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México D.F. Jueves 18 de diciembre de 2003

Margo Glantz

Ciudades y lecturas

He dejado de preguntarme Ƒpor qué viajo tanto? Simplemente, viajo. Hace pocos días, un periplo curioso: Monterrey, Guadalajara, Mérida.

Me detengo en Mérida, donde viven mi hija y mis nietos. Allí, además de pasar unos días felices con ellos, acompañándolos en sus diarias actividades escolares y de juego, pintarme y cortarme el pelo y despotricar contra el peluquero, como de costumbre, leo mucho, libros que amigos queridos me han regalado. El gaucho insufrible, de Roberto Bolaño, el primero de los libros póstumos -Ƒcinco?- que Jorge Herralde publicará en Anagrama. Lo devoro literalmente: en el epígrafe, Kafka: ''Quizá nosotros no perdamos demasiado, después de todo".

Me fascina esa mezcla de furor, ironía, ternura, humor negro, quedo como uno de los personajes del primer cuento, ''chingada y hechizada". Me detengo en el texto que le da nombre al libro, donde en muy poco espacio se da cuenta de toda una tradición, la gauchesca obviamente, frecuentada por los que la crearon: Hidalgo, Ascasubi, Güiraldes, inmortalizada por Borges. También aparece César Aira, de cuyo libro La liebre el cuento de Bolaño es un ingeniosa parodia, pues en la Pampa actual, la de la Argentina en crisis y la de este novelista chileno, ya no hay ni gauchos ni estancias ni vacas, sólo conejos.

En el cuento El extraño viaje de Alvaro Rousselot vuelven a aparecer Argentina y su literatura como personajes en ese extraño y fascinante derrumbe productivo y su antropofágico trabajo con la literatura, uno de los principales cuerpos devorables de estos textos, en este caso, el de Bioy Casares y su Invención de Morel y la utilización que en cierta medida hace de ese libro Alain Resnais, a su vez reincorporado a este cuento, redigerido por Bolaño. Maravillosos, los Dos cuentos católicos por su desenfado, ironía, desparpajo y su magnífica factura.

Leo luego La serpiente, primera novela de Luigi Malerba, publicada en 1966. Malerba escribió varios escenarios cinematográficos con Cesare Zavatini, Alberto Moravia, y trabajó con Alberto Lattuada y Marco Ferreri; colaboró en revistas de vanguardia, como Il Caffè, que ayudaron a enterrar el neorrealismo italiano en la década de los 60, junto con Italo Calvino y Umberto Eco. Colaboró también durante muchos años en Corriere della Sera y La Repubblica, periódicos que escasamente son ahora independientes gracias a un personaje como Berlusconi, que ha propiciado vorazmente la censura y la ignorancia en Italia, ese país que le gusta tanto, dice un artículo del New Yorker de noviembre, tanto, que se lo ha devorado casi por completo. Italia, tierra de genios, administrada por ignorantes y corruptos, donde algunos de sus funcionarios culturales confunden a Miguel Angel con Rafael, y donde ya casi ningún escritor puede expresarse con libertad: Antonio Tabucchi tiene que publicar sus textos fuera de Italia, en Le Monde o El País. Malerba, antifascista, ha combatido a la mafia -como todos los grandes escritores italianos, Sciascia por ejemplo o, actualmente, Camileri.

La mafia, el fascismo, hidras de infinitas cabezas, por desgracia.

Malerba, menos conocido que los autores mencionados, por lo menos en nuestra lengua, si no me equivoco (la que tengo en las manos es una traducción al francés, publicada por Grasset), es también un gran viajero y en 1993 salió su obra El viajero sedentario, libro con el que me identifico de antemano, pues tanto él como yo -y muchos otros viajeros que escriben sobre sus viajes- tenemos siempre la sensación de que el viaje gira en torno de sí mismo para cancelarse y su única realidad es la escritura. Sí, Malerba y su genial serpiente, que asocio con una película reciente también extraordinaria, La araña -Spider-, de Cronenberg, en la que la realidad y el desvarío de un esquizofrénico se confunden a tal grado que suele ser imposible para el espectador o el lector deslindarlos.

En el prólogo a la edición francesa, escribe Michèle Causse: ''Cuesta trabajo creer que esta extraordinaria serpiente caníbal que se desliza por las calles de Roma como una amenaza sea la primera novela de Malerba. Detrás de la ironía y la fantasía desopilantes de este libro algo nos inquieta, nos trastorna: el héroe corre en búsqueda de un alma perdida, la suya. Se cuenta a sí mismo historias, pero su extremada soledad coincide con la nuestra".

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