México D.F. Sábado 29 de noviembre de 2003
Documentos desclasificados revelan intentos
por modificar "el esquema hostil"
En secreto, Castro y Kennedy buscaban forma de cambiar
la relación Cuba-EU
Washington negociaba en 1963 el envío de un emisario
a La Habana
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La Habana, 28 de noviembre. John F. Kennedy recibió
17 días antes de ser asesinado esta propuesta de Fidel Castro: un
avión recogería en México a un emisario de Estados
Unidos para llevarlo a un aeropuerto privado cerca de Varadero, donde hablaría
a solas con el líder cubano.
Inmediatamente después de concluida la conversación,
el enviado de Kennedy sería devuelto a territorio mexicano.
¿Por qué no hacerlo al revés, con
un emisario cubano en México o en Naciones Unidas, como prefería
la Casa Blanca? Porque Castro quería sostener la conversación
personalmente.
México aparecía, en cualquier caso, como
un territorio seguro y mutuamente aceptable.
Este episodio, entre otros detalles de los intentos por
apaciguar el conflicto entre Cuba y Estados Unidos hace 40 años,
forma parte de un paquete de información secreta y desclasificada
que acaba de difundir el Archivo Nacional de Seguridad de la Universidad
George Washington.
"Los documentos muestran claramente que Kennedy quería
cambiar el esquema de hostilidad en las relaciones con Cuba", escribió
en un análisis el investigador Peter Kornbluh, líder del
proyecto en el archivo.
Castro
también había ofrecido señales para un entendimiento.
Primero a un abogado muy cercano a los Kennedy, James Donovan, a finales
de 1962. Luego, en una entrevista con Lisa Howard, de ABC News, en abril
de 1963.
Cuando Kennedy recibió la propuesta, hacía
meses que ambos gobiernos habían tomado nota de esos indicios de
distensión, tras el despliegue de misiles soviéticos en octubre
de 1962, que desembocó en una crisis y puso al mundo al borde de
una guerra nuclear.
Estados Unidos ya había roto relaciones con Cuba,
le había declarado el bloqueo económico, había patrocinado
la invasión anticastrista de playa Girón, había desatado
una campaña de desestabilización de la isla y ensayaba intentos
para asesinar a Castro.
El más extenso de los 10 documentos facilitados
por el archivo es un memorándum secreto de ocho páginas,
dirigido por William Atwood, periodista y entonces embajador alterno estadunidense
en Naciones Unidas, a Gordon Chase, asistente del consejero de seguridad
nacional, McGeorge Bundy.
En su memo del 8 de noviembre de 1963, Atwood reseñó
la serie de mensajes ultrasecretos entre La Habana y Washington, que se
llevaron a cabo desde abril de ese año, en una línea de contactos
en cuyos extremos estuvieron Castro y Kennedy.
Lisa Howard era el enlace y usaba como centro de comunicaciones
su departamento en Nueva York. Ella recibió la propuesta de recoger
al enviado de Kennedy en México, relató Atwood. En nombre
de Castro la transmitió por teléfono el 31 de octubre el
médico René Vallejo, veterano de la revolución y hombre
de confianza del líder cubano.
Lisa le dijo a Vallejo que dudaba que un funcionario estadunidense
pudiera viajar a Cuba, pero quizás el propio médico de Castro
podría ir a México o a Naciones Unidas.
Vallejo, quien hablaba un inglés fluido, respondió
que Castro quería hablar personalmente, pero no descartaba otra
opción. Lisa identificó entonces al emisario: sería
Atwood, el ex editor de Look Magazine, quien había entrevistado
a Castro en 1959 y, casualmente, ya estaba invitado a viajar a La Habana.
Esa previa invitación, narró el propio Atwood
en su informe, se había producido más de un mes antes, el
23 de septiembre. En plena conspiración, Lisa ofreció un
coctel para "amigos que habían estado en Cuba". Alejados, en una
esquina del departamento, el estadunidense habló esa noche con Carlos
Lechuga, embajador cubano ante Naciones Unidas.
Lechuga dijo que sería una buena idea que Atwood
volviera a Cuba para retomar el contacto con Castro. Atwood contestó
que, ahora como diplomático, requería autorización
oficial.
Al día siguiente, Atwood informó a Robert
Kennedy sobre esa plática. El procurador general le dijo que sería
un riesgo el viaje a Cuba, pero que se podría hablar con Castro
en México o en Naciones Unidas. Que mantuviera el contacto con Lechuga.
Ya en octubre, Lisa sugirió, y Atwood aceptó,
abrir un canal directo con La Habana. Sería Vallejo, quien había
gestionado para Howard la entrevista con Castro.
El 5 de noviembre Atwood habló con Bundy y Chase
en la Casa Blanca para ponerlos al corriente. Ese mismo día, Bundy
llevó el caso Cuba a la Oficina Oval.
La conversación de Bundy con Kennedy fue grabada
y también fue difundida por el Archivo Nacional de Seguridad. En
la cinta, de casi seis minutos, el presidente dice que Atwood podría
viajar si quedaba fuera de la nómina oficial. Así sería
creíble un desmentido, en caso de que trascendiera a la prensa que
los dos gobiernos tenían pláticas secretas.
Según los documentos desclasificados, la secuencia
concluyó así:
El 11 de noviembre Vallejo llamó a Lisa para ofrecerle
un nuevo plan: 1) El avión cubano recogería al emisario de
la Casa Blanca en Cayo Hueso, 2) O bien, podría ser estadunidense
la nave que llegara a un "aeropuerto secreto" cerca de La Habana y 3) Por
los cubanos, sólo Castro y Vallejo estarían en las pláticas.
No el Che Guevara.
El 18 de noviembre, Atwood habló con Vallejo desde
la casa de Lisa. La respuesta estadunidense era que sería necesario
un contacto preliminar en Naciones Unidas para esclarecer los términos
de la conversación central.
Vallejo contestó de inmediato que no podía
viajar en ese momento, pero que se darían instrucciones a Lechuga
para sentarse con Atwood a discutir la agenda.
El 19 de noviembre, Chase reportó a Bundy las novedades.
"La pelota está en el campo de Castro. Tan pronto como hable Lechuga,
Bill (Atwood) hará una cita para discutir la agenda. Bill estará
en contacto con nosotros".
El día que mataron a Kennedy, el 22 de noviembre
de 1963, Atwood escribió a Chase un anexo a su memorándum,
con un resumen de las negociaciones.
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