.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
CineGuía
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada en tu PALM
La Jornada sin Fronteras
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo electrónico
Búsquedas
C U L T U R A
..

México D.F. Sábado 29 de noviembre de 2003

Vilma Fuentes

Viva la prehistoria de la técnica

Hace muchos años, en ciudades no tan lejanas como las de los cuentos de hadas, las personas salían a caminar al anochecer, se saludaban con una inclinación de cabeza, inclusive recorrían la noche como una calle donde era posible un encuentro, una plática, una ocurrencia, una idea, la libertad de pensar distinto.

Todavía no existía ese temible aparato que Carlos Monsiváis, como un profeta, llamó la caja idiota y retiene en sus hogares a los solitarios como a las familias. Habría podido agregar ''idiotizante'', pero acaso el neologismo lo detuvo. O tal vez que, en la época, las imágenes de la televisión trataban todavía de reproducir la conducta de las personas reales, mientras que ya desde hace un buen rato la gente imita los gestos, las palabras, el peinado, los vestidos, las ideas de los personajes que aparecen en la pantalla chica. Cabe inclusive preguntarse cuáles son los reales y cuáles los irreales.

En ese nostálgico entonces, las cartas anónimas podían escribirse y enviarse sin que su autor pudiese ser descubierto de inmediato. Las ideas revolucionarias eran discutibles. La clandestinidad aún existía. El espionaje, por más perfección que alcanzara la CIA, el KGB o la STASI, eran todavía humanos y hechos por hombres y mujeres en carne y hueso. Podían inclusive leerse excelentes cuentos y novelas de espionaje, como los de Maugham o las de Conrad. Tenían perfiles de realidad cuando no lo habían sido verdaderamente, como las narraciones de espías de la Segunda Guerra Mundial que Churchill, según se afirma, pidió a Maugham que destruyera... štan temibles y sospechosos eran los secretos de Estado que revelaban!

En fin, puede imaginarse que aún había espionaje y secretos dignos de espiarse. Hoy, esos cuentos y esas novelas, como los relatos policiacos, Simenon y otros, parecen tan irreales como los espectros que hablan a Hamlet. Algunos crímenes deberían ser ahora imposibles, sin que sus autores sean de inmediato descubiertos, inclusive a veces antes de cometerlos, si no hubieran ''intereses e interesados superiores''. E inclusive los violadores, con o sin preservativo, deberían jubilarse si no desean terminar en la cárcel, en el mejor de los casos, o en la silla eléctrica, gracias al ADN discernible en un mínimo cabello olvidado.

Pero el mismo Big Brother de Orwell se ve más lejano que el año entonces futuro de 1984. La televisión misma ha envejecido. La telerrealidad también: Ƒquién puede soñar en ser filmado día y noche durante meses para ser visto por millones de espectadores? ƑY quién puede perder su tiempo mirando a 15 o 20 semejantes perder el suyo? Gracias a la técnica existe Internet y todo mundo está informado de todo. O de nada, que es lo mismo. La ilustración nos la dan las grandes agencias de espionaje que, con todos sus aparatos, más complejos unos que otros, parecen multiplicar errores y equivocarse y equivocar a los dirigentes mundiales más que nunca. Porque, por el momento, ningún instrumento puede leer el pensamiento del más simple campesino de Irak o de Georgia, de Guatemala o de Inglaterra.

De todos modos, para qué espiar al otro cuando cada quien puede espiarse a sí mismo, lo cual parece aumentar el placer, casi orgásmico, del espía y del espiado, es decir, uno mismo y todos al mismo tiempo. Al fin, los secretos quedan abolidos. Y muy pronto los sueños, y su secreto.

Porque, al fin, pronto estará en venta un teléfono celular que permitirá a los jefes saber dónde está y qué hace cualquiera de sus empleados. Los padres podrán seguir cada paso de sus hijos, las mujeres los de sus maridos, los esposos los de las amantes, unos los de otros, todos los de uno. Todos para uno y uno para todos. Nada qué ocultar. La transparencia total al fin. Una transparencia opaca, como el término del viaje de una luz muerta.

Al fin todos sabremos todo de todos. O lo que es lo mismo: nada. ƑPara qué tratar de saber o adivinar si todo es igual y uniforme?

šVivan la técnica y la dictadura de la política correcta, el pensamiento único! šQué descanso! Y antes inclusive de entrar en la eternidad.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4329 y 4110
Email