México D.F. Domingo 28 de diciembre de 2003
Murales, pintura, fotografía, carteles
y graffitis, herramientas de la lucha indígena
La iconografía, forma de resistencia artística
del movimiento zapatista
Mediante el simbolismo y el color, las comunidades rebeldes
expresan memoria y cosmovisión
CARLOS PAUL
Con el levantamiento, hace 10 años, del Ejercito
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) nacieron en las comunidades
indígenas el gusto y la necesidad de utilizar como herramienta de
lucha diversas expresiones artísticas, entre las que destacan los
murales en escuelas, tiendas, casas y albergues.
A finales de 2002 se calculó que sólo en
Chiapas había más de 200 murales, "entre chiquitos y grandotes".
Los murales cobran singular relevancia, ya que "se trata
de pinturas, por así decir, autóctonas'', escribió
el periodista Hermann Bellinghausen.
''Esos murales públicos muestran la visión
que tienen los indígenas de sí mismos y de su lucha a lo
largo de 10 años, a diferencia de los realizados por pintores profesionales
o colectivos urbanos.
''Es fácil identificar a las comunidades en resistencia
-apunta Bellinghausen-: por los letreros que proclaman su pertenencia a
determinado municipio autónomo o por los coloridos murales donde
aparecen Emiliano Zapata, los insurgentes del EZLN, pasajes de su historia,
escenas de guerra y militarización de la zona o sueños idílicos.
Hay también imágenes de la vida cotidiana, del cultivo del
maíz y de los esfuerzos autónomos en los ámbitos de
salud y educación, así como algunos héroes patrios
y el Che Guevara.
Hay
otros en los que ''serios, silenciosos, en guardia, decenas de hombres,
mujeres y niños están rodeados por el autorretrato, que muchos
llamarían naïf''.
En escuelas, tiendas, albergues y casas de madera se cuenta
la historia reciente de Chiapas: ''una niña lee un libro, pero asoman
sus ojos, como las miradas valientes que espían al mundo a través
de un pasamontañas''.
Los murales zapatistas, comentó alguna vez Gustavo
Chávez Pavón, coordinador del Laboratorio de Integración
Plástica La Gárgola (La Jornada, 15/01/03), ''se han
transformado en herramienta de lucha y en una manera de que los estudiantes
conozcan lo que ha pasado en su tierra y narren al mundo lo que viven.
No se trata de arte panfletario, sino de una manera de expresar la opresión
que se vive en esa región, pero también las esperanzas".
Esas expresiones artísticas han producido a su
vez un calendario editado por el Col.lectiu de Solidaritat.amb la Rebel.lio
Zapatista, cuya sede se encuentra en Barcelona, encabezado por Iñaki
García.
El primero se realizó en 1995 con textos y fotografías
sobre el movimiento insurgente, pero para el más reciente, EZLN
2003. El silencio y la resistencia, se decidió hacerlo "con
una sustanciosa muestra de los murales de las comunidades indígenas
de Chiapas, y así abrir una ventana más para esas comunidades''.
Los zapatistas, comentaría en su momento García,
''no sólo hablan con la letra. En sus murales, cargados de simbolismo
y color, se aprecia de manera clara su expresión artística
y su mensaje. Son otro aspecto de su cosmovisión''.
Estos anuarios -otra manera de "conservar la memoria"-
tienen un tiraje de 6 mil 500 ejemplares y se editan en varias lenguas:
vasco, catalán, francés y español, y "se han distribuido
hasta en Noruega; sin embargo, probamos un año en inglés
pero no funcionó, pues no encontramos la manera de distribuirlo
en los países con esta habla".
El cartel, la pintura y la fotografía han sido
también expresiones artísticas que han contribuido a la memoria
y a la resistencia, al acercamiento a los indígenas y al movimiento
insurgente desde una nueva mirada.
Es el caso de la exposición fotográfica
69 miradas contra Polifemo, integrada por 140 imágenes de
68 fotógrafos y un "antifotógrafo": el subcomandante Marcos.
La muestra se exhibió hasta el 18 de diciembre en el Museo Universitario
del Chopo.
