Néstor de Buen

El mínimo que no es salario

La "Honorable Comisión Nacional de los Salarios Mínimos" (CNSM) ha decidido, en el último fin de semana, la revisión de los salarios mínimos con un generoso 4.25 por ciento de incremento a las tres categorías. El resultado, que todos conocen, es 45.24 pesos para el área geográfica "A"; 43.73 para la "B", y 42.11 para la "C". Lo que demuestra la sensibilidad de ese organismo tripartito que en forma unánime y por el bien de la nación, según se dice, ha resuelto ese tema. Claro está que se agrega que en las revisiones llamadas, quien sabe por qué, "contractuales", las partes estarán en libertad de acordar lo que sea adecuado, "dentro de las condiciones específicas de cada empresa". Eso que se lo crea otro, que el Estado, por medio de sus organismos "conciliadores", se encarga de hacer efectivo el mismo porcentaje.

Caben algunos comentarios. El primero, relacionado con esa denominación de "áreas geográficas". Fue instaurada la denominación en tiempos del presidente De la Madrid, sustituyendo la previa de "áreas económicas". Lo malo es que da la impresión de que para la fijación de esos salarios distintos se tendrán en cuenta las montañas, los lagos, las llanuras, los bosques, las playas y las profundidades de los mares territoriales. Tal vez, también, las ciudades insoportablemente habitadas, el tránsito endemoniado que circula por ellas y, pienso que de manera preferente, los desiertos. Porque con los desiertos y sus absolutas carencias coinciden ciertamente esos salarios mínimos, que son mínimos pero no salarios.

Cabe recordar (recordar es vivir) que en el artículo 562 de la Ley Federal del Trabajo, con gran sentido del humor, se encarga a la Dirección Técnica de la CNSM que estudie (fracción II-a) "el presupuesto indispensable para la satisfacción de las siguientes necesidades de cada familia, entre otras: las de orden material, tales como la habitación, menaje de casa, alimentación, vestido y transporte; las de carácter social y cultural, tales como concurrencia a espectáculos, práctica de deportes, asistencia a escuelas de capacitación, bibliotecas y otros centros de cultura; y las relacionadas con la educación de los hijos". Y yo creo que sí los estudia, pero todo debe quedarse en un rango académico.

Suponiendo el salario de la zona "A", multiplicando por treinta, que es lo que ordena la Ley Federal del Trabajo, nos da la bonita suma mensual de mil 357.20 pesos. Y si consideramos que se trata de un salario familiar y no personal, a la vista de las exigencias que debe tener en cuenta el señor director técnico de la comisión, el resultado parece un poco contradictorio. Nuestras familias, prolíficas porque no hay otra cosa que hacer más que eso, con un discreto promedio de cinco miembros, van a a quedar un tanto escasas o consiguen rentas muy bajas, se hacen sus propios muebles; no comen, ni se visten ni se transportan; sólo ven el espectáculo de la miseria; practican el deporte de tener hambre y algunos etcéteras.

En el proyecto de Ley Federal del Trabajo presentado por el PRD y la Unión Nacional de Trabajadores, la designación de los miembros de la comisión tendría que hacerla la Cámara de Diputados, por medio de una comisión interna de salarios mínimos y de participación en las utilidades, lo que le daría un sentido político. Ahora los queridos corporativos del Congreso del Trabajo se reparten las chambas de los sufridos representantes obreros. Los empresarios, siempre ganones, no tienen problema, y el verdadero integrante gubernamental de la comisión es el secretario de Hacienda. Con lo que el famoso tripartismo, expresión evidente del fascismo que heredamos de la Italia de Mussolini y conservamos con entusiasmo, para lo único que sirve es para reforzar la tradicional explotación y hacer más patentes las absolutas necesidades de este país de pobres muy pobres, que son mayoría.

De verdad. Son auténticamente mínimos los resultados de ese trabajo corporativo. Pero lo que no son, es salarios.