Se han repuesto métodos autoritarios en estados liberales, dice el rector de la Ibero

Derechos humanos, en riesgo por el "afán de contener a grupos fundamentalistas"

JOSE GALAN

Para evitar que los avances de la ciencia y la tecnología, así como del crimen organizado, el deterioro ecológico y los flujos de inversiones mediante Internet se puedan convertir en un desastre para la humanidad es necesario analizar modificaciones al derecho internacional, mientras los países deben reafirmar su compromiso de respetar el orden mundial, afirmó Enrique González Torres, rector de la Universidad Iberoamericana, al inaugurar ayer en esa casa de estudios el coloquio El derecho internacional: presente y futuro.

"Difícilmente se puede pasar por alto que, justo al final del milenio, cuando la cultura de los derechos humanos parecía haber logrado un ritmo sostenido de expansión, es cuando han surgido las amenazas más preocupantes desde múltiples frentes", advirtió.

Sobre la fragilidad actual del derecho internacional, advirtió que, independientemente de la irrupción violenta "y nada comprensible" de grupos fundamentalistas que reivindican causas políticas, étnicas o de conciencia, "ya se ha venido denunciando a la vez" el paradójico hecho de cómo, desde las estructuras de algunos estados de tradición liberal-democrática, "se han repuesto viejos métodos autoritarios con el afán de contener a grupos fundamentalistas, lo que pone aún más en predicamento los avances alcanzados en la defensa global de los derechos humanos.

"Pensemos solamente en los supuestos tribunales de garantías procesales ínfimas o inexistentes, en las políticas belicistas sin freno que vulneran el orden internacional, o en las múltiples actuaciones estatales lesivas de los derechos humanos, como las agresiones y segregaciones étnicas que siguen poniendo en entredicho los derechos y la dignidad de las personas más ajenas a los conflictos", prosiguió.

Más adelante, exhortó a los participantes del coloquio a transmitir a sus discípulos las reflexiones de carácter social y humano, porque de ello depende que éstos se sumen más tarde "con éxito" a las distintas tareas públicas o privadas que contribuyan o detonen el cambio social, "allí donde impera el anquilosamiento o el atraso, la injusticia o la desigualdad, la intolerancia o la prepotencia, la abulia o el desinterés de participación".