Miriam Boyer

Cuando Zapata llega a París

Mientras el presidente alemán, Johannes Rau, visitó México con el propósito de ampliar el comercio entre ambos países, a París llegaron miles de europeos para discutir la posibilidad de establecer un comercio más justo entre las naciones del norte y el sur. El segundo Foro Social Europeo (FSE) reunió del 12 al 15 de noviembre un total de 60 mil personas que quisieran una Europa más incluyente, más equitativa y garante de derechos sociales. En 625 actos se discutieron toda clase de problemas: la guerra en Irak, el movimien- to de indocumentados, la contaminación genética en la agricultura, la privatización de bienes públicos o el desmoronamiento del estado de bienestar en Europa.

América Latina, sobre todo la historia de sus luchas sociales, llama la atención de quienes tratan estos temas en Europa. Sindicatos, grupos de mujeres y estudiantes invitaron a París a trabajadores de las fábricas recuperadas en Argentina, representantes del Consejo Indígena de Venezuela y participantes en la lucha contra la expropiación del agua y el gas en Bolivia. Las tres sesiones sobre militarización, nuevas formas de luchas sociales y rupturas en las políticas de Estado en América Latina atrajeron a miles de participantes. Aunque seminarios sobre otros temas no llegaron a llenarse, para estos tres encuentros hubo que cambiar de sala a una con capacidad de más de mil, aun así quedaron otros cientos fuera, mientras que varios compartieron un par de audífonos para escuchar las ponencias traducidas por voluntarios del español y portugués al francés, alemán, inglés e italiano. Después de casi tres horas de discursos, finalmente hubo tiempo para hacer preguntas, se formó una fila de 50 personas que querían pasar al micrófono. Aunque es difícil discutir entre cientos de personas, se hizo el intento. Son sobre todo jóvenes europeos que quieren apoyar y conocer los problemas y propuestas de América Latina: unos se identificaron como zapatistas europeos, han vivido en Bolivia, han estudiado en Cuba y en sus países de origen organizan redes de información o de apoyo. Otros han visto al Che en una camiseta y quieren saber quién fue. Pocos son especialistas, pero vienen a aprender.

Aún no existen proyectos de verdadera cooperación internacional; sin embargo, se da un paso importante al tratar de llegar a entenderse. Durante una comida un miembro del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil se sentó junto a un representante de la Confederación Campesina en Francia. Uno exigió más subsidios de la Unión Europea, mientras el otro tiene amigos en la cárcel por exigir la tierra. Son mundos distintos, pero alguien les hace el favor de traducir, lo que parece funcionar. "Yo soy de su lucha también", dice el francés, intentando comunicarse. Hace un año, en el FSE en Florencia, grupos como los Ya Basta italianos lograron que Latinoamérica estuviera presente en unos 20 talleres. Este año, inclusive grupos como Reporteros Sin Fronteras, que mantiene diferencias políticas con Cuba, casi lograron que el tema de la isla no tuviera lugar en el foro, reduciéndolo a un pequeño taller el último día. Quienes quisieron introducir más temas, como el de los caracoles zapatistas o debatir la controvertible política del gobierno de Lula más a fondo de lo que fue posible en unas cuantas horas, lo hicieron al día siguiente en una plaza a la salida de una estación del Metro. Aunque se debata muy acaloradamente, comentó después un brasileño "no se trata tanto de tomar posiciones, sino de tener un intercambio de ideas".

El grupo ATTAC, red altermundista que reúne a decenas de miles en toda Europa, regresó a Berlín con ocho camiones llenos de jóvenes y pocos días después organizó una sesión informativa para discutir los acontecimientos del FSE. ƑCómo mejorarlo? ƑCómo valorarlo? ƑCómo lograr incorporar más gente? Hay quienes se quieren incorporar al grupo de coordinación internacional que organizará el foro el año entrante en Inglaterra, mientras otros lamentan que no haya llegado a los países de Europa del este. Sin duda su participación cambiaría el enfoque del FSE: ahí se hablaría del crecimiento de movimientos nacionalistas o xenofóbicos en esta área, o de la integración a la Unión Europea y sus problemas, como la subvención desigual de productos entre los países del este y el oeste. Una mujer subrayó que existen compañías o partidos políticos que estarían interesados en hacer donativos para influir sobre el contenido del foro. Por ejemplo, en Inglaterra se teme que llegara a dominar el Socialist Workers Party por su tamaño. Varios comentaron el trato tan distinto de parte de los gobiernos de los países "huéspedes" este año y el pasado: mientras el gobierno de Berlusconi en Italia intentó prohibir el acontecimiento, transmitiendo propaganda en su contra y acotando la entrada a muchos, el gobierno de París quiso hacer lo opuesto, embelleciendose con el foro, ofreciendo dinero y atrayendo a la prensa. Hasta ahora sigue siendo un éxito que la exclusión de algún grupo no se haya logrado. Debido a su tamaño gigantesco, el FSE se ha dejado llevar por cuantos grupos quieran formar parte, sin que alguna dirección política en especial lo domine. En la manifestación final en favor del reconocimiento de los derechos sociales que cerró el encuentro esto se vio muy claramente. Entre los 200 mil manifestantes se encontraba un perfil casi exacto de los grupos sociales europeos: sindicatos, agricultores, profesionales, anarquistas, miembros de partidos políticos, homosexuales, indocumentados. Sólo faltaban los empresarios