Sobre estos testimonios -en el que se incluye ''Las cuatro
jinetas del Apocalipsis'', fotografía tomada por el subcomandante
Marcos-, Pablo Ortiz Monasterio destacó que los verdaderos autores
no son los fotógrafos, sino los propios zapatistas, pues "ellos
pronto entendieron la imagen fotográfica como arma para hacerse
sentir, hacerse ver, hacer entender que había esa otra realidad".
Para Hermann Bellinghausen el retrato de indios en México
es una tradición, un género. ''Pero en torno del zapatismo
surgió uno nuevo: retratar indios con el rostro tapado.
"Como nuevo género esos fotógrafos huyeron
del retrato folclorizante. La naturaleza del conflicto y su dramatismo
no permitieron que el tema se trivializara. Y sí que apareciera,
ineludible, el de la pobreza.
''Así, el encuentro de los zapatistas con la sociedad
civil empezó a través de los ojos de los fotógrafos''
(La Jornada, 27/11/03).
El 17 de noviembre de 2003 se cumplieron 20 años
de la fundación del EZLN y el primero de enero de 2004 se conmemorarán
10 de la insurrección zapatista. Con motivo del doble aniversario
del movimiento zapatista se realizó una exposición-rifa con
58 obras donadas por coleccionistas privados, talleres, editoriales y artistas,
entre ellos Vicente Rojo, Gabriel Macotela, Rafael Coronel, Rafael López
Castro y Antonio Ortiz, Gritón, y en la que participó
el subcomandante Marcos con una pieza titulada Reloj roto, la
cual -según Durito, de la Lacandona- "tiene algunas ventajas" (La
Jornada, 13/11/03).
Al igual que Hervé Di Rosa, Gritón es
uno de los muchos artistas plásticos influidos por la insurrección
del EZLN. En días pasados expresó: ''ante la falta de respuestas
gubernamentales para conformar un sistema cultural, "los zapatistas nos
ofrecen una nueva forma de hacer cultura". Además, "si tratamos
de identificar el movimiento contracultural que más ha impactado
a nuestra cultura, haciéndola evolucionar de manera un tanto vertiginosa,
ha sido la rebelión zapatista que, a diferencia de otros movimientos,
también ha tenido la capacidad de evolucionar".
Esta rebelión "se inició con ese 'sentirse
mal' de los indígenas ante un sistema que castraba a toda su cultura
y forma de vida. Comenzó con pequeñas reuniones en las que
apenas unos cuantos discutían y se preguntaban por 'palabras' como
identidad, naturaleza, cultura, rebeldía, raíces, tradiciones,
territorios, festividades. ¿Por qué no comenzar nosotros
a hacer lo mismo y ver qué sucede?''
''Y ya que estamos hablando de muros -escribiría
en cierta ocasión Durito-, un muro sin graffiti es como un
mundo sin rebeldes, es decir, no vale la pena.''
Es quizá por ello que el pasado 19 de noviembre,
en 50 metros de una pared ubicada en calzada de las Bombas esquina Miramontes,
un grupo de jóvenes graffiteros expresaron su solidaridad al movimiento
indígena.
La vieja propaganda política y anuncios comerciales
fueron sustituidos por serpientes emplumadas, imágenes prehispánicas,
soles y estrellas zapatistas, niños estudiando bajo los árboles,
hombres y mujeres con pasamontañas y nuevos mensajes: ''No somos
juguetes de Mc Donalds'', ''Libera tu mente'', ''Somos el corazón
olvidado de la tierra'', ''El mundo no está en venta'' y ''Vivan
los hombres y mujeres del color de la tierra'' fueron algunas de las expresiones
plasmadas sobre el muro.
Otra de las expresiones conmemorativas para este doble
aniversario fue la impresión de diversos carteles -para su venta
y regalo- que tuvieron también al zapatismo como fuente de inspiración.
Entre los diseñadores que participaron se encuentran
Arnulfo Aquino, Efraín Herrera, Antonio Ramírez, Jabás,
Domi, Margarita Sada, Andrés Ramírez y Leonel Sagahon.
Las obras se pueden apreciar en la página electrónica www.revistarebeldia.org
Este es un registro mínimo de la gran diversidad
de las expresiones creativas que ha provocado el surgimiento del EZLN.
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