Otro punto de interés común es la disputa
por la tierra. Los protestantes aseguraron que con las expulsiones se pretendió
despojarlos de parcelas, en un poblado donde la mayoría de los habitantes
carecen de derechos agrarios. "Ahora viven muchas personas que no son de
la comunidad, los católicos les han dado tierra para incrementar
su grupo", indicó Carmen Díaz.
La disputa en este rubro ha provocado que en los meses
recientes la Procuraduría Agraria (PA) haya intentado actualizar
el censo de ejidatarios, con el fin de desactivar conflictos en lo que
a este tema se refiere, ya que uno de los argumentos de los tradicionalistas
para exigir el destierro de sus contrarios es precisamente que no tienen
certificados que los acrediten como dueños de tierras.
"De fondo es un problema agrario, no es religioso, ya
quedó claro. Lo que hay es una serie de irregularidades agrarias.
Hay un censo antiguo de 76 personas, que son las únicas que tienen
derechos agrarios, de los cuales por lo menos 33 son evangélicos,
pero el ejido ha crecido tanto y de forma tan desordenada que ahora ya
viven más de 300 padres de familia, mucho más de lo que los
certificados agrarios determinan", afirmó el pastor Esdras.
El presidente del Consejo de Vigilancia de Mitzitón,
Sebastián Jiménez González, aseguró que los
católicos no pretenden apoderarse de terrenos y madera de sus vecinos
evangélicos, quienes a su ver "sólo vienen a causar problemas
y divisiones, no pagan las cooperaciones, se niegan a recibir cargos religiosos,
no hacen trabajos comunitarios, nos provocan con música religiosa
a todo volumen y nos amenazan con que nos van a matar. Tienen armas y causan
muchos problemas a la comunidad porque trafican con indocumentados. Lo
que vemos es que quieren acabar con nuestras culturas".
El obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe
Arizmendi Esquivel, dijo que en Mitzitón "la razón fundamental
del conflicto no es la religión, pero ésta se utiliza o se
mezcla con intereses políticos o económicos de ciertas personas
o grupos. Eso no es solamente de ahora ni de Mitzitón, ha sucedido
en muchas partes".
Agregó: "tan no es religioso el conflicto, que
los dirigentes católicos son reacios a la entrada de sacerdotes
de San Cristóbal".
Añadió que muchas veces "las leyes civiles
o divinas como que no cuentan en algunos grupos; cuenta más su propio
interés, y entonces a nadie nos hacen caso. Pero todos tenemos que
unirnos, autoridades civiles y religiosas, para poder ayudar a desactivar
los conflictos".
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